Diego Urdiales regresó a una plaza en la que nunca había terminado de sacar a relucir su toreo. En esta ocasión, pudo desquitarse con dos grandes faenas que, finalmente, quedaron sin premio, pero que sirvieron para recuperar esa confianza que tiene el riojano, una de sus características más destacadas. “Soy un torero que me cuesta una barbaridad hacer lo que no siento, entonces tengo que buscar lo que siento”, confesó el de Arnedo.
El primero de su lote, Selvalimpia, pintaba bien, un toro a la altura del reto que se había autoimpuesto Urdiales. Sin embargo, en las banderillas sufrió una lesión en la mano derecha que le lastró para el resto de la faena, hecho que no ha evitado que el riojano disfrutase. “Ha sido un toro que me ha permitido sentir cosas muy bonitas, muy especiales. Ya con el capote lo he podido cuajar y disfrutar mucho”, señala tras matarlo.
El segundo de su lote era Tonadillero, protagonista en el encierro de la mañana pero que por la tarde se borró de la corrida. “Es un toro complicado, no hace demasiado caso, pero es algo que sabemos. El toro no ha sido fácil, ha habido que tragarle porque estaba ahí, metido con la cara entre las manos y, de vez en cuando, metía embestidas buenas”, lamentó.
Jornada más complicada la que tuvo Ginés Marín, que como afirmó Borja Domecq, propietario de los Jandilla, le tocó un lote “deslucido y difícil”. “He hecho todo lo que estaba en mi mano. El primer toro ha tenido cosas buenas, pero aburridito”. El jerezano esperaba mejorar las sensaciones con Infante, el último toro del día que tampoco quiso participar en la fiesta. “Muy reservón, guardándoselo todo y soltando la cara sin clase. Ha sido el garbanzo negro de una buena corrida”, describió Marín, que desde su debut en La Monumental en 2017, cuando cortó dos orejas, no ha vuelto a tener premio en Pamplona.
Luces y sombras en los Jandilla que el propio Domecq no ha querido ocultar. “Hay días que necesitas un poco de suerte y hoy no ha habido. El primer toro se ha lastimado la mano y el segundo yo creo que estaba también un poco lastimado. El quinto ha sido un gran toro, me ha dado una pena que lo haya pinchado, ha sido una faena maravillosa y una pena”.
En una jornada que no se han cortado orejas, el ganadero ha señalado que se va “no satisfecho del todo, pero contento” y cerró su intervención resaltando la importancia de la plaza de Pamplona y resumiendo la calidad de los toros que ayer dieron una de cal y otra de arena. “A los toros hay que matarlos y en Pamplona más. El lote de Ginés ha sido el más deslucido y difícil. El de Alejandro me ha gustado mucho, pero una pena la espada”.