La nueva coordinadora de donación y trasplantes de Osakidetza admite que los cambios están obligando a adaptarse. Con una mayor escasez de órganos, donantes cada vez más mayores y avances médicos revolucionarios, Esther Corral asegura que “toca innovar y adaptarse a los tiempos y a los donantes que tenemos”.
¿Por dónde hay que innovar? Hace unos días se ha conocido que en Estados Unidos un hombre con insuficiencia renal terminal ha sido el primer ser humano en recibir un nuevo riñón de un cerdo modificado genéticamente. ¿Los xenotrasplantes son anecdóticos o han llegado para quedarse?
Desde luego es un tema muy discutido a nivel ético. Creemos que es una anécdota y que es algo que puede venir en un futuro, pero que tenemos que coger con pinzas porque actualmente no sabemos muy bien cómo van a evolucionar. Los dos trasplantes cardiacos que ha habido en estos últimos años a partir de un xenotrasplante no han ido bien, y actualmente en Euskadi y en el Estado español tenemos muy buenos resultados y muy poco tiempo de espera para poder recibir un órgano de un paciente fallecido. No estamos cerrados a nuevas vías como el xenotrasplante, pero debemos ser cautos, tanto en la indicación de quién tiene que recibir este tipo de trasplantes y cómo pueden ser los resultados.
¿Implantar un corazón artificial continúa siendo ciencia ficción?
Puede ser el futuro, como el xenotrasplante. No tenemos que cerrar la puerta a nada. De hecho, existen dispositivos artificiales que son un repuesto del corazón, pero durante un periodo de tiempo no indefinido. Por lo tanto, más que un órgano para toda la vida, el corazón artificial actualmente es un puente al trasplante. Se implanta ese dispositivo artificial hasta que aparezca un donante adecuado para esa persona. Probablemente en un futuro sí que se desarrollen corazones artificiales que duren un mayor tiempo y que eviten la necesidad de un trasplante cardiaco.
El desafío actual en materia de trasplantes es que el perfil clásico de donante ha cambiado sustancialmente, ¿verdad?
Efectivamente. El perfil del donante ha cambiado muchísimo. Hace 25 años la mayoría de los donantes era gente joven, sin patología previa y que fallecía en circunstancias trágicas por un accidente de tráfico o por siniestros laborales y eran donantes en muerte encefálica. Actualmente, gracias a Dios, hay menos donantes procedentes de estas muertes y, entonces, la mayoría de nuestros donantes son personas añosas que tienen patología previa. Por lo tanto, tenemos que ser mucho más cuidadosos tanto en el mantenimiento del donante como en el cuidado postrasplante.
Los donantes actuales son muy mayores.
Actualmente más de la mitad de los donantes son mayores de 60 años. Y un 28% tiene más de 70 años. E incluso hay gente de 80 años que puede ser donante en el momento final de su vida. Por eso estamos creando nuevas vías de donación como la donación en asistolia, el donante vivo, o el donante cruzado.
La donación en asistolia está en aumento. ¿En qué consiste?
Euskadi fue pionera en la donación en asistolia. El hospital de Araba fue el primero donde se realizó. Esto supone que mucha gente que al final de su vida quiere ser donante, y que fallece por una enfermedad respiratoria terminal o por una enfermedad neurodegenerativa, puede hacerlo. En los cuidados, al final de la vida se ofrece esta posibilidad de donación y pueden donar los órganos una vez fallecen en circunstancias de parada cardiocirculatoria.
¿Es esta la principal línea de crecimiento?
Sí, porque actualmente en el Estado español el 45% de todos los donantes fallecen por parada cardiocirculatoria y esos son donantes en asistolia.
Los europeos nos miran con envidia. Las tasas de donación de Euskadi son altísimas.—
Es que tenemos más opciones de recibir un órgano que cualquier otro ciudadano europeo. Tenemos la gran suerte de vivir en un sitio donde la mayoría de los ciudadanos tiene más posibilidades de un trasplante que el resto de la población mundial por la espectacular tasa de donación que tenemos y por los resultados de nuestros trasplantes. El Estado español tiene una tasa de donación de 48,9 donantes por millón de población y en Europa están en 21. Euskadi se sitúa por encima de la media del Estado porque hemos tenido el año pasado una tasa de 57 donantes por millón.
Sin embargo, también hay listas de espera.
Nuestro objetivo es reducir la lista de espera y por eso intentamos optimizar, mejorar e innovar, pero mientras haya gente en esa lista de espera, hay que seguir trabajando. En Euskadi, somos referencia en trasplante hepático y renal. La media de espera para recibir un riñón puede estar en unos 12-18 meses, y recibir un trasplante hepático se puede demorar unos seis meses. Esto es la media, pero tarde o temprano hay muchas posibilidades de que todo el mundo que necesite un órgano, lo reciba.
¿A qué se debe la buena respuesta de la población para donar?
Hay varios factores. Tenemos un sistema de salud muy cohesionado y con una gran trayectoria. Hay detrás un gran esfuerzo respaldado por muchos logros y un gran trabajo en equipo. Existe también gran coordinación a nivel técnico y humano con una estupenda red de coordinación de trasplantes en los hospitales que funciona muy bien. Y todo el personal hospitalario, sobre todo en las UCI o en las unidades de pacientes críticos, se esfuerza mucho por incluir la donación dentro del proceso al final de la vida.
Esa es una línea de trabajo muy importante, ¿no?
Es que uno de los objetivos del coordinador de trasplantes no es solamente obtener un gran número de órganos para el que lo necesite, sino que también es muy importante que los pacientes que se encuentran al final de la vida y que se han decidido por la opción de ser donantes, lo sean. Creo que ese es un esfuerzo que se hace a nivel hospitalario, y de coordinación de trasplantes y donación, muy importante. Pero, sobre todo, lo más importante es que vivimos en una sociedad muy solidaria y generosa, y que en un momento tan difícil como puede ser el duelo y el fallecimiento de sus familiares aceptan la donación. Eso nos mueve y hace que seamos tan grandes.
En Osakidetza están también promoviendo la donación en vivo.
Sí, potenciamos también la donación en vivo. Ese es otro de los retos que nos planteamos en Euskadi. En los últimos cinco años ha habido 217. También estamos impulsando proyectos de trasplantes cruzados, con un esfuerzo importante organizativo. De tal forma que en el Estado español desde el año 2009 se han hecho 325 trasplantes cruzados y en Euskadi tenemos aproximadamente 31 personas que se han beneficiado de este proyecto.
También somos especialmente solidarios con la donación de médula ósea.
Sí, la población también es muy solidaria. Hay 16.590 vascos disponibles en el registro español y el año pasado inscribimos a casi 600. Somos responsables de la captación de posibles donantes y de su inclusión en el registro de donantes de médula ósea, que es universal. Nos esforzamos en que la población joven menor de 40 años venga a hacerse una analítica y se comprometa a inscribirse, por si algún día hacen match con algún enfermo que necesite su sangre (progenitores hematopoyéticos es el nombre de lo que conocemos como donación de médula ósea). En algún momento puede saltar la alarma, y podrán ser los donantes reales de ese paciente allá donde esté, en cualquier parte del mundo.