MANEJABLE, sencillo, asequible y con buena pinta. Así es el nuevo DFSK 500, la sencilla recreación del Seres 3 ofrecido por la propia firma china. El recién llegado prescinde del sistema de impulsión eléctrica original, sustituido por un motor de gasolina (106 CV), del que ofrece también una variante transformada a GLP con etiqueta medioambiental Eco. Además de práctico y poco visto, el nuevo modelo tiene a su favor un precio difícil de mejorar: los 20.995 euros que reclama la versión inicial pueden quedarse en 18.495 financiando la operación.
Hasta hace bien poco, casi nadie había oído hablar de automóviles chinos. Luego, empezaron a difundirse algunas informaciones sobre ellos, a veces marcadas por un cierto desdén fundamentado en la supuesta superioridad tecnológica de los productos europeos. La presencia de los coches chinos en el mercado se va normalizando. Han progresado mucho en poco tiempo, sobre todo en diseño y calidad, y siguen costando menos que sus rivales autóctonos. No es extraño que ganen adeptos cada día.
En esas está DFSK, un coloso en su país que aquí camina de puntillas. Y para empezar a pisar fuerte dirige esta reinterpretación de uno de sus productos conocidos al segmento de los SUV pequeños, uno de los más activos. El nuevo 500 tiene su origen en el Seres 3, reconvertido de 100% eléctrico a térmico de un plumazo. El método de impulsión es el único cambio que distingue a ambos modelos, idénticos desde el punto de vista estético. Quien elija un DFSK 500 se encontrará un SUV de líneas armoniosas y proporciones comedidas (4,38 metros de largo, 1,85 de ancho, 1,65 de alto y 2,65 entre ejes), con cinco plazas teóricas y cuatro reales.
La conversión técnica no comporta alteraciones en la estructura ni en la apariencia del vehículo. La retirada de las baterías alivia algo de peso, pero no depara un aumento perceptible de la habitabilidad ni de la capacidad del maletero (318 litros).
El fabricante oriental implanta en el modelo un propulsor de gasolina suministrado por Mitsubishi. Es un bloque atmosférico de cuatro cilindros y 1,5 litros, que procura un rendimiento de 106 CV. Esta energía se transfiere a las ruedas delanteras con la colaboración de una caja CVT de variación continua. Su aportación consigue lanzar los 1.485 kg del vehículo a una velocidad máxima de 165 km/h. En su versión exclusivamente a gasolina, el DFSK 500 reclama un promedio oficial de 8,3 litros a los cien kilómetros, expeliendo en dicho recorrido 188 gramos de dióxido de carbono.
Esas cifras de consumo y emisiones descienden sensiblemente cuando el modelo es sometido a la transformación técnica que permite funcionar indistintamente con gasolina y con gas licuado. El coste de la intervención, que la propia marca ofrece bajo la denominación ECO, asciende a 2.224 euros, desembolso que se acaba recuperando con el uso debido al inferior coste del GLP. El usuario puede elegir en cada momento qué combustible alimenta al motor; las prestaciones son similares en ambos casos. El gas licuado se almacena en un depósito adicional de 52 litros instalado en el hueco de la rueda de repuesto. Otra ventaja añadida de la mutación a bifuel es que otorga al DFSK 500 el derecho a lucir el distintivo medioambiental Eco de la DGT.
DFSK propone dos definiciones del 500. Curiosamente, elige la denominación Luxury para la más modesta y llama Intelligent a la mejor pertrechada. Para ajustar el precio comparten unas dotaciones básicas correctas, más bien funcionales; aporta recursos habituales en cualquier modelo de su categoría, pero no incluye algunas de las ayudas a la conducción que ya ofrecen otros. Entre sus detalles inusuales adjudicados de serie figuran la tapicería de piel sintética y los retrovisores con plegado automático. El acabado superior justifica su sobreprecio de 2.000 euros incorporando climatizador, freno de estacionamiento eléctrico, techo solar panorámico, y acceso y arranque sin llave.