Sus altas paredes, que alcanzan los más de 250 metros de caída vertical, son uno de los paraísos de la escalada en Euskadi. Su cima también suele acoger a multitud de paseantes que aprovechan la atalaya natural que forma para avistar el paisaje costero de Urdaibai.
Pero también es hogar de numerosas aves –principalmente costeras– que echan mano de sus recovecos. Y desde hace más de cuatro meses, se ha convertido en la casa de una pareja de alimoches que crían a su pollo. Especie habitual en la Reserva de la Biosfera de Urdaibai, la pareja de rapaces ha venido estando presente en una pequeña pared rocosa de Muruetagane (Gautegiz Arteaga) durante largos años, si bien se ha movido a la costa. A la protección de Ogoño.