Lo bueno de una hiriente derrota como la cosechada el miércoles en Kazán es que el frenético calendario proporciona hoy una oportunidad para el desquite con apenas 48 horas de diferencia. La segunda parada de su gira rusa condujo ayer al Bitci Baskonia hasta San Petersburgo, una ciudad de grato recuerdo para la entidad azulgrana donde la pasada temporada se produjo una de las victorias más embriagadoras tras aquella increíble remontada en el cuarto final que permitió estirar las opciones de acceder al Top 8.
En otro contexto bien distinto, con una enfermería a rebosar y un estado de confianza mucho más alicaído tras las últimas derrotas en la ACB y la Euroliga, el equipo vitoriano espera volver a salir airoso de otro complicado desplazamiento ante un rival directo por ubicarse en la zona noble del torneo continental.
El Zenit también afronta el partido herido y con ánimo de redención, aunque a diferencia del Baskonia sí fue capaz de ofrecer una buena imagen y plantar cara al Real Madrid hasta prácticamente los compases finales. Si Dusko Ivanovic tiene que malvivir por la ausencia de sus francotiradores Rokas Giedraitis y Alec Peters, en el caso de Xavi Pascual tampoco puede contar desde el inicio de la temporada con su fichaje estrella, el base Shabazz Napier, predestinado a ser una de las sensaciones de esta Euroliga.
El estadounidense, que tendrá la ingrata labor de hacer olvidar al estelar Kevin Pangos al frente del timón, sufrió una importante lesión en los ligamentos del tobillo derecho al poco de anotar 33 puntos al Unics en un partido de la liga báltica y todavía no ha podido estrenarse en la máxima competición continental. Pese a ello, el Zenit está bordeando en la actualidad las posiciones de Top 8 con el mismo balance que los gasteiztarras.
Un zenit muy reforzado
Las sensaciones ofrecidas por el Baskonia en Kazán fueron tan tétricas en algún tramo que las perspectivas de éxito parecen reducidas ante un rival, a priori, más potente como el Zenit. Tras su excelente papel en la pasada Euroliga, donde llevó al límite al Barcelona en el cruce de cuartos de final, el conjunto afincado en San Petersburgo –la ciudad menos rusa de todas– ha sido confeccionado para optar a casi todo gracias al dinero de Gazprom.
No en vano, ha reforzado todas sus líneas, además de haber conservado a casi toda su espina dorsal integrada por jugadores fiables como Mateusz Ponitka, Alex Poythress o Arturas Gudaitis. Sus caras nuevas son viejos conocidos de la afición baskonista tras su paso por distintos equipos de la ACB.
El hombre que mueve los hilos en la dirección es Conner Frankamp, un director de juego ofrecido este verano en el Buesa Arena pero que fue desestimado por los rectores azulgranas. Su gran pistolero es Jordan Loyd, un escolta al que se le caen los puntos de los bolsillos como ya evidenció en Valencia y Belgrado, mientras que la demarcación de alero alto ha sido reforzada con Mindaugas Kuzminkas y la cuerda interior con Jordan Mickey.
Una plantilla larga, compensada y de calidad ante la que el Baskonia necesita elevar sus prestaciones de forma considerable si quiere albergar alguna opción de éxito. De reincidir en las flaquezas atisbadas hasta la fecha, tiene visos de producirse una nueva decepción. Y, a la vuelta de la esquina, espera nada menos que un Real Madrid plagado de exbaskonistas en otro compromiso de la máxima dificultad.
El equipo de Xavi Pascual también viene de perder hace 48 horas, aunque en su caso ofreció una imagen más decorosa ante el Madrid
Varios conocidos de la Liga ACB como Frankamp, Loyd, Kuzminskas y Mickey se han sumado este verano al proyecto del técnico de Gavá