Junto al cambio climático, uno de los problemas más graves al que se enfrenta la sociedad es la pérdida de la biodiversidad. Para hacer frente a estos retos, conviene que la juventud tenga una adecuada alfabetización. Nada más lejos de la realidad. El alumnado de Secundaria suspende en conocimientos de flora y fauna autóctonas, concluye un estudio de la UPV/EHU y la Sociedad de Ciencias Aranzadi.
A pesar del elevado interés por la naturaleza que confiesan los escolares, no son capaces de enumerar diez especies autóctonas de animales y menos de plantas, según la prueba realizada a cerca de 1.000 alumnos y alumnas de 26 centros escolares vascos y navarros; lo que la investigación denomina ceguera vegetal.
“Viene a corroborar lo que ya sabíamos por otras investigaciones a nivel internacional, que el conocimiento sobre la biodiversidad, en este caso sobre fauna y flora, es muy limitado, yo diría que alarmante; lo positivo, que el interés por la naturaleza es elevado, más en el caso de los animales que de las plantas, pero indudablemente, los conocimientos son muy limitados y es ahí donde hay que poner el énfasis”, considera Aritz Ruiz, autor del estudio en colaboración con Oihana Barrutia, José Ramón Díez e Iñaki Sanz.
Considera Aritz Ruiz que por su formación, “tendrían al menos que haber nombrado animales como las martas, garduñas, tejones, avendajos, sapos corredores o el mismo visón europeo, que lo tenemos aquí, a las puertas de Salburua y que, además, es una especie lo suficientemente carismática; lo lógico es citar alguna de las especies comunes con las que convivimos día a día: alimoches, carboneros, mirlos o avendajos, que si levantamos la mirada están ahí; pues no, los más nombrados son los grandes mamíferos de la sabana y animales que aparecen en los documentales”.
Empeora la situación en el caso de las plantas, ya que ni siquiera completan el listado. “Demuestra que compartimos el paisaje con las plantas, pero no somos conscientes de la relevancia que tienen si ni siquiera somos capaces de enumerar diez especies silvestres, un desconocimiento total y absoluto; además, el interés por ellas es muy bajo”, lamenta Aritz Ruiz. Solo citan especies domésticas y alguna flor común, también de las domesticadas, pero no alisos, fresnos, robles... “Desconocemos toda la diversidad que tenemos en nuestro entorno, paseamos al lado, pero somos incapaces de identificarla y eso que en Euskadi tenemos una increíble variedad y en un espacio muy limitado: vegetación atlántica, mediterránea, etc.”, apunta.
Extinción de la experiencia
Reconoce el estudio que los resultados son malos. Muestran que la juventud vasca tiene una notable falta de conciencia sobre las especies autóctonas y que, además, sea cual sea el lugar de nacimiento, las listas de los estudiantes están formadas por un gran número de especies no nativas. El alumnado de los pueblos pequeños es más capaz de citar espontáneamente un mayor número de especies autóctonas, lo que indica que la proximidad a la naturaleza favorece un mayor conocimiento sobre las especies autóctonas que forman parte de ella.
De ahí la importancia del aprendizaje en entornos naturales. “Titulamos la investigación Dime dónde vives y te diré qué especies conoces; hay un término muy interesante al respecto: extinción de la experiencia. Quiere decir que, a medida que vivimos en ciudades más urbanizadas y nos desconectamos del entorno natural, nos pasa desapercibido y deja de formar parte de nuestro repertorio mental, de nuestros conocimientos vitales, más comunes antes cuando se transmitían de generación en generación”, explica Aritz Ruiz.
En este sentido, el hecho de no tener contacto con el entorno es clave. “Según la hipótesis del entomólogo Edward Wilson, el denominado Darwin del siglo XXI, todas las personas tenemos el deseo de catalogar, comprender..., pues a medida que se van reduciendo las interacciones directas con la flora y la fauna, el foco de atención se redirige hacia otro punto, hacia todo tipo de artilugios humanos”, añade. En cambio, “no somos capaces de ver ni de nombrar las especies de animales y plantas que están ahí mismo, que no hay que irse a lugares exóticos, en nuestro entorno tenemos una gran variedad de formas de vida. No obstante, “como todo en esta vida, hay que cultivarlo, practicarlo y, a tenor de los resultados, a marchas forzadas”, opina.
La educación tiene un papel fundamental en ese camino que falta por recorrer. Apunta la investigación que en la transmisión doméstica del conocimiento de la naturaleza ya se observa una interrupción en la sociedad y, en la actualidad, el contacto con la naturaleza se realiza sobre todo durante el tiempo libre y muchas veces, esta solo sirve de escenario para practicar actividades de ocio. “Desde el ámbito educativo, tenemos un reto importante, que también tiene que ser un reto social, ya que así lo requiere la situación”, opina Aritz Ruiz.
“La evidencia nos dice que tenemos un escaso conocimiento sobre el mundo vegetal , pues hay que dar la vuelta a esa situación, sobre todo porque a aquello que no conocemos, no le vamos a dar la importancia que se merece; debemos impulsar políticas de conservación y si desconocemos esas piezas del puzle, poco vamos a poder hacer”. Por eso, “la transformación educativa hay que iniciarla desde edades tempranas, ya que serán los niños y niñas de hoy los que conformen la sociedad del futuro y tomen decisiones vitales ante los nuevos retos que se avecinan”, destacan los investigadores. l
La investigación
Estudio. Investigadores e investigadoras de la UPV/EHU y de la Sociedad de Ciencias Aranzadi han analizado el conocimiento sobre fauna y flora autóctonas de 1.000 jóvenes vascos y navarros de 12 y 13 años, así como su interés por esos grupos y por la naturaleza, para explorar su conocimiento, así como su relación con el medio ambiente.
Resultados. Aunque el interés del alumnado es alto, su conocimiento sobre la fauna y flora autóctona es muy limitado. En el caso de las plantas, además, se ha llegado a la conclusión de que existe una importante ceguera vegetal, menor conocimiento e interés hacia las plantas que hacia los animales. Además, en los pueblos pequeños, el alumnado tiene una mayor capacidad para enumerar especies autóctonas, probablemente debido a que su contacto diario con la naturaleza es mayor.
Conclusión. La necesidad de reforzar la educación ambiental y articular herramientas de conocimiento de la naturaleza, tanto a nivel social como educativo, como paso imprescindible para afrontar los retos presentes y futuros de la sociedad en su alfabetización en biodiversidad.