El concurso aprobado por el Ayuntamiento de Donostia el pasado mes de abril para encargar de nuevo a algún hostelero la gestión del merendero Basollua, en Ulia, ha quedado desierto. Ninguna empresa se ha presentado a la licitación, por lo que el Consistorio deberá redactar otro pliego de condiciones más atractivo para convocar un nuevo concurso o pensar una nueva actividad para el espacio, que llevaba ya cuatro años cerrado.
El edificio original, asociado a una instalación para la práctica de tiro, tiene más de un siglo de vida y estuvo en manos de la sociedad de caza Basollua. Su mal estado de conservación llevó al Ayuntamiento de Donostia a ejecutar una rehabilitación completa y el inmueble reabrió sus puertas en 2011, con cafetería y restaurante.
La obra terminó 102 años después de la apertura del establecimiento, nacido en 1909, en el marco del parque de atracciones que hubo en Ulia, que contaba incluso con ferrocarril para acceder.
La inversión municipal para llevar a cabo la restauración del pabellón ascendió a 450.000 euros, pero el canon que debía abonar el adjudicatario del espacio hostelero no llegó a ser pagado en su totalidad y el titular terminó renunciando a seguir con la actividad en el año 2019, antes de la pandemia.
Después, la situación sanitaria provocó un frenazo en numerosas actividades y obras y, una vez pasada la pandemia, el Ayuntamiento sacó de nuevo a concurso la instalación.
Al merendero no se permite el acceso en coche para la clientela, ya que se encuentra en una zona natural, que quedaría atascada por los vehículos. El espacio de aparcamiento con 20 plazas situado junto al edificio se reserva a los trabajadores y a los suministradores. En su última etapa también se permitía el acceso a personas con problemas de movilidad y había que llamar por teléfono para que se abriera la valla que cierra el acceso a Basollua desde el parking de Ulia.
El edificio tiene 261,50 metros cuadrados con una escalinata. Cuenta también con una gran terraza y una campa de césped de 3.000 metros cuadrados al lado, que se encuentra fuera del objeto de la concesión.
El concurso que no ha atraído a hostelero alguno preveía que el gestor invirtiese cerca de 90.000 euros para adecuar el inmueble y pagar un canon mínimo mensual de 3.000 euros, más 2% de la facturación. La concesión estaba prevista para un periodo de diez años y el primero quedaría exento del pago del canon. Una vez pasada la primera década se podría prorrogar la concesión por plazos anuales hasta un máximo de cinco.
La ausencia de un gestor para este merendero deja un verano más sin servicio de comidas y bebidas al monte Ulia que, desde el pasado verano, tampoco cuenta con un bar abierto al público en el albergue municipal.
Por otra parte, el edificio conocido como ZM, ubicado en el paseo de la Zurriola, tampoco abrirá sus puertas este verano, tras seis años cerrado y sin actividad.
El Ayuntamiento adjudicó en febrero pasado a la UTE Zurriola Ocean Center la cesión de uso del edificio Zurriola Marítimo, pero antes de abrir sus puertas debe abordar distintos trabajos necesarios para la puesta en marcha de nuevo del complejo, que ni siquiera han comenzado.