Llega el verano y con el calor una de las cosas más apetecibles que hay es echarse una siesta después de comer. A primera hora de la tarde y bajo un sol abrasador nuestra ansia de actividad se ve reducida a cero.
Una cabezada a mitad de la jornada nos permitirá cargar pilas para lo que queda del día. Pero no podemos hacerlo de cualquier manera, ya que no realizarlo de la forma correcta puede tener un efecto contraproducente.
De esta forma, debes evitar cometer algunos errores que harán que la siesta, también conocida como el yoga mediterráneo, cumpla realmente con su función. Diez de ellos son:
1- Echar la siesta en la cama. Debido a que la siesta ideal debe ser corta, es mejor echarla en el sofá que en la cama. Eso sí, es importante cuidar la postura y procurar que nuestras vértebras, tanto lumbares como cervicales, estén estiradas y sin sobrecargas. Echar una cabezada en una postura retorcida sobre una silla tampoco es la siesta perfecta.
2- Dormir justo después de comer. Debemos dejar pasar por lo menos media hora desde que tomemos el último bocado hasta que nos vayamos a la siesta. Así evitaremos la acidez o un posible reflujo gastroesofágico. Estos ácidos del estómago y los líquidos podrían subirnos al esófago y darnos ardor antes de crear úlceras.
3- Tomar cafeína antes de dormir. Debes calcular muy bien los tiempos. Si quieres descansar y estar doblemente activo después de la siesta, aunque parezca contradictorio, los expertos recomiendan tomarse un café justo antes de dormir. La cafeína comenzará a hacer su efecto pasados 30 minutos, es decir, el tiempo que dure la siesta. Si dejas pasar demasiado tiempo, el café ya no te dejará dormir.
4- Obsesionarse con conciliar el sueño. El objetivo de la siesta es dormir unos minutos, pero si no lo consigues no pasa nada. Olvídate de todo, cierra los ojos, relájate, desconecta y descansa, lo que supondrá un importante beneficio para tu cuerpo y tu mente.
5- Hacer siestas demasiado largas. La siesta debe durar entre 15 minutos y media hora como máximo. Con ese tiempo será suficiente para obtener un descanso reparador sin profundizar demasiado en el ciclo del sueño. Dormir más tiempo hará que entremos en fases más profundas del sueño lo que provocará que nos despertemos aturdidos y nos cueste más reanudar la actividad.
Un estudio financiado por la NASA afirmó que el tiempo justo para dormir sin alterar las horas de sueño nocturno es de 25,8 minutos.
6- Elegir lugares con corrientes de aire. Ponernos a descansar en un lugar en corriente puede resultar muy perjudicial. Si tenemos calor, en principio nos sabrá bueno, pero si estamos sudados, el aire bajará mucho la temperatura del cuerpo y podemos sufrir contracturas, resfriados o faringitis.
7- Colocarnos en un sitio ruidoso. Es importante elegir bien el sitio donde vamos a echar la cabezada. Debe ser un lugar tranquilo y silencioso y con una temperatura agradable. Así lograremos un sueño de calidad, aunque sea por poco tiempo.
8- Sustituir al sueño nocturno. La siesta debe ser un complemento al sueño nocturno, pero en ningún caso debe sustituirlo. Puede servir para paliar una fatiga repentina o una somnolencia inesperada, pero nunca para reemplazar del sueño sólido de la noche.
9- Embutido en la ropa. Para descansar bien, la primera condición es estar cómodo. Por ello, debes ponerte ropa floja, incluso si puedes el pijama. Desabróchate los botones del pantalón y de la camisa, suéltate el cinturón y quítate los zapatos. De esa forma facilitarás la circulación sanguínea y la digestión.
10- ¡Ojo con la hora! Ya hemos dicho que debes dejar pasar al menos media hora desde que termines de comer hasta que te sientes a echar la siesta. Pero, no te dilates demasiado, ya que si no tu sueño nocturno puede verse alterado. En verano solemos trasnochar un poco más, pero la hora límite de la siesta debe ser entre las cinco y las seis de la tarde.
Con estos consejos ya puedes disfrutar de una siesta breve pero placentera que te aportará muchos más beneficios de los que te imaginas, entre ellos, disminuye el estrés y previene las cardiopatías, reduce la tensión arterial, aumenta la concentración y facilita el aprendizaje, estimula la creatividad y mejora la productividad.