"A ver si ahora somos nosotros mismos", repitió con gesto serio y preocupado Jokin Aperribay en los micrófonos de Movistar durante el descanso del encuentro ante el Leipzig. Tarde, con tres días de retraso, pero la Real volvió a ser el equipo que tanto nos gusta. Alegre, dominador, ofensivo y con muchísimos canteranos. Hasta un total de diez en los 90 minutos contando los cambios, con tres jugadores del Sanse que estuvieron a la altura y no solo no desentonaron, sino que asumieron un papel protagonista. Si alguien conoce una mejor receta para borrar de un plumazo la decepción de una de las semanas más negras de los últimos años que se presente y nos la cuente. Una Real bajo mínimos, ingresada en la UCI por sus problemas físicos, como lo acredita que hubiese ocho caras nuevas en su once, dio una gran alegría a una parroquia deprimida tras sus dos últimas derrotas. Cuando sacas adelante un reto de esta manera, con muchos futbolistas poco habituales y lo haces además de forma solvente, siendo muy superior a un siempre difícil Osasuna, se puede catalogar como una victoria de entrenador. Imanol siempre se jacta de tener a todos sus jugadores enchufados, algo que no siempre parece correcto, pero, desde luego, ayer la unidad B le respondió con creces y estuvo a la altura del gran reto que se le había presentado por el hundimiento de los habituales titulares. Un gol de Aritz Elustondo, de la casa cómo no, marcó las diferencias ante un Osasuna que no pareció darse cuenta de que disponía de una clara opción de asaltar Anoeta. Cuarto gol del defensa, ayer lateral, que es uno de sus jugadores especiales en el área gracias a la fe inquebrantable con la que busca los balones. Viendo la ilusión que le hace ver puerta, merece mucho la pena disfrutar de que se erigiese en el héroe con un gol partita. No sabemos si, en el caso de que jugase de delantero, marcaría diez o quince goles por año, como se jactó Piqué en Nápoles, pero seguro que anotaría bastantes. Y de los importantes.
El resultado fue injusto porque, una vez más, se quedó corto y se pudo pagar muy caro. Es más, Nacho Vidal nos encogió el corazón al batir a Remiro, pero estaba en fuera de juego. En su metamorfosis hacia ese equipo más fiable en defensa, ayer otra portería a cero a sumar a la cuenta, ha perdido una bolsa de goles, lo que convierte que cada victoria se rubrique con sangre, sudor y lágrimas. No es fácil ser seguidor txuri-urdin esta temporada, porque no hay nada mejor en el fútbol que la fiesta del gol. Solo tres equipos han marcado menos. Así es muy complicado soñar en grande.
Imanol revolucionó el once hasta el punto de que era difícil situarlos en el campo antes de que saltaran al verde. En total introdujo ocho cambios respecto al equipo que perdió el jueves ante el Leipzig. Solo repitieron Aritz, Le Normand e Isak, que además parecía descartado tras el encuentro frente a los teutones. Cuando comenzó el partido vino la segunda gran sorpresa de la tarde por la ubicación de varios realistas. El técnico devolvió la portería a Remiro y regresó a la defensa de cuatro, con Aritz y Gorosabel, a banda cambiada, en los laterales, y Le Normand y Pacheco, en el eje de la misma. En el centro del campo se estrenaba Illarra, algo que se veía venir en las últimas semanas, ya que Imanol tenía muchas ganas de volver a darle una oportunidad. Merino, una vez recuperado de su conmoción cerebral, tomó las riendas del equipo de nuevo, con los extremos del Sanse Naïs y Ander Martín, que se estrenaba como titular, y el citado Isak. No cabe duda de que el estado físico del plantel es dramático. Lo malo es que si no sueles rotar casi nunca, cuando lo haces y le cambias la cara al once, hay demasiados futbolistas cuyo rendimiento es una incógnita y resulta muy arriesgado.
Tras un comienzo algo titubeante, algo normal cuando varios realistas no habían jugado casi nunca juntos y otros venían de procesos largos de inactividad, la Real completó una buena primera parte. Sin exageraciones, pero dominando y siendo superior a un Osasuna que le esperó a la misma altura que el Athletic para cerrarle los pases interiores a su centro del campo. La mejor noticia, de largo, fue que el conjunto txuri-urdin se enchufó en el partido en el momento en el que conectó Illarra, que había comenzado algo timorato y con alguna duda. Lo lógico y normal cuando llevas nueves meses sin disputar ni un minuto en encuentro de Liga. Naïs fue el local con más chispa gracias a su habitual descaro, propio del potrero, del que sigue jugando como lo hacía en la calle. Un centro suyo fue el primer acercamiento con algo de peligro de la Real.
Osasuna no completó un buen primer acto, sobre todo en ataque. Su jugador más destacado fue un Chimy reconvertido en extremo que sirvió tres centros con música que no aprovecharon sus compañeros. El primero se lo arrebató de forma providencial Merino a Rubén García cuando se preparaba para marcar y el tercero, el mejor de todos, no lo pudo dirigir hacia su portería el valenciano y se tuvo que conformar con buscar a Budimir, sin que llegase a rematar al filo del descanso.
Los blanquiazules fueron más constantes. Naïs se topó con Herrera tras una preciosa arrancada con paradas para hacerse hueco y encontrar un buen servicio. Ander Martín, que también se fue desperezando, casi tocó la gloria con un disparo que armó muy rápido y que salvó con una buena estirada Herrera. Silva, que se animó poco a poco, alcanzó la línea de fondo, aunque su pase de la muerte no encontró finalizador. La última de los donostiarras llegó en un servicio majestuoso de Merino a Isak, cuyo centro-chut se marchó fuera sin que la empujara Ander Martín.
En la reanudación llegó el gol de la Real. Un centro de Gorosabel le abrió la nariz a Chimy, que tuvo que ver desde la banda cómo Silva daba criterio al córner en corto al abrir perfecto a Naïs, cuyo centro propició tres saltos en el área; el último de ellos lo ganó Isak para que Aritz, que pasaba por allí completamente solo sin que fuese ninguna casualidad, rematara con violencia a las redes . Lo más complicado ya estaba hecho. El tanto hizo justicia a los méritos de los realistas, que estaban siendo mejores que un Osasuna que se presentó tarde a la cita. Rubén García casi sorprendió en una falta lateral a Remiro, que estuvo a punto de repetir la pifia del gol de Muniain en el derbi de ida. Y unos segundos después, Nacho Vidal apareció por sorpresa en la media luna del área, pero su disparo en posición franca se le escapó alto.
Cuando parecía que se había dado el pistoletazo al sufrimiento, aparecieron los pesos pesados realistas. Bien Illarra otra vez (más del 88% de acierto en los pases) y bien Silva, que completó uno de sus mejores encuentros de la temporada. Los dos se beneficiaron del regreso de Merino. Debe ser complicado jugar mal al lado del navarro, que cuando está enchufado aparece por todas partes y hace todo bien. Todo no, sigue en deuda con el gol. La salida de Oyarzabal en plan hermano mayor generó dos oportunidades tras magníficas carreras. Naïs finalizó la primera, pero detuvo Herrera, y Juan Cruz despejó a córner la segunda. En el saque del mismo, Aritz estuvo muy cerca de firmar un doblete.
En los diez últimos minutos, Osasuna comenzó un asedio aéreo, al que respondieron de manera impecable Le Normand y Pacheco, bien ayudados por Merino y Zubimendi. Un despeje equivocado de Sorloth que rebotó en el de Pamplona estuvo a punto de acabar en tragedia, pero Remiro la evitó con una valiente salida a los pies de Budimir. Y en el último minuto, Nacho Vidal marcó el empate, pero se encontraba en fuera de juego. Muchos no se recuperaron del susto hasta llegar a casa.
La Real volvió a ganar en la Liga y solo le sirve para seguir séptima, con un partido menos que, de sacarlo adelante en Mallorca, le permitiría solo pasar al Villarreal. Ya lo dijo Oyarzabal, es la Champions más barata que nunca, pero también la Europa League más cara que se recuerda. Para sellar el pasaporte europeo por tercera campaña consecutiva van a hacer falta muchas más victorias. Y para ello, y esto sí que es muy importante, será obligatorio afinar el punto de mira. Porque con una media de un gol por partido parece muy complicado que pueda alcanzar el objetivo. Al menos, la Real parece haber despertado a tiempo. Cuando estás mal, lo importante es sacar el partido adelante como sea. Pero es que ayer además lo hizo siendo fiel a sí misma. Y ese siempre es el camino más corto hacia el éxito...