Aunque de lejos pueda parecerlo, Espazio Pirata no es una galería de arte, es un escaparate artístico. Situado en la calle Bilbao La Vieja número 4 de la capital vizcaina, está abierto 24 horas, sí..., pero porque es un espacio para disfrutar desde la calle y en el que no se puede entrar. Bueno, se puede entrar, pero solo los días de inauguración de las nuevas exposiciones de los diferentes artistas.
Tras este proyecto se esconde David Escobar, un arquitecto apasionado del arte que compró el antiguo bar Pirata del barrio de San Francisco para reformarlo con sus propias manos y para darle la segunda vida que se merecía. La labor de David consiste en habilitar el espacio del escaparate para ofrecerle la oportunidad a diversos artistas de exponer sus obras durante un periodo de dos meses para que todo el mundo pueda verlas.
Además, David añade en el escaparate los datos de contacto del artista para facilitar que esa visibilidad y ese alcance se den de la forma más directa posible.
Fachada exterior del Espazio Pirata.
Todo por el arte
Aunque David sea el precursor del proyecto y el facilitador de las instalaciones, él no cobra a ninguno de los artistas que exponen en su espacio. De hecho, cada vez que uno nuevo llega a Espazio Pirata, el escaparate se transforma al completo de forma personalizada y temática para cada artista. Desde pintar las paredes, hasta anclar rastreles metálicos a las paredes y tirar el techo si es necesario, a David no le importa siempre que se trate de conseguir que el escaparate encaje a la perfección con la esencia del protagonista.
Sin embargo, aún se encuentra en proceso de encontrar una manera en la que seguir realizando esta acción de forma desinteresada, pues pese a que le encantaría seguir utilizando esta dinámica para traer a nuevos artistas de forma gratuita, es algo insostenible en su economía a largo plazo.
El precursor del proyecto en el Espazio Pirata, David Escobar.
Diversas personalidades
Entre las personalidades que han pasado por el Espazio Pirata, encontramos al artista rumano residente en Bilbao desde hace dos décadas, Florin Gradinaru. Siendo Maestro Restaurador, su obra combina la estética del icono clásico con el arte Pop y su instalación consistió en un óleo de gran formato relacionado con el escaparate a través de largos rastreles metálicos que unían ambos elementos en un efecto visual complejo.
Otro de los protagonistas fue Guido di Marzio, artista plástico multidisciplinar, muy popular en Bilbao y conocido por sus cerámicas grotescas. Este ha colaborado en proyectos de cine como The Whole 2, diseñado escaparates o realizado performances para instituciones. Expuso 55 obras formando dos mosaicos reflejados en un doble espejo difuso. La instalación se tituló Uno, Nadie y 55, vendiendo toda la obra expuesta.
El último que pasó por allí fue el artista urbano anónimo de gran repercusión internacional, Blub. Bajo el lema de “El Arte Sabe Nadar”, sus intervenciones muestran obras clásicas o personajes históricos sumergidos bajo el agua, en un mensaje que trata de transmitir que el arte siempre sobrevivirá. El espacio expositivo se transformó en una urna azul con grandes globos suspendidos para albergar cuatro obras originales del artista florentino.
Lo más peculiar reside en que coincidiendo con su inauguración, las calles de Bilbao La Vieja y Casco Viejo amanecieron inundadas de conocidas obras de Blub, escapándose del escaparate para llenar de azul las calles bilbainas.
Blub se cuela en las calles bilbainas.
ACTUALMENTE
Los artistas que exponen sus obras en el escaparate del Espazio Pirata van cambiando cada dos meses aproximadamente. Actualmente, la obra expuesta pertenece a la profesora y artista cerámica de influencia asiática Paula Huarte. Desde el 31 de enero hasta el 24 de marzo, exhibe una de sus colecciones reproduciendo en Espazio Pirata el hangar donde residen los Guerreros de Terracota de Xian. Una vez finalizado el plazo, quedamos a la espera de descubrir quién será el próximo protagonista del Espazio Pirata durante dos meses más.