EL Amorebieta regresó de Girona sin puntos en la maleta, pero con un puñado de razones para alimentar el optimismo con vistas al desarrollo de un campeonato en el que se presentó en sociedad con buena nota. Lejos de acusar los nervios del estreno en una de las plazas más exigentes de LaLiga SmartBank, los hombres de Iñigo Vélez de Mendizabal demostraron que están preparados para competir de verdad. Sin vértigo, tal como advirtió el técnico azul en la presentación del equipo cinco semanas atrás, cuando echó a andar un renovado e ilusionante proyecto diseñado para buscar con ahínco la anhelada permanencia en la categoría de plata del fútbol estatal.
No será una labor sencilla, pero tampoco se antoja una meta inalcanzable, utópica, en caso de rendir como en la tarde del sábado en Montilivi, donde el Girona pudo dar fe de la seriedad y capacidad de competir de un equipo decidido a hacer de la fuerza del colectivo su principal valor. Bien plantado sobre el césped desde el primer hasta el último minuto del choque, el Amorebieta juntó líneas, lanzó una fructífera presión sobre el Girona y apenas concedió ocasiones de gol al conjunto catalán, que enfiló el camino hacia los vestuarios con dudas en el descanso debido al buen hacer de un equipo que fue capaz de llevar a la práctica el sobrio planteamiento de su entrenador. Tuvo que ser el uruguayo Cristhian Stuani, valiéndose de un error individual de Irazabal en la marca a los cuatro minutos de la reanudación, quien desnivelara la contienda sin que el transcurso del partido hiciera presagiar hasta entonces movimiento alguno en el electrónico.
En caso contrario, para más inri, la tendencia apuntaba en favor del Amorebieta, que merodeó el gol en varias ocasiones y que, fruto de su valentía y verticalidad tras robo en campo rival, bien pudo adelantarse en el luminoso con un disparo de Mikel Álvaro que se topó con el poste al filo del descanso. No aprovechó sus oportunidades el cuadro azul y sí, mientras tanto, un efectivo Girona que sufrió más de lo que esperaba su propia afición para derrotar al Amorebieta, que sometió por momentos a su rival y demostró un buen desempeño también con balón. A pesar de que la posesión al término del partido fue de un 53,6% para el Girona y un 46,4 para los zornotzarras, lo cierto es que los de Iñigo Vélez, pese a ejercer como visitantes, remataron más.
En total fueron diez disparos los que firmó el equipo dirigido por Míchel y trece los que sumó para la colección un atrevido y nada temeroso Amorebieta que rozó el empate en un par de acciones durante la segunda mitad. No llegó el gol, que se resistió en un área y lo volvió a encontrar en otra jugada aislada el Girona en los minutos finales, cuando los vizcainos adelantaron aún más las líneas en busca de un empate que hubiera hecho justicia a lo observado en el verde.
BUENAS SENSACIONES
Las sensaciones, pese a la derrota por 2-0, fueron más que positivas pensando en los próximos compromisos ligueros, porque el equipo compitió, no perdió la cara al partido en ningún momento y fue capaz de tutear en su propio estadio a todo un Girona al que poco le faltó para pedir la hora en Montilivi. La buena imagen mostrada contra un rival que se ha quedado a las puertas de ascender a Primera División en las dos últimas temporadas confirma, por tanto, la hoja de ruta marcada en el vestuario del Amorebieta, donde no hay tiempo, ni lugar para el lamento.
El lunes de la próxima semana, de nuevo a domicilio, los azules se medirán al Mirandés con el objetivo de dar continuidad al notable nivel exhibido en Girona a fin de estrenar su casillero de puntos en la clasificación. Con 41 jornadas por delante hasta la finalización de la liga regular, los de Iñigo Vélez ya saben lo que se encontrarán en la categoría, pero también sus rivales cuando el Amorebieta, decidido a vender cara su piel cada semana, asome enfrente.
Trece remates, por diez del Girona, sumó un valiente y vertical Amorebieta en su esperado debut en la categoría de plata
La falta de puntería de los azules y la efectividad del conjunto catalán decantaron la suerte de un encuentro igualado