Actualizado hace 7 minutos
La rizartrosis se produce porque, con el paso de los años, la articulación que une el dedo pulgar con la muñeca se degenera. Ello lleva a que surjan síntomas como el dolor, la rigidez o la limitación del movimiento, que entorpecen o imposibilitan la realización de actividades en las que participe el pulgar como pellizcar, sujetar objetos o llevar a cabo el gesto de pinza lateral. Se trata de una afección más frecuente en mujeres que ya han llegado a la menopausia o en quienes han desempeñado trabajos manuales de manera prolongada en el tiempo. “En la actualidad, existe otro factor de riesgo: el uso abusivo de las nuevas tecnologías, que puede causar lesiones por movimientos repetitivos al utilizar de forma continuada un ratón o una pantalla táctil”, señala Julio Maset, médico de Cinfa.
Consejos
1.Elegir utensilios con una forma y peso apropiados
Por ejemplo, un cuchillo con un mango más grueso resulta más fácil de sujetar y controlar. También suele ser más sencillo escribir con un bolígrafo con punta de bola, que reduce la fricción entre el boli y el papel. Y las tareas en la cocina serán más fáciles si disponemos de ollas, cazos y cubiertos de aluminio o plástico, pues su ligereza nos permitirá manejarlos más fácilmente.
2. Utilizar aparatos eléctricos en la cocina
En las tareas que impliquen el uso intensivo del pulgar, puedes ayudarte de electrodomésticos como el exprimidor, el pelador, la batidora o el abrelatas. Y en lugar de fregar, puedes emplear el lavavajillas.
3. Liberar las manos siempre que sea posible
Los expertos aconsejan no aguantar mucho peso con las manos si sufres rizartrosis, por lo que un carrito o una bolsa que pueda colgarse del hombro son una buena opción para hacer la compra o transportar las cosas.
4. Evitar forzar el pulgar
Al llevar una maleta, es mejor que tires de ella con los cuatro dedos, no solo con el pulgar. Evita también realizar movimientos repetitivos con este dedo durante largos periodos de tiempo como coser, escribir, cortar alimentos, así como usar en exceso o de manera prolongada dispositivos como el ratón del ordenador o el smartphone.
5. Seguir un programa de ejercicios personalizado
Estos deben estar siempre adecuados a tu diagnóstico y al grado de tu lesión. En las fases iniciales de la rizartrosis, serán de potenciación y de fuerza, como flexionar y extender los dedos sobre una mesa o mover el pulgar haciendo círculos grandes. En las fases más avanzadas, conviene hacer ejercicios activos suaves.
6. Aprovechar lo que nos rodea para ejercitar los dedos
Puedes sacar partido a objetos de tu entorno cotidiano para practicar ese tipo de ejercicios que mejorarán la movilidad de los dedos: encender un mechero, sacar monedas de un monedero, pulverizar un espray, enroscar y desenroscar tapas de diferentes tamaños, rodar, botar o lanzar una pelota, teclear en el ordenador o dibujar, etc.
7. Relajar las manos en agua caliente
Este hábito puede ayudarte a reducir el dolor y la rigidez. También se aconsejan los baños de contraste (alternando agua fría con agua caliente) o aplicar hielo (nunca directamente, sino, por ejemplo, envuelto en un paño o toalla). Tu médico o fisioterapeuta te indicará lo más adecuado en función de tu caso.
8. Consultar al farmacéutico sobre el uso de elementos de ayuda
Por ejemplo, las muñequeras textiles —siempre que inmovilicen también la articulación que une el pulgar con la muñeca— absorben los constantes micromovimientos que se realizan durante el día de manera inconsciente. También permiten realizar actividades cotidianas que impliquen gestos repetitivos o forzados de garra y pinza manual. Durante las fases de mayor dolor, puede ser útil el empleo de férulas de reposo por las noches.
9. Valorar el uso de antiinflamatorios o analgésicos cuando sea necesario
Siguiendo siempre las pautas de tu médico, cuando tengas días de más dolor o vayas a necesitar usar las manos más de lo habitual, puede ser recomendable recurrir a este tipo de fármacos.