La Real Sociedad liquidó por la vía rápida su clasificación para la siguiente ronda de la Copa tras endosar una manita al modesto Coria, que bastante hizo con aguantar lo que pudo durante muchos minutos. El problema para este tipo de equipos es que los blanquiazules ya han aprendido la lección y desde que Imanol tomó las riendas ya no se toman en broma o con excesos de confianza ningún duelo. Lo mejor que puede pasar en este tipo de contiendas en las que la diferencia es tan grande para el que debe imponer su ley es que a la primera que ataca y se asoma a los aledaños de la portería rival logre ponerse por delante. Lo hizo la Real y a partir de ahí todo fue distinto, porque contaba con esa red que le permitió actuar con suficiencia, comodidad y sin los habituales apuros previsibles y evitables. Navarro, a los cinco minutos, Cho, en un golazo, y Brais, de penalti, anotaron antes del entreacto y un ilusionante doblete de Karrikaburu cerró la goleada. Dos goles de delantero centro a la vieja usanza, sencillamente lo que es, sentenciaron y coronaron el choque.
“Voy a sacar el mejor once posible y ya habéis visto la convocatoria”. Imanol Alguacil lo dejó claro en la víspera, aunque sonara borde y cortante. Los mejores. O los que consideraba él los mejores para superar la eliminatoria ante un adversario que, recordamos, compite en tres categorías inferiores. El técnico recurrió a un once reconocible en su vuelta a la competición, con Remiro en la portería, es decir sin arriesgar lo más mínimo, con Aritz en el lateral de nuevo, Le Normand y Zubeldia en el eje de la zaga, y Rico, recuperado, en la izquierda. En la sala de máquinas, un poco habitual en las rondas previas de Copa Zubimendi, junto a Brais y Silva; y Navarro, Sorloth y Momo en punta, en un aparentemente claro 4-3-3 a falta de confirmación cuando se inició la contienda. Enfrente un Coria con el once que más o menos anunció y desnudó Imanol con el agravante de jugar en un escenario supuestamente impracticable.
La Real intentó liquidar la eliminatoria por la vía rápida y lo consiguió. La verdad es que, para ser justos, el terreno de juego tampoco estaba tan mal y el balón circulaba sin que se paralizara por los charcos. Los donostiarras lograron marcar en su primer acercamiento, en una preciosa y precisa pared entre Momo Cho y Brais, que definió Navarro a las mallas. La típica acción que marca diferencias.
Después de una opción de Rico, que se marchó alta, y del local Luque, que no logró superar la floja salida de Remiro, a los diez minutos, en su segunda ocasión nítida, la Real dobló su ventaja y sentenció la eliminatoria. Zubeldia puso en el área un despeje de un saque de banda y Cho colocó su remate en la escuadra. La Real era mejor, pero tampoco lograba generar demasiadas ocasiones de peligro. A Navarro le hicieron un posible penalti en un agarrón y Sorloth culminó con un disparo alto una buena recuperación de Brais. Los locales fueron poco a poco rehaciéndose a los dos mazazos e Isma desperdició un remate franco a bocajarro y a botepronto que se le escapó fuera.
Casi en la última acción antes del descanso, en la mejor jugada de la Real, Silva fue derribado en el área y el penalti lo transformó con contundencia Brais para subir el indiscutible 0-3.
En la reanudación Imanol comenzó a introducir cambios para no forzar a sus mejores jugadores. Cho y Brais estuvieron muy cerca de ampliar la ventaja sin fortuna antes de que, en los minutos finales, compareciera Karrikaburu para cerrar la goleada con dos dianas marca de la casa. En la primera aprovechó un despeje del portero para que le rebotara y se colara en las redes; y en el segundo, fiel a su instinto, culminó una enorme asistencia de Pablo Marín, que ve huecos donde a los demás se les hace de noche.
0-5, lo esperado con la enorme diferencia que separa a ambos equipos, y la Real ya parece preparada para afrontar el regreso a la competición de Nochevieja frente a Osasuna. La evidencia es que hace tiempo que este tipo de duelos los liquida por la vía rápida. Justo lo que no lograba hacer antes. Que pase el siguiente.