Llegados a este punto, quién más o quién menos hace sus cuentas de la lechera. Nada mejor que disponer de una de las estrellas del equipo rival para ser consciente de lo que queda por venir. El ínclito Isi, una expresión que conocemos muy bien por estos lares. Y si ganamos al Rayo, al Levante y al Cádiz... Y si vencemos en casa al Betis y al Barcelona... Pues nada. En tres partidos solo dos puntos y las opciones europeas que comienzan a estar en duda. Estaba avisada la Real, los partidos de Vallecas no son fáciles. Menos aún ante este Rayo de Iraola, al que le gusta presionar y correr. Que prefiere dominar los partidos a través de la posesión. Los realistas no entendieron nada. O simplemente no esquivaron lo que no se puede hacer en un escenario como es Vallecas. Lo peor es que lograron lo más importante, al ponerse por delante, pero desde ese momento, en lugar de venirse arriba y gestionar la situación con solvencia y madurez, se vinieron abajo de forma inesperada y lamentable, sobre todo en la segunda parte, en la que solo tuvieron una ocasión para marcar nada más reanudarse el encuentro y en la que poco a poco se vieron sometidos hasta el punto de que tarde o temprano estaba claro que iban a encajar un gol. Y es una pena, porque el triunfo era un tesoro de un valor incalcaluble a estas alturas de la campaña. Los cambios no mejoraron nada a la Real, que se vio presionada y encerrada por los madrileños hasta que encajaron un maldito gol del empate del que esperamos no acordarnos al final del curso.
A día de hoy, una victoria vale su peso en oro, por lo que un empate, aunque siempre sea bueno sumar fuera de casa, no sacia el apetito supuestamente voraz de un equipo que sueña con entrar de nuevo en Europa. Lo cierto es que la Real no acreditó dicha necesidad y, lo que es peor, fue incapaz de revelarse al mal encuentro que estaba completando. Si el bloque no funcionaba, las individualidades tampoco acudieron al rescate y la consecuencia fue una decepción destacable. Dolorosa.
Curioso
La Real necesitaba reencontrarse con el gol, y la solución que ideó Imanol fue la de apuntalar su medular con Illarramendi y prescindir de dos elementos ofensivos llamados a marcar diferencias como Januzaj e Isak. Gorosabel entró por Zaldua, Zubeldia aguantó a pesar de la presión popular de sus haters y Portu se erigió en la otra gran novedad, para actuar en el 4-4-2 junto a Sorloth.
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La Real arrancó bien el partido, como le gusta. Mandando, sin arrollar. Como si su ritmo fuera poco a poco desnivelando la contienda a su favor, e inclinando el terreno de juego hacia la portería vallecana. A los tres minutos, Zubimendi vio cómo no le entraba nadie y avanzó muchos metros antes de asistir a Portu, quien, solo en el mano a mano, y tras un mal control, no logró superar a Dimitrievski. Los realistas controlaban la situación, pero tenían problemas para generar oportunidades de peligro. Sin apenas disponer de más opciones de remate, hubo que esperar hasta el minuto 33 para que Sorloth, por fin, se diera cuenta de que el camino más corto para marcar gol es buscar el disparo. El noruego recibió un buen pase de Gorosabel y, después de amagar en dos ocasiones, soltó un latigazo que se coló sin remisión pegado al palo.
Ya en ventaja, el Rayo despertó y la Real sesteó. Unai obligó a Remiro a hacer una buena parada, Álvaro también probó al meta y el de Errenteria no encontró portería en la última. Buen momento para refugiarse en el descanso.
Cambios
Imanol movió ficha en la caseta. El técnico quitó a Zubeldia, que además tenía tarjeta en la única falta que había hecho el equipo, y a Illarramendi para dar entrada a Aritz y Januzaj. El belga está llamado a marcar la diferencia ahora, en la ausencia de Oyarzabal, pero, aunque sus detalles de calidad son únicos, lo cierto es que no es capaz de liderar el ataque de la Real. En este sentido, en carisma, personalidad y liderazgo no le llega ni a la suela del zapato a Oyarzabal. Por mucho que nos ponga a todos de pie con sus series de caños, más propios de gif de redes sociales que de vídeos de grandes estrellas de este deporte. Como en breve se va a anunciar su renovación, algo que nos pone contentos a la gran mayoría de la afición txuri-udin, esperemos que sea consciente de que tiene que dar un paso más para estar a la altura de las circunstancias. No es cuestión de centrar todas las críticas en el bruselino, porque pocos minutos después el que saltó al campo fue Isak, escorado en la izquierda, y su aportación fue absolutamente insignificante. Si los buenos no marcan diferencias, no hay nada que hacer. Incluimos en esta bolsa a Portu, que no marca un gol ni al arco iris y a Merino, que tras su lesión en el pie y las semanas que se ha pasado sin entrenar está a años luz de su mejor nivel.
Lo más triste es que en la primera acción de la segunda mitad la Real estuvo muy cerca de sentenciar el duelo, en una buena jugada de Januzaj a pase de Rafinha dentro del área cuyo disparo lo detuvo el meta local sin que Merino aprovechara el rechace. Inesperadamente la Real dio un paso atrás, comenzó a defender muy cerca de Remiro, como lo confirman los dos disparos lejanos de Fran García y Valentín, a los que respondió con firmeza y seguridad Remiro.
No es que el Rayo estuviera arrollando y haciendo sufrir a la Real, pero el empate se veía venir. Los realistas no eran capaces de salir al ataque y dar al menos algún susto. El partido se convirtió en una tensa espera de la igualada que llegó a falta de trece minutos para el final, en una jugada que nació en un saque de banda, para variar, y que Guevara defendió con una fragilidad y una indolencia incomprensibles, sobre todo cuando acababa de saltar al campo. Falcao, que es de esos futbolistas especialistas en pasar por ahí, cazó la pelota en el primer balón que tocaba.
Todavía quedaba tiempo, algo que no se sabía si era bueno o malo. La realidad es que el equipo realista no volvió a atacar y que el Rayo, aunque lo intentó, tampoco. Ninguna ocasión reseñable por parte de los dos equipos.
En resumen, cuidado. A la Real le quedan cuatro jornadas, dos de ellas ante el Villarreal y el Atlético, que se pueden estar jugando sus opciones de Champions. Cuando mejor lo tiene el equipo txuri-urdin, en el momento en el que puede dar un puñetazo en la mesa, siempre pierde pie. Y esta vez no fue ante un contrincante que le precede en la tabla. Este era uno de los duelos que se podía y se debía haber ganado. En el momento en el que no lo consigues, te encuentras en una situación de déficit. Cuando acumulas tres jornadas sin ganar, a la hora de la verdad, peligro, porque se escapa el tren...
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