Las 1.450 millas del río Colorado proporcionan agua potable a cerca de 40 millones de personas y riegan más de 24.000 kilómetros cuadrados de tierras de cultivo. La cuenca cubre aproximadamente 640.000 km2 y abastece a plantas hidroeléctricas que generan más de 10.000 millones de kilovatios-hora de energía al año. Pero eso era antes. Las prolongadas sequías y la falta de nieve de las dos últimas décadas han causado una disminución significativa de los niveles de agua dulce. El cambio climático está agotando el suministro de agua en la misma proporción que el aumento de la población intensifica la demanda.
El sol cada vez brilla más y cada año que pasa la cuenca del Colorado pierde un promedio de alrededor de 2.500 millones de metros cúbicos de agua, cerca del 12% de su suministro anual, debido a la evaporación. Si añadimos a esto la escasez de lluvias y nieve, desde 2005, el río Colorado ha perdido casi 65.400 millones de metros cúbicos de agua (cerca del 75% de las mismas, subterráneas). La pérdida total de agua en los últimos diez años asciende a 65 kilómetros cúbicos. Después de 22 años de la sequía más prolongada en la historia del Oeste, el flujo promedio del río Colorado ha disminuido casi un 20%, y la mitad de ese desgaste se atribuye al aumento de las temperaturas. Y se prevé que las temperaturas medias sigan aumentando entre 2 y 5 grados en los próximos 25 años, lo que reducirá el caudal de éste y otros ríos entre un 10% y un 40%. Paralelamente, cuando llegan las precipitaciones, las escorrentías de las áreas afectadas por los incendios forestales arrastran tanto sedimento que afectan gravemente el ecosistema fluvial.
El lago Mead, el embalse más grande del río Colorado, ha descendido más de 40 metros en los últimos 15 años. Si cae por debajo de los 300 metros, Nevada perdería 16 millones de metros cúbicos de agua dulce al año y Arizona más de 400 millones de metros cúbicos anuales.
Deterioro desde 1960
El deterioro del delta del Colorado comenzó con el desvío de agua hacia granjas y centros urbanos como Las Vegas a principios de la década de 1960. Según un tratado de 1944, Estados Unidos debía garantizar que al menos el 10% del flujo anual del río llegara a México y desembocara en el delta, pero en el nuevo milenio el río apenas ha tocado al Golfo de California.
En agosto de 2021, el gobierno federal implementó la alarma de primer nivel por escasez de agua de la historia del río Colorado: Los estados río abajo de Nevada y Arizona no recibirían su asignación anual de agua en 2022. También por vez primera, el gobierno federal redujo la descarga de agua del lago Powell en mayo de 2022. Y tan solo un mes más tarde, Camille Touton, directora de la Oficina de reclamaciones, advirtió a los siete estados que dependen del agua del río Colorado (Wyoming, Colorado, New Mexico, Nevada, Utah, Arizona y California), que debían llegar a un acuerdo y elaborar un plan para reducir el consumo de agua entre 2.500 y 5.000 millones de metros cúbicos al año, aproximadamente el 30% de su asignación de agua dulce anual. Es una cantidad astronómica si tenemos en cuenta que la porción anual de agua del Colorado para Arizona es 3.400 millones de metros cúbicos, y la porción anual de Colorado poco más de 3.700 millones de metros cúbicos. Se trata de reducir lo que consumen entre 8 y 16 millones de hogares al año.
La comunidad científica aconseja que no se utilicen más de 11.100 millones de metros cúbicos de agua al año, pero hasta el momento ni siquiera se ha llegado a un acuerdo para reducir el consumo.
La cuenca del río Colorado se divide en dos partes: los estados de aguas arriba del lago Powell (Colorado, Wyoming, Utah y Nuevo México) y los estados de la cuenca media (Arizona, California y Nevada). Los siete estados afectados por la sequía han mantenido ásperas sesiones durante meses sobre recursos acuíferos sin consenso. A estos siete estados, se suman las peticiones de 30 naciones indígenas que también exigen que se reconozcan sus derechos al 25% del caudal.
Sin acuerdo entre los estados
El pasado 30 de enero, seis de los siete estados pidieron a la Oficina federal de reclamaciones más tiempo para llegar a un acuerdo. Según la propuesta presentada por Arizona, Colorado, Nevada, New Mexico, Utah y Wyoming, una gran parte de los recortes de agua se deben hacer teniendo en cuenta la evaporación y otras pérdidas de agua en la cuenca baja del río, lo que se traduciría en reducciones especialmente sangrantes para California, que utiliza la mayor parte de los recursos del río. Por su parte, las autoridades de la gestión de agua de California anunciaron que presentarían su propio plan para reducir el consumo en un 9% anual hasta 2026. La propuesta exige realizar recortes escalonados adicionales en Arizona y Nevada si el nivel del lago Mead continúa descendiendo a niveles críticamente bajos.
California juega de mano, ya que “sus derechos al agua” son de “alta prioridad”. Tal como explicaba Rhett Larson, profesor de derecho del agua en la Universidad de Arizona, la llamada “Ley del río” que emana del Pacto del río Colorado de 1922 y de varias decisiones judiciales y acuerdos posteriores, dividió el acceso al agua entre los siete estados. Las agencias de agua agrícola de California tienen derechos de agua “de alto nivel” ya que datan de hace más de un siglo, lo que otorga a California una posición privilegiada en la guerra del agua.
Hasta hace cuatro años, los estados resolvían sus problemas de manera amistosa, acordando planes de contingencia y reducciones parciales del consumo de agua, pero cuando estas medidas ya no son suficientes las tensiones han aumentado, especialmente entre California y el resto de los seis estados de la región acuífera del Colorado.
Las conversaciones entre los siete estados continuarán, pero nada augura que vayan a superar a corto plazo el punto muerto en el que se encuentran. El acceso al agua es un problema de subsistencia y en este momento no parece que nada vaya a impedir el litigio entre los siete estados secos del Oeste. Tampoco parece que la sed los vaya a unir en un frente común contra la aridez. Según Larson, lo más probable es que la disparidad de opiniones de lugar a la ruptura de las negociaciones y desencadene una serie de guerras legales entre los estados en los tribunales. La decisión final quedará en manos de los jueces y de la capacidad de arbitraje de los funcionarios federales.
Liberación del agua
En septiembre de 2021, Lourdes Medrano, de Yes magazine, entrevistó a Antonia Torres, miembro de la nación Cucapá, del delta del Colorado. Torres recordaba el río como una fuente abundante de agua que sustentaba a las muchas generaciones de familias que vivieron en sus orillas. “Cuando era niña, el río todavía fluía… Nos bañábamos en él, jugábamos, pescábamos allí. Solíamos beber agua del río, y la mayoría de nosotros usábamos el agua para lavar y para otras tareas”.
Pero con el nuevo milenio el agua se agotó por completo. En virtud del acta 319, Estados Unidos liberó en 2014 aproximadamente 129,5 millones de metros cúbicos de agua río abajo (no más del 1% del flujo anual del Colorado) y esa pequeña gota transformó un delta totalmente seco en un río vivo durante ocho semanas. Estudios científicos de los últimos cinco años han demostrado que esta limosna impulsó la regeneración de la vegetación, reverdeciendo áreas en proceso de recuperación y propiciando por un tiempo el paso de ciertas especies de aves migratorias. Todo es posible mientras no sea demasiado tarde.