Tras un mes al frente del hotel María Cristina, el nuevo director, Borja García, aspira a combinar los clientes internacionales con el público local
donostia – El madrileño Borja García se ha hecho cargo hace un mes de la dirección del hotel María Cristina, establecimiento sinónimo de lujo en Donostia, que empieza a remontar la cuesta de la pandemia, aunque con los ojos aún puestos también en el público local.
Llega a Euskadi tras varios destinos internacionales.
–Tomé la decisión de estudiar en Estados Unidos, en Orlando y Phoenix, y luego me trasladé a México para trabajar en la cadena Four Seasons. Seguí en Santa Barbara y Washington, en EEUU, y los últimos cinco años he estado en Tenerife, en Ritz Carlton, una firma muy similar a Luxury Collection, que es la del hotel María Cristina, también de la cadena Marriott. Para mí, San Sebastián siempre ha sido una de las ciudades más bonitas del mundo, con una gran oferta cultural y gastronómica y un trato muy bueno por parte de la gente. Ha sido una oportunidad.
¿Siempre ha estado vinculado al mundo de los hoteles?
–Mi vocación por los hoteles viene de familia. Mis padres son empresarios y propietarios de una agencia de viajes. Somos cuatro hermanos y hemos tenido la gran suerte desde pequeños de poder viajar y trabajar en la agencia de viajes. Desde niño sabía que lo mío eran los viajes y los hoteles.
¿Conocía Euskadi como visitante antes de coger las riendas del hotel?
–Había venido antes y mi mujer había vivido dos años en Fuenterrabía. Es una apasionada de esta zona. Hemos venido con nuestros mellizos de seis años, que sacarán algo positivo, aprenderán euskera, viajarán... Nuestros hijos mayores se quedan en Madrid.
El hotel María Cristina siempre se ha fijado en el público internacional. ¿Ahora también?
–Fundamentalmente, sí, pero este año ha sido completamente diferente. En la situación que hemos vivido, el huésped principal ha sido nacional y especialmente local. Las personas de la región son las que han estado alojándose en el hotel. El 95% de los huéspedes que se han alojado con nosotros en el último año son europeos y de ellos, el 75-80% españoles, la gran mayoría gente de la región. A causa de las restricciones de movilidad, la gran mayoría de clientes han sido personas de aquí cerca.
¿Han bajado los precios para atraer al visitante local?
–Hemos tenido ofertas para la población local y promociones para hacer la estancia más atractiva, entendiendo que la gente lo está pasando mal y hay que ser atrevido para viajar.
Estos días se abre la mano a la llegada de extranjeros. ¿Se nota?
–Es cierto que se está animando la ocupación desde principios de año. En verano se esperan previsiones mejores que las que se van a vivir en mayo y en junio pero ahora tenemos que aumentar un poco más los días entre semana. El fin de semana estamos rozando el 40-50% de ocupación pero después cae. De domingo a jueves es del 15-20%. Por otra parte, al ser un hotel también por y para los donostiarras tiene vida propia y se nota movimiento de celebraciones, muchos quedan para ir al bar, desayunar, hay eventos sociales, bodas, bautizos y comuniones.
Este hotel es punto fundamental para el Zinemaldia. ¿Supone un reto?
–Soy un gran aficionado al cine y me encantan todo tipo de eventos. En el hotel de Washington teníamos muchísimos eventos, celebridades, realeza... Y hacer que con nuestro granito de arena todo salga de maravilla y que el Festival de Cine se conozca en todo el mundo será una satisfacción.
¿El hotel seguirá su camino tradicional o hay cambios previstos?
–Lo primero es seguir en la senda de acercar el hotel a la población de aquí. Queremos que todo el mundo lo sienta como propio, que no le de miedo a entrar, preguntar, alojarse ni celebrar eventos con nosotros. Históricamente hemos tenido una ocupación muy alta y con muchos huéspedes internacionales, pero eso no quita que estamos orgullosos de donde estamos, de nuestras tradiciones y nuestra gente. La gran mayoría de novedades previstas vienen del área de alimentos y bebidas. Por ejemplo, queremos relanzar el té de la tarde –una cena adelantada con delicatessen–, que está implantado en todos los hoteles internacionales del mundo, para la gente de aquí, así como el brunch.
El hotel se convirtió en centro sanitario al principio de la pandemia. ¿Qué medidas adopta ahora contra el covid?
–Se cumplen todas las medidas de sanidad, más las propias de los estándares que tiene la cadena Marriott. Somos muy rigurosos y superamos lo establecido para la prevención.
Antes de la pandemia buscaban al cliente de EEUU, Asia y países árabes. ¿Qué van a hacer para recuperar esa clientela?
–El cliente estadounidense va a tardar un poco en venir y lo hará de modo gradual, cuando puedan. Lo mismo que el de Asia. Pero nosotros mantenemos las labores de marketing para que la ilusión de viajar esté intacta. Estamos contactando con absolutamente todos para decirles que este es el destino ideal para visitar, celebrar eventos a nivel corporativo, que hemos estado abiertos todo este tiempo y listos para acogerles. No todos van a decidir venir de inmediato, pero la semilla está plantada.
¿Se nota en las reservas la próxima apertura de la escultura 'Hondalea', de Cristina Iglesias?
–Aún es pronto para cuantificar las reservas por la escultura de la isla pero en el mes que llevo aquí me he reunido con todos en la ciudad y les he dicho que estamos dispuestos a ser un altavoz de todo lo que se hace aquí y, en ese sentido, también de la apertura de la escultura de la isla. También de San Telmo, Aquarium, Tabakalera, restaurantes... Usamos las redes sociales y nuestra base de datos de 150 millones de miembros para hablarles de todo esto.
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¿150 millones de clientes?
–Sí. Tenemos Bonvoy, que es la base de datos más grande que hay en la actividad hotelera, para las 70 marcas hoteleras y 7.500 hoteles de la cadena. Todos nuestros huéspedes pueden tener esta tarjeta, que van sumando puntos, y enviamos continuamente contenidos. Hemos pedido a todos los colaboradores del hotel María Cristina así como a las instituciones que por favor nos utilicen.
¿No da miedo estar al frente de un hotel en una ciudad en la que se han abierto tantos últimamente?
–Ahora somos dos de cinco estrellas, Akelarre y nosotros, pero a mí, personalmente, me parece bien que haya competencia siempre que elevemos el nivel de la hotelería y que no cerremos la puerta a nadie. Estamos enfocados a un nivel concreto, pero hay público para tres estrellas, para hostales... Lo importante es que tengamos servicios para todos. Saber entretenerles y hacer las cosas bien.
¿Cuál es el cliente más exigente?
–No por pagar una tarifa más alta se es más exigente. Buscamos personalizar la estancia y que piensen en nosotros para la siguiente vez aunque hayan venido con ofertas. Que sientan que han pasado unos días memorables. Cuando vamos de vacaciones es para pasarlo bien y queremos ayudarles a cumplir eso y superarlo. Por esto, además, hemos creamos ofertas que antes no había, dirigidas en especial al público de aquí, como el transporte.
¿Qué propuestas han creado para el público local?
–Por ejemplo, vamos a buscar al huésped a su vivienda si es de Gipuzkoa, algo que antes no había. Para las familias, la segunda habitaciones es con un 50% de descuento... Estamos constantemente buscando ideas para facilitar el viaje. Que la gente venga y piense que además de tener un hotel maravilloso, le van a cuidar mejor que en casa y van a ir a una ciudad maravillosa, con una oferta cultural y gastronómica estupenda y gente de bien, amabilísima.
¿Cuál es su ilusión como director?
–Lo primero es todo nuestro equipo de trabajadores. Que cumplamos sus metas profesionales y que tengamos los medios para poder brillar. Queremos cierta normalidad dentro de esta situación anómala que nos ha tocado, generar riqueza en el entorno y que todo marche de una forma correcta. Y la otra ilusión son los huéspedes, que el hotel esté lleno, con muchísima más vida y participemos de todo lo que ocurre en la ciudad.