Podría decirse que son como pequeñas joyas textiles. Los disfraces y la ropa que confecciona la basauritarra Virginia Varillas, que ha creado la marca y proyecto Oli&Me, son únicos. Hechos con mimo y con mucho gusto, pueden convertirse en una de esas prendas que pasa de hermanos a hermanos, o incluso ser un recuerdo para toda la vida, un regalo único y especial.
Un disfraz de erizo cuyas púas están confeccionadas una a una, da cuenta de lo especial de este proyecto. En cuanto a los difraces, “no son disfraces solo para carnavales, intento darles otra vida, son telas de muy buena calidad y algunas de las prendas y complementos pueden utilizarse por separado”, explica Varillas. Por ejemplo, “la cesta del disfraz de Caperucita se puede utilizar como cesta para la bicicleta o como mochila”, detalla. Otro ejemplo es la sudadera que forma parte del “disfraz de conejito, porque es una sudadera de calidad que pueden utilizar después para el día a día”. El objetivo es “dar al disfraz otra dimensión, alargar su vida, ya que hablamos de conjuntos de unos 100 euros.
Pero el concepto de Oli&Me va mucho más allá de los disfraces. El proyecto nade en plena pandemia, de la pasión por la artesanía y el gusto por la moda y la decoración. “Desde pequeña hago artesanía, manualidades, y la moda me encanta”. Todo su proyecto gira también en torno a los niños, ya que son prendas, accesorios y complementos infantiles. Comprar una prenda confeccionada por Virginia es comprar algo único, dado que desde el boceto hasta la prenda final, “todo el proceso es artesano y de cercanía”.
Otro de los aspectos que destaca la impulsora de Oli&Me es que “trabajo con gente y productos de aquí”, es decir, “intento comprar las telas en Basauri, siempre de calidad, el objetivo no es vender grandes colecciones, sino ser fiel al modo de trabajar”, explica. Para sacar adelante sus colecciones, “una chica me ayuda en el taller, además de dos ilustradoras que plasman digitalmente mis ideas, lo que yo les hago llegar”. También “es imprescindible la fotógrafa que trabaja conmigo, que además es amiga mía”. Otro de los puntos fuertes de sus creaciones es que “somos atemporales, nos quedamos al margen de las tendencias, prueba a guardar una de nuestras prendas en un armario y a sacarla dentro de muchos años, estamos seguras que seguirá de moda y perfecta”, pone en valor.
Recientemente ha abierto un taller en Basauri, en el que además da clases de manualidades para niños y niñas todos los sábados. También abrió su página web y en estos momentos “estoy dedicándome exclusivamente a este proyecto, es lo que me llena y me hace feliz”, comenta. Antes de abrir el taller, la pandemia y su casa fueron acompañantes en los inicios del proyecto. “Volqué toda la ansiedad y la incertidumbre de la pandemia en lo que me gustaba, decidí abrir un canal profesional en Instagram y los primeros atrapasueños que puse, los vendí inmediatamente, parecía que a la gente le gustaba lo que creaba”.
Desde entonces, esa idea y esas ganas se han convertido en un proyecto serio en el que Virginia tiene puestas muchas esperanzas e ilusiones. Para ella es “más que una marca de moda infantil, yo siempre pienso en los niños y las niñas, uno de mis lemas es Crear felicidad para los niños”. En este sentido, “mi hija de seis años también me ayuda, porque le enseño bocetos, pruebo alguna de las prendas para ver si son cómodas, etc.”, concreta.