Emociones a flor de piel y, sobre todo, gratitud. “¡Eskerrik asko por todo lo que nos habéis dado!”, fueron las palabras que más se escucharon ayer en la despedida a las últimas siete hermanas de la Compañía de María, que en la primera semana de agosto dirán adiós a Bergara tras 223 años de presencia de esta Orden religiosa en la localidad mahonera. Referente de la educación, en los inicios con exclusividad femenina, esta comunidad de monjas deja como legado la ikastola Mariaren Lagundia, que da continuidad “a nuestro proyecto”, según destacó la Superiora Provincial, Nely Andrés.
Profesores y alumnado de diferentes épocas, cargos públicos como el alcalde Gorka Artola y la Delegada Territorial de Educación, Amaia Urzelai… se sumaron al acto organizado bajo el epígrafe Agur Komunitateari!, que se aderezó con música, bertsos y aurresku.
La falta de altas de vocaciones jóvenes y el avance de la edad en estas religiosas han llevado a la Congregación a dejar el convento bergarés y trasladar a sus últimas moradoras a la residencia que disponen en Irun. Koldo Eceolaza, Isabel Mericaechevarria, Eulalia Iturbe, Pepita Letamendia, Isabel Elorza, Consolación Urrutia y Garbiñe Erdocia fueron protagonistas de un “hasta luego” lleno de agradecimientos. Se van con la mochila repleta de muestras de cariño. Un sentimiento que es mutuo también hacia la localidad en la que la Compañía de María ha echado raíces desde 1799. Dos siglos largos de historia en la villa y de saber adaptarse a las nuevas realidades del panorama educativo. l