Falta de piezas, gamberrismo e impuestos hacen poco rentable la iniciativa para los ganaderos de Igeldo a pesar de su beneficio ambiental
Las máquinas de leche fresca de las plazas Gaskuña, en El Antiguo, y Nafarroa Beherea, en Gros, se despidieron este lunes de la clientela y serán retiradas. La empresa Igeldoko Esnea ha decidido dejar de vender por este sistema porque no le resulta rentable. A pesar de ello, tal y como recalca la baserritarra Eneritz Otamendi, "se puede seguir disfrutando de la leche, porque se venderá en los establecimientos de las zonas", en los que hay otros productos locales.
La aventura de comercializar leche fresca de las vacas del caserío Ondazarte de Igeldo comenzó hace once años. "Al principio, se vendió un montón por la novedad, luego bajó algo, pero en los últimos tiempos estaba estable", explica la baserritarra, que recuerda que se han estado entregando una media de 50-60 litros al día de leche en cada una de las máquinas, a buen precio y máxima calidad. "Hemos tenido una clientela fiel y muy comprometida con las máquinas, que tienen el efecto positivo medioambiental ya que no generar residuos de envases y crean una conexión directa entre el productor y el consumidor", señala.
Los ganaderos de Igeldo se acogieron a unas ayudas del Gobierno Vasco para adquirir las máquinas, que permiten servirse la leche en envases reutilizables. Pero ahora las expendededoras han envejecido y no encuentran piezas de recambio para renovarlas.
Este es solo uno de los factores a los que aluden los baserritarras en el cartel colocado en las dos máquinas, que este lunes vivieron su último día. "No encontramos piezas de respuesto y la puesta en marcha de nuevas máquinas es una inversión que demasido elevada porque a pesar de tener clientes fieles las ventas no son tan grandes", explica el escrito colocado en los kioscos.
Además, explican, "últimamente cada vez son más frecuentes los pequeños ataques a la máquina, sobre todo con la introducción de objetos en el monedero, lo que nos hace venir a la máquina cada vez y somos nosotros mismos los que respondemos en el teléfono para incidencias".
Otro de los motivos del cierre de las expendedoras de leche se encuentra en el impuesto que deben abonar al Ayuntamiento de Donostia por tener instalado el aparato (900 euros por máquina al año) así como el incremento del precio de la electricidad y el tiempo que deben dedicar a los aparatos, con la preparación previa de la leche, el transporte y la atención a los problemas de la máquina.
"Nos ha costado mucho tomar esta decisión porque para nosotros también es duro", dicen los productores. "Solo tenemos palabras de agradecimiento para vosotros, habéis sido cliente sfieles que nos habéis apoyado todos estos años y nos habéis dicho una y otra vez cuánto apreciáis la leche de nuestras vacas y eso no se paga con dinero", manifestan el escrito dirigido a la clientela colocado en los puestos lácteos.
Según recuerda Otamendi, la leche de su caserío no solo se ha repartido en las máquinas de los dos barrios señalados sino también de modo directo a distintas empresas alimentarias del entorno. Así, el resultado del ordeño de la treintena vacas de leche de Ondazarte se vende directamente a heladerías donostiarras y restaurantes, por ejemplo, para que elaboren sus productos con materia prima local.
Ahora, los fieles a esta leche, y los demás consumidores, podrán seguir comprándola en tiendas cercanas al emplazamiento de los aparatos. Por ejemplo, en la misma plaza Nafarroa Beherea se podrá adquirir este producto en la tienda Muno mientras que cerca de la plaza de Gaskuña, estará presente en Erosle, Carnicería Maialen o Lukas, entre otros establecimientos. Además, la leche de Igeldo también se venderá en la azoka de Egia de la plaza Iruresoro, los lunes de 18.15 a 19.30 horas.
De cualquier modo, la leche de Igeldo no es la única que se vende en las calles de Donostia. Los productores del caserío Bordazar, de Altza, cuentan también con otras dos máquinas expendedoras, en las plazas de Irun y Easo. En este caso, estos baserritarras no tienen intención de cesar en la actividad e, incluso, si se pudiera, se animarían a ocupar el espacio de sus colegas de Igeldo.