"Es muy especial”, afirma Marise García, la directora. “Ha sido mi vida”, confirma Ruth Cerrillo. “Me ha permitido realizarme como persona”, reconoce Marisa Peña. “Es un colegio que te hace dar vueltas a la cabeza para mejorar tú como profesor”, asegura Asier Otegi. Todos se refieren al Deutsche Schule de Donostia, que ha cumplido 100 años. NOTICIAS DE GIPUZKOA ha reunido a su pasado, presente y futuro para analizar cómo ha cambiado el colegio en este tiempo y saber cuáles son los retos para el futuro.
Muy atrás queda aquel 1921, cuando un grupo de personas de origen alemán, fundaron, con el apoyo del Ministerio de Cultura Alemán, el Deutsche Schule San Alberto Magno. Desde entonces, miles de alumnos y alumnas se han formado en una institución educativa que comenzó su andadura como centro de enseñanza de la lengua y cultura alemana para niños y niñas de origen de aquel país europeo. Precisamente, ese origen, ha hecho que el Colegio Alemán siempre haya tenido esa imagen de centro, en lo que a educación se refiere, muy estricto. “Se nos sigue teniendo como diferentes. Eso no quiere decir que referente y diferente sea lo mismo, pero se nos sigue teniendo así. Hasta hace unos años, estos mitos de la disciplina seguían vigentes. Eso se ha ido diluyendo y ha pasado a un segundo plano, a no tener tanta importancia”, sostiene Ruth Cerrillo, una institución ya jubilada tras haber ejercido casi 40 años de profesora.
“Ha sido un colegio con una disciplina exigente, no tanto como se pensaba, pero sí que ha sido un colegio disciplinado, mucho que ver con la cultura alemana"
“Recuerdo a un director alemán que decía que había que tratar a todo el mundo de usted porque en Alemania el trato era así. Nosotros siempre le hemos tratado de usted. Yo mantengo relación con algunos de los directores y cuesta decir su nombre sin el Herr por delante”, reconoce. Es de las que piensa que en el Deutsche Schule se ha vivido una “disciplina dura”. Y para muestra un botón: “Al poco de entrar al colegio, vi al director con el reloj en la mano, viendo qué profesorado llegaba en hora a clase”, recuerda. “Ha sido un colegio con una disciplina exigente, no tanto como se pensaba, pero sí que ha sido un colegio disciplinado, mucho que ver con la cultura alemana”, subraya. Hoy es el día en el que al profesorado alemán se le sigue tratando de Herr o Frau. Para Marisa Peña, profesora con 25 años de experiencia, “tener esa disciplina no ha producido ningún trauma a nadie. Es que en un centro de enseñanza tiene que haberla”, destaca.
A ninguno de los cuatro protagonistas de esta historia le sorprende que un colegio como éste haya llegado a los cien años de historia. “No ha sido tan difícil: la tradición, la historia… Por todo esto creo que no ha sido tan complicado llegar”, considera Cerrillo. “Ofrecemos una cosa que otros no ofrecen: excelente alemán. Poder ofrecer eso hace que la gente venga aquí, que no solo esté interesada en el inglés, que hay más idiomas”, deja claro la directora de un centro plurilingüe basado en cuatro lenguas (alemán y euskera troncales desde educación infantil, castellano e inglés).
"Ofrecemos una cosa que otros no ofrecen: excelente alemán. Poder ofrecer eso hace que la gente venga aquí, que no solo esté interesada en el inglés, que hay más idiomas”
De los presentes, Asier Otegi ha sido el último en llegar. Tan solo lleva tres años. Su aterrizaje ha coincidido con un momento de gran transformación. “Teniendo un poco de conocimiento de dónde venía el colegio, ha cambiado y se ha adaptado a las nuevas tendencias de la enseñanza y eso hace que se haya convertido en un referente para los padres y las madres a la hora de elegir colegio”. La aclimatación al nuevo modelo de enseñanza no ha sido sencillo. “El tema de las nuevas tecnologías ha sido más complejo”, se sincera Marisa, para quien esta adaptación se ha hecho “en un tiempo récord” porque la pandemia “ha empujado más todavía”. La transformación no ha sido solo física, también tecnológica. “Podemos entrar en el debate de si es necesario que una niña de primaria tenga un ordenador, pero las tendencias de hoy día llevan a que cada vez tengan que dominar más ese ámbito y qué mejor sitio que en el colegio, donde podemos decirles qué es lo que está bien y qué es lo que está mal”, analiza Otegi.
"Si la sociedad está avanzando hacia una línea que, nos guste o no, es la tendencia, tenemos que ser capaces de preparar a esos niños y niñas para poder vivir en sociedad"
Ruth, profesora de matemáticas, era más de pizarra, pero ella, en sus últimos años también se tuvo que adaptar y lo vivió “estupendamente”. Lo tiene claro: “Estamos educando. ¿Qué sentido tiene quedarse anclado en el pasado?”, se pregunta. Marisa tiene la respuesta en clave de futuro. “Estamos educando ahora, en el año 2022, pero estamos educando a personas que van a salir dentro de unos 15 años y no sabemos cómo va a ser la sociedad de entonces. No nos podemos quedar en 1999”, subraya. Y va más allá. “Si la sociedad está avanzando hacia una línea que, nos guste o no, es la tendencia, tenemos que ser capaces de preparar a esos niños y niñas para poder vivir en sociedad. Y luego ya se irán adaptando a lo que les vaya surgiendo en lo que les toque vivir”, argumenta una profesora que no quiere dejar pasar por alto el tema emocional “que tantas vueltas está dando y que la pandemia ha puesto aún más encima de la mesa”. Se muestra concisa en ese sentido: “Es un tema que igual no se toca, pensando que solo es cosa de los pequeños, pero es algo que se tiene que observar siempre. Hay que trabajarlo y estar pendientes de todo lo que vaya surgiendo para poderles preparar desde lo que conocemos, lo mejor posible”.
“La pandemia ha afectado a alumnado, profesorado, madres y padres”
El Deutsche Schule, como no podía ser de otra manera, ha sufrido los efectos de la pandemia. “Nos ha afectado a todos, a padres, a alumnos y a profesores”, lamenta Marise García, la directora. En opinión de Marisa Peña, los que más lo han sufrido han sido los pequeños. “Estamos hablando en unas edades en las que la socialización es muy importante. Han estado en casa con la familia y es el momento de la lectoescritura o de la vocalización, por ejemplo… Con niños y niñas que no saben pronunciar la doble rr, igual hay padres que no saben cómo tienen que fomentarlo. No es su tarea. Además, han llegado al colegio y se han encontrado con un profesorado con mascarilla cuando funcionamos mucho con lo facial y los gestos”, valora. Tampoco se han librado los adolescentes. “Están en esa edad de salir y estar en casa les ha costado mucho”, añade Marise, la directora. “Y otros han perdido la vida”, recuerda Marisa. “Y hablo de culpa como madre, en las ocasiones en las que les hemos puesto las cosas fáciles, no han tenido que vivir ciertas frustraciones ”.
Asier Otegi, por su parte, ha notado en este tiempo “una pérdida de autonomía, igual por la sobreprotección” hacia los más pequeños. Sostiene que hay alumnos que “han dejado de pensar por sí mismos después de la pandemia. Al liberarles, es como que no saben qué hacer. Ha habido un pequeño bloqueo y hay que hacer un trabajo extra. Hemos protegido tanto el entorno que ahora, al quitar los protocolos y restricciones, están como desorientados”, opina el profesor.
“La imagen del profesorado ha ido cambiando y no siempre para bien”
La educación del alumnado no solo es cosa del profesorado. “Es un trabajo en equipo”, apuntan los tres profesores. “A ti, como padre, te importa tu hijo, pero a mí también me importa y eso tiene que quedar claro”, sostiene Marisa Peña. Es más, “si en el tiempo que está tu hijo conmigo, algo no funciona, a mí me disgusta porque algo no estoy sabiendo hacer o algo no he sabido entender para poderle ayudar”, puntualiza esta profesora de quinto de primaria. Por este motivo, “es importante tener esa comunicación y trabajar en equipo”, destaca. Pero no es una labor sencilla, tal y como expone Marisa: “Es como si un médico te receta un medicamento, lo buscas en Internet y al ver todas las contraindicaciones, decides no tomarlo. Somos profesores y nuestra obligación es detectar aquellas dificultades o aquellas cosas que se salen de lo normal para poder ayudar a ese niño o niña lo antes posible y derivarlo a los especialistas si así precisara, que son los que tienen que saber. Si yo como profesora te informo a ti como padre y no confías en mí, y decides no intervenir, a mí me frustra no tener esa confianza para poder apoyar a tu hijo”, declara.
“Se cuestiona todo lo que hacemos cuando se supone que hay una formación y una especialización”
Para Asier Otegi, en este sentido, “la imagen del profesor ha ido cambiando, y no siempre para bien”. Entiende que “se cuestiona todo lo que hacemos cuando se supone que hay una formación y una especialización”. Y lidiar con ese tipo de cosas con algunas familias cuesta porque “creen ver al profesor errar de una manera continua”, lamenta este educador, que tiene claro que la situación “mejoraría si viviéramos en otro tipo de cultura”. Pone la confianza Asier en que “todo eso tiene que cambiar a mejor. Somos un equipo y si alguno no tira en la misma dirección, al que más le va a afectar es al hijo”. Opina que “muchas veces no se ve la labor que hay detrás”.
Marisa entiende que detrás de esa desconfianza están los miedos. “Hay mucha información y puedes encontrar justificación para todo en cualquier momento”, esgrime. “El no tener controlado como padre o madre lo que están haciendo sus hijos, te hace desconfiar a veces de los profesores”, apunta. En este sentido, han visto “una evolución hacia atrás. Esta transformación genera más incertidumbre en algunas familias. Siempre te agarras a lo que conoces. Si te has educado con un formato de educación determinado, todo lo que se salga de ahí, como no lo dominas, te da miedo y encima con tu hijo, que es lo más querido”, apura. Ruth es de las que piensa que la del profesor es una figura que “está en crisis. Socialmente no es una profesión reconocida y valorada”, analiza.
Y, “no hay que olvidar que por las manos de un profesor pasamos todos”, recuerda Marisa con razón y cierta nostalgia.