Hay alumnos que se las ven y se las desean para comprender las farragosas preguntas de un examen. No es que no sepan la lección. Han estudiado más que nadie, pero con frecuencia la dislexia, un trastorno del aprendizaje muy presente en las aulas, les impide demostrar lo que saben. Las escuelas guipuzcoanas acogen cada año a un 10% de alumnos con necesidades educativas especiales, a quienes va dirigido un proyecto pionero en el Estado, que nace en los centros de Formación Profesional de Don Bosco y Tolosaldea, donde ya se ha comenzado a aplicar.
El punto de partida es el reconocimiento de la diversidad que existe hoy en día en las aulas, y sensibilizar sobre esta realidad para ir creando una red de apoyos y llegar a todos los institutos de Euskadi. Dicho de otro modo, reducir todo tipo de barreras para "lograr la inclusión y la equidad", de tal manera que ellos y ellas puedan acabar un ciclo al margen de las capacidades, para lo cual es necesario dejar de poner el foco en el alumnado y fijarse "en el modelo de trabajo" de los centros pegadógicos.
El profesorado ya ha recibido la formación necesaria y están inmersos en tres proyectos piloto en tres ciclos: Técnico en Instalaciones de Telecomunicaciones (Don Bosco) y Técnico en Sistemas Microinformáticos y Redes (Tolosaldea), ambos de Grado Medio, así como en el de Técnico en Mecatrónica Industrial, de Grado Superior. “No hay alumnos discapacitados, sino centros discapacitantes”, señalan los impulsores del proyecto que ha sido presentado este miércoles en las instalaciones del centro de Errenteria, y que cuenta con el apoyo de la Asociación de Dislexia en Gipuzkoa, Dislegi, que aporta su experiencia en el trabajo de las Necesidades Educativas Especiales (NEE).
"Sin tener datos al detalle, sospechamos que el porcentaje de alumnado con necesidades educativas especiales es mayor en FP que en Bachiller", ha señalado la presidenta de Dislegi, Miren Urquijo, tomando como referencia es práctica habitual que deriva a la formación profesional a aquellos estudiantes que, por el motivo que sea, presentan mayores dificultades en los estudios. "Este curso en clase hay un alumno con un diagnóstico de Dislexia y a su vez Trastorno por Déficit de Atención e Hiperactividad (TDAH). Otro tiene también TDAH", ha detallado Amaia Osambela, responsable de comunicación del proyecto y profesora de 1º de Telecomunicaciones.
Estas docentes son técnicas, ingenieras. No tienen conocimiento alguno de medicina, pero por sus manos pasan cada año estudiantes que, aunque no sepan expresarlo de viva voz, con sus actos en el día a día están reclamando a gritos una inclusión efectiva. Alumnos que reclaman "equidad y no en igualdad de condiciones" en el acceso a la educación. “Si un escolar con dislexia tiene dificultades para comprender un texto, ¿por qué no facilitarle esa misma información a través de un documento de audio?”. Es la pregunta que lanza, a modo de ejemplo, Arritxu González, una de las responsables del programa, en el CIFP Don Bosco de Errenteria.
Tras esta primera prueba, quieren obtener los indicadores que permitan evaluar este nuevo sistema de trabajo que nace con vocación de expandirse al resto de la red. Dicen que, a fin de cuentas, se trata de "ponerse las gafas" para ver las diferentes realidades que se asoman en cada aula. "Es fácil detectarlas: ese alumno que deja de atender, el que se pierde cuando les das datos. Se pueden utilizar otros sistemas de trabajo para facilitar la vida de los alumnos", señalan los docentes.
Aulas como espejo de la sociedad cambiante
De alguna manera, se trata de buscar la llave que permita llegar a ese estudiante. Una llave que no dependa del profesor de turno sino que sea posible gracias a un nuevo sistema de trabajo. Y para ello es necesaria la formación. Lo primero que quieren hacer es dar a conocer entre el profesorado este “nuevo y ambicioso” proyecto, que ha sido bautizado como Aulas DUA en el aprendizaje colaborativo basado en retos. Los profesores, según han expuesto, dispondrán de las herramientas y recursos necesarios para llegar a todo el alumnado.
Si la sociedad está cambiando, las aulas no son más que un reflejo de esa nueva realidad cambiante. Como decía esta mañana José Luis Pérez, director de Innovación en Don Bosco, el modelo educativo que desde el siglo XIX ha consistido poco menos que en “vomitar materia memorística” ha dejado de tener sentido. “Igual un alumno no es capaz de escribir correctamente, pero es posible adaptar y flexibilizar la respuesta educativa”, expone, porque ese mismo estudiante posee diversas fortalezas y habilidades que deben utilizarse a su favor.
Las aulas denominadas DUA (Diseño Universal de Aprendizaje) o inclusivas, surgen precisamente de la necesidad de dar respuestas efectivas a la inclusión educativa y favorecer a la diversidad que se presenta en un aula escolar. Los docentes participantes están realizando cursos de especialización en DUA y los reforzarán con otros sobre NEE.
El objetivo de estos centros, una vez dada a conocer en qué consiste el proyecto, es analizar cómo se puede adaptar este nuevo marco DUA en la FP de Euskadi, que aplica una metodología de aprendizaje (Ethazi) basada en retos y proyectos reales que promueven el trabajo en equipo. Lo que hace que este nuevo proyecto sea pionero en el Estado es, precisamente, que se plantea por primera vez esa metodología en el marco del Diseño Universal de Aprendizaje. Es el desafío al que se enfrentan los equipos directivos y los docentes de las escuelas, obligados a dar nuevas respuestas mediante una visión comprometida con la realidad actual.