La histórica mercería situada en el número 28 de la calle Miracruz cierra sus puertas, por la jubilación de la mayor de sus socias, tras casi un siglo de andadura.
A los viandantes que pasean por las calles de Gros de Donostia. con las bolsas de compra colgadas de sus brazos, les es imposible no pararse delante de la tradicional mercería La Dalia en la que cuelga un cartel de cierre por jubilación.
Junto al letrero, en el escaparate se muestran dos telones en rojo a modo de metáfora del final del comercio situado en calle Miracruz 28 desde hace casi un siglo.
Los inicios de la mercería se remontan a 1829, año en el que una pareja que se disponía a casar decidió abrir una tienda en la que llegaron a pasar su vida entera. Años después sus tres hijas relevaron a sus padres, pero cuando la más pequeña de ellas decidió retirarse, la mercería quedo a cargo de Rosa María Calvo y Loli Alonso. No era algo desconocido para ellas, ya que llevaban desde los 14 años trabajando en ese local de Gros. Ambas decidieron tomar las riendas de la mercería convirtiéndose en socias, y junto a Begoña, trabajadora desde hace casi 15 años en la tienda, han permanecido en el barrio. "Hasta aquí hemos llegado", señala Loli, con cierta tristeza en su voz.
El motivo del cierre es la jubilación de Rosa, y aunque a Loli le quedan cinco años hasta el momento de su retirada, ambas cuentan que llevaban tiempo pensando en que este momento llegaría.
Por su parte, la socia más joven explica que quiere tomarse un respiro, "descansar mentalmente y que cuando llegue el momento", ya buscará algo.
"La noticia del cierre les ha recordado a todos que estamos aquí". Unas palabras de Loli que dan mucho que pensar sobre esos comercios que llevan tanto tiempo entre nosotros y que en ocasiones caen en el olvido.
La reacción de los clientes no se hizo esperar, ya que desde el momento en el que se dio a conocer la noticia fueron muchas las personas que se acercaron hasta la tienda para agradecer el trabajo de todos estos años. "¿Qué vamos a hacer ahora?", les preguntan muchas clientas con cierta tristeza a las dueñas del negocio.
En el tiempo que este periódico está en la mercería, un vaivén incesante de gente entra y sale de la tienda, algo que llama la atención debido a la noticia del cierre.
Ambas socias explican que desde el anuncio del cese del negocio reciben más clientas, incluso "muchas que hacía tiempo que no venían". Esto, sumado a las rebajas por jubilación, hace que las ventas no cesen en toda la mañana.
Durante casi el siglo que lleva en pie la tienda ha pasado por diferentes momentos, aunque siempre ha sabido "amoldarse a las circunstancias".
Situada en uno de los barrios con mayor media de edad, la clientela de la mercería se va estancando en cierta medida.
"Nuestras clientas tienen entre 50 y 80 años o son chicas jóvenes con problemas de talla" explica Rosa, detallando que "el público joven no entiende este tipo de tiendas".
Pero a pesar de que se puede llegar a pensar que las grandes superficies o las multinacionales han podido ser el causante principal del cierre, Alonso destaca que "este tipo de comercio no es competencia" para ellas, ya que "a medida que crecen estas chavalas y su poder adquisitivo, llegan a la tienda recordando que venían con sus madres y ven la diferencia de calidad que existe entre estas otras tiendas y nosotras".
Por otro lado, para La Dalia la pandemia ha tenido las dos caras de la moneda, ya que aunque el confinamiento les hizo "daño", el auge de las diferentes técnicas de costura al estar encerrados en casa hizo que las ventas de estos materiales supusieran un respiro para el comercio.
Además, según cuentan las socias de la mercería, "la pandemia ha ayudado a concienciar sobre el comercio pequeño" entre los ciudadanos.
En relación a esto, Rosa destaca la labor de la Asociación de Comerciantes de Gros y de la Federación Mercantil para conseguir esa concienciación de la que habla.
Mientras habla, entra a la tienda una clienta que viene desde el Antiguo quejándose del poco aparcamiento del barrio. Loli le responde con cierto enfado diciéndole que "el Ayuntamiento se llena la boca diciendo que ayuda al comercio pequeño, pero después, a la hora de la verdad, hace más por los centros comerciales que por las tiendas de barrio".
Aunque La Dalia ha conseguido mantenerse en las calles de Gros durante más de 90 años, otros comercios de la zona no han tenido la misma suerte. Solo en 2019 cerraron doce tiendas, como fue el caso del local vecino de la mercería.
"A pesar de que nos da pena ver cómo cierra el comercio del barrio, a nosotras en concreto no nos afectan demasiado estos cierres como les ha podido ocurrir a otros, aunque siempre existe ese miedo de que pueda pasar", expresa Rosa.