Reala

Triunfo de la Real (2-1) ante el Espanyol en Anoeta: larga vida a esta Real

El equipo txuri-urdin logra su segunda victoria seguida en casa ante un incómodo Espanyol gracias a los goles de Sorloth y de Brais
Kubo y Sorloth celebran el gol del triunfo ante el Omonia que marcó el noruego, y en el que asistió el japonés.

Cuando las cosas se tuercen y se pasa en horas del cielo a la tierra, donde anida la cruda realidad, no tardan en aparecer las voces más agoreras y escépticas. Los que no quieren creer y viven poniéndose en lo peor con una mentalidad negativa a la que, normalmente, le suele fallar demasiado la memoria. No la histórica, sino la reciente. La Real volvió a ganar por la mínima, su resultado fetiche en los últimos meses, a un complicado y exigente Espanyol que demostró contar con un potencial aéreo fuera de lo normal. Cabeceó todo lo que llegó a los aledaños de Remiro e incluso igualó gracias a una magnífica jugada de estrategia a la salida de un córner cuando los locales habían logrado abrir el marcador. Pero a lo que íbamos, a lo importante. En su segundo triunfo por la mínima de la semana, con todo el mérito que ello conlleva a pesar de la talla de su anterior rival, la Real volvió a confirmar que da gusto verle jugar. Que es un equipo alegre, ofensivo, que no sabe especular y que engancha y deleita a su entregada parroquia.

Con futbolistas de la categoría de Zubimendi, Brais, Kubo, Merino o Silva, todo es mucho más sencillo y lo normal es que en la mayoría de encuentros sean superiores a sus contrincantes en esta Liga. Pero, a día de hoy, hay que volver a recordarlo y destacarlo, ayer selló su primera victoria en casa, la tercera en esta Liga sin Le Normand, su líder de la zaga, sin Oyarzabal, su alma y su emblema, sin Carlos Fernández ni Sadiq, sus grandes inversiones para reforzar su ataque, y sin su mejor proyecto de futbolista como Barrenetxea. Tiene muchísimo mérito y merecen que se lo valoren. Si el jueves salimos cariacontecidos porque es cierto que Anoeta merecía una actuación distinta, lo cierto es que la alegría y la satisfacción fueron completas ayer gracias a los goles de Sorloth y de Brais. Como no podía ser de otra manera, en los minutos finales compareció de nuevo el miedo con el asedio de los espanyolistas, que se saldó con dos sustos morrocotudos que no fueron a mayores.

Imanol Alguacil apostó por el que probablemente sea a día de hoy su once de gala con permiso de Cho. El técnico aprovechó las rotaciones del jueves para hacer otros siete cambios en el equipo. Gorosabel y Aihen regresaron a los laterales; Pacheco acompañó a Aritz, lo que supuso la suplencia de Zubeldia; Zubimendi y Silva fueron los vértices del rombo; y Kubo y Sorloth, los protagonistas de la revolución de la segunda parte del jueves y artífices del triunfo, esta vez salieron de inicio. Más o menos lo esperado.

El Espanyol se presentó en Anoeta sin el polémico RDT, pero con Joselu, un ariete que siempre ha hecho mucho daño a la zaga realista y que justificaba la suplencia de Zubeldia sobre todo si tenemos en cuenta lo sucedido en la última visita a Mendizorroza.

Tras el tedio sufrido el pasado jueves, la afición txuri-urdin por fin pudo disfrutar de una buena y atractiva primera parte, en la que el Espanyol no salió a encerrarse y trató de complicarles las cosas a unos realistas en una versión mucho más acertada, aplicada y competitiva. La vuelta de un Zubimendi que, como no firme pronto su renovación nos va a dar algo, visto el nivel que demuestra en este inicio de curso, y las inspiraciones de dos auténticos jugadorazos como Merino y Brais nos permitió paladear un gran fútbol, ese que tanto nos gusta. Al minuto un combativo Sorloth, con sus habituales luces y sombras, pero que completó un buen acto inicial, ya generó peligro con una internada en la que tardó demasiado en dar el pase de la muerte. Incluso Silva, que esta vez no tardó en frotar la lámpara, recuperó una pelota a los tres minutos, pero su disparo detuvo Álvaro Fernández. El siempre picante y batallador Kubo probó suerte con una volea en un rechace antes de que se dejara la vida en una presión al meta, que le hizo un penalti como una casa que además hubiera supuesto su expulsión, pero su corte avanzó lentamente en paralelo a la línea de fondo hasta que apareció Sorloth para anotar a placer el 1-0.

Cuando los aficionados todavía no habían acabado casi de celebrar de espaldas el tanto, llegó la acción del empate en una jugada de estrategia imperdonable de encajar con tan poca oposición. Los catalanes sacaron en corto en una maniobra de distracción y en el área hicieron un barrido para que Darder sirviera a Edu Expósito, que igualó sin oposición desde la frontal con la ayuda de algún rebote. Un error imperdonable para un conjunto al que le cuesta tanto ver puerta y desnivelar sus partidos.

Reacción

Los realistas fueron conscientes de que la habían pifiado y no tardaron en enchufarse, con minutos de muy buen juego y liderados por un Merino estelar y capital. Un centro suyo lo cabeceó Sorloth y le obligó a Álvaro a hacer una buena parada. Minutos después, el navarro recuperó un balón en posición adelantada, se internó y asistió con maestría a Brais, que definió tras controlar con muchísima calidad. Cuarto gol del gallego, al que se le ve feliz y entregado a la causa. Remiro, que últimamente está pecando de excesos de confianza, casi regaló otro empate a Joselu, pero al menos reaccionó bien. El delantero volvió a probar al meta en un fallo de pase de Silva. Sí, es posible, como suena. A veces hasta ocurre. Fue Merino quien lideró la ofensiva final antes del descanso con un pase exacto al de Portu en la final de Sevilla que Sorloth no pudo culminar tras perderse en su recorte, algo poco comprensible porque era un balón de oro.

En la reanudación el Espanyol no tardó en confirmar su potencial por arriba con dos cabezazos de Calero y Joselu que pusieron el corazón en un puño a la grada. A la Real le costó más entrar en el duelo, pero, tras una bonita combinación, Zubimendi abrió a Sorloth, cuyo disparo con la derecha lo salvó Álvaro. Un córner de Kubo perfecto no lo cabeceó bien Aritz, antes de que, en otra acción grupal magnífica de los txuri-urdin, Merino sirviera a Silva, cuyo disparo salió lamiendo la madera. Kubo fue el último en probar suerte, pero su chut no puso en apuros al riojano.

A partir de ahí, a organizarse y encerrarse atrás. Y a sufrir, por supuesto. Cabrera dispuso de la mejor ocasión en otra falta, pero Remiro salvó milagrosamente, a pesar de que tenía que haber salido antes. En la prolongación se produjeron dos sobresaltos y Cho estuvo cerca de sentenciar en la otra portería.

Y se acabó. Aguantó la Real. Cuando muchos se esfuerzan en pintar un presente y futuro descorazonador y en destacar lo buenos que son los demás, muchas veces nos olvidamos del extraordinario potencial que mantiene este bloque al que mejoran las llegadas de Brais, Kubo y Cho. Poco a poco, paso a paso, coger el ritmo y situarse entre los mejores. Algo a lo que está acostumbrado este equipo por mucho que no tarden en enterrarlo o dudar de él. Larga vida a esta Real. 

19/09/2022