El debate de la Ley de Vivienda en el Congreso sirvió para escribir un capítulo más en la batalla de los relatos en política. Esta vez, dentro del soberanismo vasco y catalán, entre quienes defienden que la ley invade competencias autonómicas y creen que nadie ha logrado rebatir con argumentos jurídicos esa acusación, y quienes, por el contrario, han dado su apoyo a esta ley asegurando que respeta el autogobierno. Pero estos últimos, ERC y EH Bildu, terminaron simplificando el debate hacia términos ideológicos y no jurídicos, al reducir todo este desencuentro a la negativa de las “derechas” a regular el alquiler porque prefieren dar rienda suelta al mercado. En el debate no hubo tregua, en un clima de marcado cariz preelectoral en puertas de los comicios del 28 de mayo. Una vez más, se ha roto el bloque de investidura.
Oskar Matute, de EH Bildu, situó el problema en que “las derechas” no quieren regular el mercado y utilizan este pretexto, un discurso que repitió ERC para rebelarse contra Junts y PDeCAT. Tras asegurar que esta ley, desde el punto de vista social, “es un paso corto, pero necesario, porque la alternativa es la desregulación” y que los grandes propietarios sigan haciendo negocio con un derecho, Matute defendió que el texto simplemente habilita a las comunidades, y que el PNV no ha tenido voluntad en los últimos años de hincar el diente al debate en el Parlamento Vasco. Dijo que en 2015 se aprobó una Ley de Vivienda con el voto en contra del PNV, que los portavoces del Gobierno vasco “dijeron que provocaría un efecto llamada de orden mundial”, y que ya se pueden tomar medidas contra los pisos turísticos en Euskadi, de manera que no es necesario pedir una percha en esta ley.
El jeltzale Iñigo Barandiaran recordó las palabras del propio Sánchez, quien avisó de que las comunidades deben cumplir la ley y reconoció que pretende alinearlas. Barandiaran criticó a los partidos que se creen soberanistas y que, sin embargo, “legitiman” una de las invasiones competenciales más “fuertes” que se recuerdan y aceptan la “renacionalización del autogobierno”.
Barandiaran puso en valor que en más de cuatro décadas sin ley estatal, Euskadi ha tomado unas medidas propias que hubieran sido imposibles con esta norma, como el reconocimiento del derecho subjetivo a la vivienda, un parque de alquiler protegido con 26.000 viviendas, el impulso a las reservas de suelo con los ayuntamientos para la vivienda protegida, las ayudas de 300 euros mensuales para jóvenes...
La líder de Podemos Euskadi, Pilar Garrido, avisó de que con este trámite no termina nada, y habrá que empujar para que las comunidades usen “el 100% de esta ley”. A su juicio, decir sí a esta ley es decir sí a los vascos, y rechazarla da carta blanca a los fondos buitre.
La defensa por parte del Ejecutivo español se la repartieron las ministras de Derechos Sociales (Ione Belarra, de Unidas Podemos) y de Agenda Urbana (Raquel Sánchez, PSOE). Belarra puso el foco en la presión social y los colectivos antidesahucios como motor, y Sánchez defendió que la ley tiene “solidez jurídica” y no va contra nadie. El PNV, que retiró las enmiendas al no ver voluntad, cree que Bildu busca homologarse como socia de Sánchez. l
BOLAÑOS Y EL COMER
l “Frente a debates identitarios”. El ministro de Presidencia, Félix Bolaños, aprovechó ayer un acto en Donostia para defender que la Ley de Vivienda demuestra que el PSOE está “en las cosas del comer” frente a debates identitarios. Sánchez, desde Madrid, volvió a recalcar que las leyes del Congreso se cumplen.