Reala

Real Sociedad-Omonia: Un susto de muerte

Una Real lamentable está a punto de dejarse dos puntos clave ante un Omonia menor que empató e incluso creyó en la victoria
Álex Sola

El Omonia de Chipre no empató en Anoeta porque un tal Bruno no engatilló bien un disparo en el descuento. Les parecerá un comentario despectivo, pero si alguien hizo de menos ayer al modesto club insular fue la Real, que se llevó un susto de muerte. Hay algunos equipos que saben sobrevivir a días como estos en los que la victoria es obligada, sin apenas atractivos, en los que tienes poco que ganar y en el que tu portero debería pasar como un mero espectador los 90 minutos. La Real no. Si no coge ritmo y logra distanciarse en el marcador, acaba metiéndose en un lío bárbaro que le puede costar muy caro. Un simple balón en largo frontal, sin ningún peligro, acabó convirtiéndose en el gol del empate chipriota cuando solo faltaban veinte minutos para el final de la contienda. Una jugada aislada, sin nada que ver con el transcurso del encuentro, que un equipo y una defensa que se tiene por seria y que viene de ganar en Old Trafford no debería acabar en las redes nunca en la vida. Así es imposible. La mejor noticia y la clave del triunfo txuri-urdin fueron que el Omonia igualó el choque demasiado pronto, cuando todavía faltaba tiempo suficiente como para que los realistas aprovecharan una ocasión que por inercia simplemente iba a llegar.

Real Sociedad-Omonia: Anoeta sufre más de lo esperado N.G.

La Real sumó tres puntos vitales frente a un rival menor que incluso llegó a creer en la victoria después de haber marcado con un centro que se paseó por delante de Remiro. Menos mal que Kubo, con su calidad, y Sorloth, que esta vez sí apareció en el sitio que se le exige a un delantero centro sin caer en fuera de juego, fabricaron el gol de una victoria sospechosa y casposa. De las que restan en lugar de sumar. Lo peor es que venían avisados después de los tropiezos ante el Sturm Graz y el Rijeka y estuvieron muy cerca de meter la pata de pata de forma imperdonable. Porque no haber vencido ayer no hubiese tenido la más mínima justificación posible. Este era el nivel de los isleños.

Imanol sorprendió y mucho con la alineación. Se esperaban cambios o rotaciones, o como se llame lo que se suele hacer en semanas de dos partidos, pero el once fue inesperado con siete caras nuevas respecto al equipo que salió en Getafe. En defensa se mantuvo Sola, a pesar de pedir el cambio con vehemencia el domingo como si estuviese lesionado, con Aritz de pareja de Zubeldia y Rico reapareciendo en la izquierda. En el centro del campo, Zubimendi por fin descansó, con los estrenos de inicio de Guevara e Illarra junto a Merino y Brais, de mediapunta. Arriba, Cho y el flamante debut de Jon Karrikaburu en la punta de ataque. Si el partido tenía atractivos después de una semana deprimente por las lesiones, la primera titularidad de la joya de la corona le dotaba de una connotación especial e histórica. La primera de muchas, sin duda. O eso deseamos todos.

El Omonia compareció con muchos cambios respecto al equipo que cayó con contundencia frente al Sheriff en su estreno europeo en casa.

No tardamos mucho en constatar la tranquilidad de Imanol para arriesgar tanto. Los chipriotas eran poca cosa. Si encima jugaron con la unidad B, la realidad es que no eran capaces de salir de su campo con la pelota controlada. A pesar de ello, lo que comenzó como un proyecto de goleada no tardó en convertirse en el habitual “Firmo el 1-0” mediada la primera parte. Los realistas no conseguían desequilibrar el entramado defensivo visitante porque sus posesiones eran lentas, previsibles y sin chispa. Y a ese ritmo es complicado avasallar al club más laureado de Chipre y a un Tercera División. Lo cierto es que Imanol pidió el apoyo de su afición, pero a esta también hay que darle más para que se enchufe y, sobre todo, disfrute. No es normal que ante un contrincante de ese nivel el caudal de ocasiones antes del descanso sea una de Brais nada más empezar después de recuperar la pelota dentro del área y finalizar con un remate al muñeco; un cabezazo fallido de Aritz a centro de Merino; y el gol de Guevara. Si alguien se lo merecía era el vitoriano. Vilipendiado y ninguneado por muchos cuando es un futbolista de lo más fiable que ha rendido al nivel exigido en el 80% de las ocasiones que ha jugado. No puede purgar de forma tan cruel un error frente al Betis en la eliminatoria de Copa. Un chaval de la casa, adorado en el vestuario y que juega muy bien. 

No será tan bueno como Zubimendi, porque este es el mejor proyecto para sustituir en la selección a Busquets, pero, sin duda, se trata de un futbolista con clase, visión de juego y tácticamente referencial. El gazteiztarra depositó en la escuadra un rechace por el que porfió Merino. Su primer gol en Anoeta en su peor momento. Estas cosas reconfortan. Ojalá le permita recuperar lo buen futbolista que ha sido siempre y que sería titular en la mayor parte de los equipos de Primera. Pero poco más. Insistimos, si se pide el respaldo de la grada, hay que ofrecer bastante más. Imanol se retiró a los vestuarios con cara de muy pocos amigos. Normal. Así se juega innecesariamente con fuego y no se va a ninguna parte en Europa.

La Imanolina surtió un efecto contraproducente, porque la segunda parte fue aún peor. Sorloth no definió con precisión un buen servicio de Rico. Es decir, hasta que llegaron los cambios la Real ni se acercó a la meta chipriota, mientras se mostraba cada vez menos precisa con la pelota despertando el lógico y creciente run-run de desconfianza en la grada. Esta película ya la habían visto. Tras otra ocasión en la que Navarro no llegó a rematar se produjo el dramático tanto del empate. Un balón largo vertical que Sola no acompaña para proteger el desmarque, Aritz cometió un error garrafal e impropio de esta categoría y Remiro salió fatal al ser incapaz de apagar un fuego que no era su responsabilidad. ¿Consecuencia? Gol de Bruno a puerta vacía y el estadio sobrecogido. 

Tras otro sobresalto morrocotudo en un centro sin rematador de los visitantes, Guevara se internó y su centro lo salvó el meta. Justo antes de que Kubo, que siempre está en todas las salsas, sirvió en bandeja la gloria al aclamado Sorloth. Un gol que vale tres puntos. Ni siquiera con todo a su favor los realistas sentenciaron el duelo y se dejaron de sustos. El japonés dispuso de dos buenas opciones para aniquilar a los isleños, pero debe mejorar el punto de mira y su contundencia.

Final. Otro triunfo por la mínima ante los suplentes de una plantilla compuesta por jugadores que no tendrían hueco en Zubieta. Ese es el resumen del decepcionante triunfo de la Real ante el Omonia Nicosia. La clasificación está casi en el bolsillo, pero toda la confianza y la seguridad que nos insufló lo sucedido en Old Trafford se han evaporado. Con esta actitud y esta falta de competitividad parece imposible que no llegue más pronto que tarde el tropiezo que estuvo a punto de suceder ayer en Donostia, ante su gente, que necesitaba alegrías y goles para salir de la deprimente semana que había vivido por culpa de las lesiones. Aunque hayan vuelto a ganar, que solo faltaba, es complicado explotar un globo tan ilusionante de forma tan rápida. Ahora les tocará a ellos volver a arrancar y a convencer. Anoeta sí que no se merecía algo así...

16/09/2022