La inmensa mayoría de personas que acude al reparto de cenas en la calle, ofrecidas por organizaciones de voluntarios en Donostia, está compuesta por jóvenes norteafricanos sin hogar, que llevan seis meses o menos en la capital guipuzcoana. La mitad de ellos no habla castellano.
Así se desprende del estudio encargado por el departamento de Acción Social del Ayuntamiento de Donostia a la empresa Lotura Giza Garapena (LGG) para conocer la realidad social de las personas que acuden a cenar a los puntos de entrega diaria de comida en la plaza de la Constitución, Amara y Egia.
La concejala de Bienestar Social, Aitziber San Román, ha dado a conocer este lunes los principales datos del análisis, que se llevó a cabo de enero a marzo con el fin de "buscar soluciones compartidas con los promotores de las cenas" a la alimentación de estas personas.
Aunque el registro de personas que acudieron a cenar en estos puntos ascendía a 136 (135 hombres y una mujer), a la hora de llevar a cabo los cuestionarios solo se pudieron cumplimentar 97, todos ellos de varones, lo que supone un 71,3% de la población que se quería estudiar.
Todos los implicados en el estudio son personas sin hogar, el 78% pernocta habitualmente en las calles de la ciudad y por regla general son jóvenes. Cerca del 59% tienen entre 18 y 29 años mientras que el 30% se sitúa entre los 30 y los 44. Más del 91% procede de países del Magreb y un elevado porcentaje (72%) lleva en Donostia seis meses o menos. Los que llevan hasta un año ascienden al 88%.
"Las cifras se traducen en que es una población flotante con poco arraigo", señaló San Román, que recordó que 58% de los encuestados habían llegado a Donostia de otras poblaciones del Estado.
Asimismo, añadió que, según el estudio, ocho de cada diez jóvenes que toman las cenas ofrecidas por los voluntarios también se alimentan en otros lugares.
En concreto, el 32% de los entrevistados dijo acudir a desayunar a la Cruz Roja, mientras un 15% lo hizo en la calle y un 16% no desayunó. Otro 7% tomó en Cáritas su primer comida de día y el 6% lo hizo en la asociación Jatorkin (asociación para la integración del inmigrante magrebí).
Además, un 24% de las personas encuestadas acudieron al mediodía a esta misma asociación Jatorkin, donde además de alimentarse encuentran un espacio de relación con otros jóvenes de su misma procedencia.
Además, el 15% de quienes rellenaron los cuestonarios dijeron no comer al mediodía, un 8,2% lo hizo con ayuda de Cruz roja y Cáritas y un 16,5% tomó su almuerzo en los bares y restaurantes que participan en el programa Otorduak, creado por el Ayuntamiento en junio del pasado año.
La concejala de Acción Social recordó que en la actualidad 13 estalecimiento hosteleros de Donostia toman parte en la iniciativa, que permite a las personas sin hogar degustar una comida (y llevarse la cena en bocadillo o tuper) con unos bonos aportados por los servicios sociales del Consistorio.
Para poder alimentarse en este programa es necesario tener arraigo "lo que no significa estar empadronado pero sí tener un firme voluntad" de hacer su vida en la capital guipuzcoana, dijo San Román, que añadió que no todas las personas sin hogar pueden acudir a estos comedores. Aunque no lo concretó, la concejala se refirió al estado de algunas personas sin hogar (higiene, ebriedad...) que desaconseja que estén con los demás comensales en un restaurante.
Hasta la fecha, 116 personas han pasado por Otorduak, con un gasto municipal de 83.500 euros, y 37 de ellas ya han encontrado un recurso de alojamiento o habitación, por lo que ahora ya no son personas que duermen en la calle.
En los 13 bares participantes de Otorduak hay 61 plazas, de las que en el momento actual hay 51 ocupadas, por lo que quedan diez disponibles, sin lista de espera, detalló San Román.
Preguntada sobre los motivos por los que algunas personas no acuden a Otorduak sino que prefieren tomar las cenas entregadas por los voluntarios, la corporativa respondió que la encuesta no ofrecido información detallada sobre este aspecto, pero señaló que el hecho de que gran parte de los comensales sean de la misma zona geográfica puede ser un aliciente para encontrarse entre ellos, entre otros posibles factores.
La corporativa también destacó que el 70% de los encuestados cuenta con una ficha en el Servicio Municipales de Urgencias Sociales (SMUS), lo que calificó como "buena noticia" porque permite hacer un cierto seguimiento a estas personas de cara a ayudarse en el objetivo de su integración social.
Por otra parte, manifestó que a pesar de que le parece "muy bien la ola de solidaridad" que supone el reparto de cenas en la calle por parte de voluntarios, "dar de comer a los pobres no es el modelo de los servicios sociales, que busca la integración social". Asimismo, señaló que son grupos de voluntarios y, como tales, no han solicitado una ayuda económica para su sufragar su labor.