"Tengo ganas de escuchar el oe, oe oe, Isak", declaró el sueco en mitad de la pandemia cuando los goles se celebraban en mitad de un vacío más propio de un cementerio que de un estadio de fútbol. El sueco lo necesitaba. No es normal todo lo malo que le está sucediendo este curso en el que a su inesperada sequía anotadora que ha provocado que solo llevase un tanto en todo 2022 hay que sumarle que el pasado martes se quedó sin disputar el Mundial al perder con su selección en Polonia. En el norte son bastante más fríos, pero el hecho de que no haya anotado en ninguno de los dos partidos que disputó ha motivado que se llevase unos palos que seguro que le han escocido más que los que está recibiendo por estos lares. Los goleadores son así, cuando entran en crisis les cuesta darle la vuelta y la única forma que tienen para solucionar su problema es viendo puerta. La cuestión es que semana a semana su falta de puntería ha ido aumentando sin que en el club pareciesen darse cuenta de que el contratiempo cada vez era de mayor calado.
El punta es un tipo frío, al que parece que no le agobian las críticas pero que disfruta haciendo feliz a la afición txuri-urdin. Ayer, jugando en la izquierda como solución de Imanol ante las bajas de Januzaj (nos acordamos mucho de su absurda tarjeta en Sevilla, hay que madurar de una vez) y de Oyarzabal, y cuando peor pintaba la cosa al acabarse la energía después de superar con creces al Espanyol, Isak sacó fuerzas de flaqueza para echarse el equipo a sus espaldas y buscar una jugada milagrosa que le diese los tres puntos. No dejó de creer y en el descuento, a pesar de su rompecabezas ante la portería rival, no dudó en asumir la responsabilidad para otorgarle desde los once metros tres puntos de oro a la Real.
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El fútbol es efímero y desagradecido, pero sorprendentemente circula una corriente en la parroquia txuri-urdin que parece tener asumido que este verano se marchará Isak. Que levante la mano el que de verdad piense o crea que es un buen momento para vender a uno de los mejores delanteros de Europa jóvenes, por el que no han dejado de interesarse gigantes del Viejo Continente desde hace dos veranos, cuando tiene 22 años, está completando un curso más que discreto y se ha quedado sin jugar el Mundial. ¿Estamos locos? Isak no se vende y el que lo quiera ya sabe lo que cuesta. Y si no se acercan y se ha llegado a un compromiso verbal con él para allanarle el caminó a un club con mayor músculo, que llame a la puerta el año que viene que le recibiremos con educación y un tesorero. "Oe, oe, oe, Isak, Isak...".
La vuelta a los lunes fue tan fría como cabía esperar. Ni el soleado día atrajo al aficionado txuri-urdin, al que el horario le echó para atrás después de semejante atracón de partidos como los que acumulan los blanquiazules. Más de dos semanas después de haber superado con nitidez al Sevilla en su estadio a pesar de no pasar del empate, la Real volvía a competir en su feudo en un encuentro ante el Espanyol en el que tenía prohibido fallar si pretendía entrar en Europa. Imanol se defendió en su rueda de prensa al afirmar que no es más conservador que en las anteriores temporadas. Para demostrarlo o no, apostó por su once más ofensivo de la campaña. Con Gorosobel y Zubeldia como novedades en la zaga; Rafinha y Silva por fin juntos en la medular en detrimento de un Merino que era suplente por primera vez este curso; y con un peculiar tridente con Portu, Sorloth e Isak en punta. Mientras, el Espanyol presentó como innovación la entrada de Oier Olazabal en la portería, con Loren sustituyendo al lesionado RDT.
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El equipo realista no tardó en encerrar a su oponente, al que llegó a llegó a maniatar con una posesión del 72% antes del entreacto. Con Rafinha y Silva como maestros de ceremonia, bien escoltados y protegidos por Zubimendi, los blanquiazules llegaron a bailar a su oponente, aunque, la verdad sea dicha y como es habitual este curso, sin llegar a generar apenas peligro. Con muy poco colmillo. Nada nuevo. En ese sentido, da igual el día y la hora, a la Real le tienen muy calada que le cuesta un mundo hacer gol, por lo que todos los visitantes de Anoeta se presentan con la lección bien aprendida. Bien colocados, fuertes, concentrados y a la espera de cazar una contra. Lo cierto es que parece fácil, pero con los siete 1-0 mediante, la realidad es que está muy lejos de ser una misión sencilla.
Pocas ocasiones A pesar del acoso, lo único destacable del primer curso fue un disparo a bocajarro de Zubimendi que desvió con la cara Oier y dos remates de Le Normand, que se marchó alto, y de Silva, asistido tras un buen robo y conducción por Rico que detuvo el meta de Irun. Sin hacer apenas nada en ataque, el Espanyol dispuso de dos cabezazos de Cabrera y Puado a centros de Embarba y en un chut lejano del exrayista que atrapó Remiro.
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Nada más comenzar la segunda parte llegó la acción polémica del encuentro. Un centro de Silva lo remató a la red Sorloth, pero Jaime Latre, que siempre ha sido muy malo, lo anuló a instancias del VAR por una supuesta falta por un mínimo contacto con Cabrera, que exageró lo que no está escrito. Una vez más, el videoarbitraje, en lugar de perseguir y condenar al tramposo que finge, le amparó. Lo de siempre, inventan una herramienta magnífica para hacer más justo el fútbol y, como son así de incompetentes y se parapetan unos a otros para no pisarse la manguera, lo convierten en un arma letal que protege al que simula. Se van a cargar el fútbol.
Este fin de semana, solo faltaba la aportación de Jaime Latre, un incompetente de manual, para sellar unas jornadas más negras que nunca del sospechoso colectivo arbitral. Ahora no tardarán en aparecer las voces que afirman que la falta final de un patoso Calero a Merino fue un penaltito, que puede ser verdad, pero lo que no admite discusión es que el contacto con el navarro fue mil veces más fuerte que el soplido al uruguayo de Sorloth. Que se entiendan ellos, que nosotros bastante hacemos con aguantarles y sobrevivir en su teoría del caos, que no hay quien la aguante.
La Real lo había intentado sin parar también en la segunda parte, pero otra vez más no le daba para encontrar buenas posiciones de remate ante la poblada defensa catalana. A Rico se le escapó un lejano obús por muy poco; Isak, tras un magnífico slalom y después de apoyarse en una pared con Naïs, vio cómo su chut lo desviaban a córner; Rafinha no dirigió su cabezazo en plancha; y el propio extremo del Sanse rozó la escuadra en un fuerte disparo desde dentro del área.
Cuando parecía todo el pescado vendido, en el descuento, Remiro atajó con apuros un chut muy lejano de Yangel que se envenenó con el bote y casi en la acción final llegó el citado penalti de Calero a Merino (no se comprende muy bien a qué viene la torpeza de propinarle semejante empujón dentro del área). Y gol, de penalti, para celebrar el aniversario de la Copa. Octavo 1-0 en lo que se ha convertido, sin duda, más que en el denominador común de los éxitos realistas este curso, en el exponente del modus operandi de este equipo, que apenas encaja y que casi siempre genera mucho más que su adversario hasta encontrar, normalmente más tarde que pronto, su recompensa.
Nadie puede discutir la justicia de su nueva victoria cuando Villarreal y Athletic, sus perseguidores, se frotaban las manos antes de enfrentarse entre ellos el próximo fin de semana. Uno se pone a seis y el otro a siete puntos y quedan ocho jornadas. Una menos. La Real sacó adelante otro partido en el que no podía fallar. Lo hizo con un gol de Isak que debería prender la mecha de un necesario sprint anotador que vuelva a meter a la Real en Europa. No nos olvidemos, unos malos meses los tienen todos los delanteros del mundo, hasta los mejores de la historia, pero que nadie nos haga perder la perspectiva, la dirección deportiva no va a encontrar en el mercado un ariete con las posibilidades de Isak. Oe oe oe...