Euskal Herria es una tierra en la que la naturaleza se manifiesta de manera exuberante y esto se refleja en sus numerosos parques naturales. En este recorrido nos sumergimos en cuatro de ellos, cada uno con su propia personalidad, pero todos con un objetivo en común: ofrecernos la posibilidad de reconectar con la naturaleza y disfrutar de paisajes que parecen sacados de un cuento.
Montes, cascadas, humedales y macizos
Comenzamos el recorrido en un enclave situado entre las provincias de Araba y Bizkaia. Considerado el parque natural más grande de Euskadi, el parque natural Gorbeia posee numerosas rutas de senderismo balizadas para todos los niveles. Además, ofrece la posibilidad de ascender a la cima más alta del parque, el monte Gorbeia, con 1.480 metros de altitud. Visita casi obligatoria es la cascada de Gujuli, con más de 100 metros de altura, que en época de lluvias es todo un espectáculo.
Además, podemos encontrar desde zonas de rocas escarpadas a las más extensas praderas de pastos, pasando por los más espectaculares hayedos y robledales. Cabe destacar el biotopo protegido de Itxina que, con más de 450 hectáreas, es un excelente ejemplo de formación kárstica.
Por otro lado, también podemos visitar el humedal de Saldropo, una extinta turbera que hoy en día se encuentra ocupada por humedales de un alto valor ecológico. Si esto nos parece poco, no podemos perdernos la oportunidad de ser pastores o apicultores por un día, además de conocer el oficio de alfarero.
Sin duda, se trata de un impresionante paraje repleto de recursos turísticos naturales y perfecto para los amantes de la montaña. Y es que en Gorbeia, la naturaleza no solo es un espectáculo visual, sino que también se siente en cada paso. Entre el susurro de los árboles y el murmullo de sus aguas, es el lugar ideal para reencontrarnos con la esencia más pura de la madre tierra.
Un refugio de cuevas y desfiladeros
Nuestra siguiente parada será el parque natural de Armañón, una de las joyas naturales de Enkarterri. Este se extiende entre los municipios de Karrantza y Turtzioz, y se caracteriza por sus paisajes kársticos de gran riqueza ecológica, de los que destacamos la reconocida cueva de Pozalagua. Repleto de terrenos colinosos y montañosos, el subsuelo del parque está surcado por más de 200 cuevas y simas con un notable valor.
Cabe destacar la existencia de su Centro de Interpretación, en el que mediante la exposición que ofrece es posible descubrir la flora y fauna que alberga la zona. Y es que en este territorio perduran varias razas de ganado autóctono como la oveja carranzana de cara rubia y la de cara negra, el perro villano de Las Encartaciones o la vaca monchina.
En definitiva, Armañón no solo nos ofrece la oportunidad de adentrarnos en el misterio de la tierra, sino también la posibilidad de disfrutar, al mismo tiempo, de la tranquilidad de sus paisajes abiertos en los que el verde es el color predominante.
Todo un tesoro botánico
Nos desplazamos hacia el parque natural de Pagoeta. Con una superficie de 2.860 hectáreas, la mayor parte se encuentra en el municipio de Aia, mientras que el resto del territorio se reparte entre Zarautz y Zestoa. Su nombre se debe a la montaña Pagoeta, que mide 678 metros.
Repleto de vegetación atlántica y adaptada a un clima cálido y lluvioso, posee hermosos bosques mixtos de árboles caducifolios, con tilos o robles silvestres, entre otros. Sin olvidarnos, por supuesto, de recorrer sus prados, huertas y zonas de bosques semiáridos, además de visitar el Museo Ituarran allí presente.
No es de extrañar, por tanto, que Pagoeta sea el hogar de muchas especies de animales, pues la riqueza de su entorno permite la existencia de razas autóctonas amenazadas en Euskadi como los betizus y los ponis. Esto lo convierte, al final de todo, en la oportunidad perfecta para aprender en familia sobre la importancia de cuidar el medioambiente y a los animales que residen en él.
Un bosque repleto de leyendas
Nuestra última parada nos lleva junto al valle de Baztan, concretamente a un pueblo llamado Oieregi. Y es que a orillas del río Bidasoa nos topamos con el parque natural del Señorío de Bertiz. Su bosque es denso y colorido y, en él, la naturaleza y la leyenda se funden en uno. Con una extensión de 2.040 hectáreas, entre sus especies abundan las hayas, los robles y las alisedas, además de los ciervos, corzos, jabalíes y numerosas especies de aves.
Si nuestra intención es aprender sobre el trabajo de conservación que se lleva a cabo en el parque natural, no nos podemos perder el Centro de Interpretación de la Naturaleza de Bertiz. Repleto de maquetas, juegos interactivos, materiales reales y fotografías, permite descubrir de forma amena y didáctica toda la riqueza que se encuentra escondida en el parque.
Nuestro itinerario por los parques naturales de Euskal Herria nos deja una sensación de plenitud y conexión con la tierra. Y es que, en cada uno de ellos, hemos descubierto un aspecto único de la naturaleza de nuestros territorios.
Desde las montañas imponentes de Gorbeia y los misterios subterráneos de Armañón, hasta la riqueza botánica de Pagoeta y la serenidad de Bertiz, estos enclaves mágicos son auténticos pulmones verdes que nos invitan a volver una y otra vez. Siempre y cuando nuestra intención sea seguir explorando de manera respetuosa y teniendo en cuenta el valor de estos tesoros que la naturaleza nos ha regalado y que, a día de hoy, merecen seguir siendo mimados.