La presencia de un grupo de tres patos (dos machos y una hembra) que se pasean por diferentes barrios de la ciudad ha revolucionado en las últimas semanas las redes sociales. Y es que, desde hace unos meses, no es extraña la presencia de estos ejemplares en zonas poco comunes para esta especie como las calles del centro de la ciudad, las inmediaciones de Anoeta o el barrio de El Antiguo. No han sido pocos quienes han criticado que la retirada de la vegetación del estanque de la plaza Ramón Labayen (antes Santa Catalina), que albergaba nidos con huevos, ha provocado que estos animales busquen un nuevo espacio donde asentarse. Sin embargo, los expertos apuntan a otra razón: la sobrepoblación de patos que actualmente tiene la ciudad.
Así lo explica el doctor en Veterinaria José Manuel Etxaniz, quien indica que estos patos salvajes que han anidado "toda la vida" a orillas del Urumea, entre otros sitios, "por lo que sea, aunque seguramente por una excesiva protección de los humanos", han comenzado a colonizar diferentes zonas de la ciudad. "Antes las gaviotas se encargaban de comerse los huevos o los polluelos, de manera que se mantenía un cierto equilibrio. Así, la gente de El Antiguo ni se enteraba que había patitos. Ahora, sin embargo, hay más patitos de lo normal y como necesitan que haya agua cerca para hacer sus nidos, que son toscas producciones, están colonizando todos los estanques, los riachuelos y todos los sitios donde hay cursos de agua en la ciudad, con lo que te los puedes encontrar en los sitios más variopintos", señala, al tiempo que advierte que esta situación no supone "un problema sanitario". "Además la gente los acepta. Antes poníamos cisnes, ahora están los cisnes y los patos. En Cristina Enea hay overbooking y, como ahí ya no hay sitio, van buscando otros estanques y cauces fluviales para colonizar", añade.
Etxaniz explica que se trata de aves "en teoría migratorias, aunque en la práctica les pasa como a otras muchas especies, que si encuentran comida sin trabajar mucho, dejan de emigrar". "Tampoco los cambios climatológcios son tan grandes como para obligarles a emigrar, de forma que ya tenemos cigüeñas todo el año, patitos todo el año y gaviotas migratorias que se han quedado aquí", apunta.
No obstante, recuerda que existe una ordenanza municipal de comienzos de los años 90 que prohíbe alimentarlos, aunque reconoce que "es humano" que la gente se acerque a darles de comer.