El puzzle de Egan Bernal saltó por los aires un lunes maldito. De repente, su cuerpo estrellado contra la parte trasera de un autobús. Metida la cabeza sobre el manillar de la bici de contrarreloj, con la que entrenaba, Bernal no vio el autobús estacionado. Su cuerpo impactó contra la parte trasera del vehículo a más de 60 kilómetros por hora. Abolló la carrocería del bus por lo brutal del golpe. Se quebró el colombiano, astillado el esqueleto. En la clínica La Sabana, en Colombia, se afanaron los doctores, traumatólogos y neurocirujanos, en soldar a Bernal. Todo para recomponer la osamenta del colombiano, operado con éxito según explicaron desde el centro hospitalario donde permanece el ciclista.
Para restañar el fémur, el hueso que hace palanca, (un enclavijado con clavo y placa, y sus tornillos), para la rótula, estallada, una compleja reducción anatómica de la rodilla machacada. A continuación los neurólogos actuaron sobre el colombiano, al que redujeron la lesión torácica (varias costillas rotas), la luxación de vértebras, la hernia discal, la compresión medular y la perforación pulmonar.
El hombre que conquistó el Tour a los 22 años, La Bestia de Zipaquirá, el resucitado que recompuso su maltrecha espalda para derrotar los Dolomitas nevados y la tierra del Giro para vencer la Corsa rosa, es ahora un muchacho, apenas 25 años, en la UCI del hospital, donde se recupera de los efectos del grave accidente que le borró la temporada. Quién sabe si el futuro ciclista también se le ha escapado. Bernal encara el reto de su recuperación entre mensajes de apoyo y de ánimo –el mundo del ciclismo se ha volcado en mostrar su cariño a la estrella colombiana– en un suelo inestable, sin el tejido de las certezas.
El porvenir de Bernal está repleto de dudas. Su madre, Flor Gómez, no las tiene. Invocó a los milagros en Radio Caracol cuando pensó en su hijo, que es antes persona que ciclista campeón. "Gracias a todos, sé que es todo un país que está orando por él, es una muestra más que los milagros existen, que Dios está obrando en él , que las cosas van bien, las cirugías han sido exitosas". Es consciente la madre del ciclista que el desenlace pudo ser luctuoso por lo grave del accidente. El parte médico da la razón punto por punto a la madre de Egan. En realidad, las madres siempre tienen razón.
INCERTIDUMBRE
En ese ambiente de preocupación y falta de certidumbre, la esperanza y la ilusión trazan el discurso de Giuseppe Acquadro, representante de Bernal, que destaca la fortaleza mental del colombiano para el combate al que tiene que enfrentarse. Será su mayor reto, más alto que todas las montañas. "Egan es mentalmente fuerte y se recuperará de esto. Cuando se enfoca en una meta, es increíble", enfatizó el agente italiano. Sucede que más allá de los lugares comunes del optimismo y los buenos deseos, nadie sabe hasta dónde podrá llegar el colombiano en su regeneración. Cada organismo responde de manera distinta ante un trauma igual o similar. El ser humano es un mundo y más cuando se trata de medirse ante la adversidad y encararse frente a graves lesiones.
Los pronósticos y los vaticinios no tienen cabida en casos así. Es un ejercicio de especulación e ilusionismo. Joseba Beloki se destrozó camino de Gap en el Tour de 2003 y no pudo retomar el ciclismo con el mismo pulso que tuvo hasta ese instante. Chris Froome se partió en el Dauphiné de 2019 y tampoco logró restañarse y regresar al estatus de campeón de Tour. Aunque volvió a ponerse un dorsal, se ha quedado muy lejos. Remco Evenepoel, pelvis fracturada en Il Lombardia, no perdió pie y Alejandro Valverde, destrozada la rótula en el Tour de 2017, fue campeón del Mundo en septiembre de 2018. Robert Gesink, quien se fracturó el fémur en 2011, retornó sobre sus pasos sin que decayera su rendimiento. Las alegrías y las miserias comparten colchón. Camino de un mejor porvenir, Bernal comienza su reconstrucción.