En 1992, bajo el mandato de José Ángel Cuerda, Vitoria-Gasteiz aprobó el proyecto de regenerar y recuperar su degradado entorno medioambiental para crear alrededor de la ciudad espacios verdes. Las actuaciones comenzaron en 1993 y tres décadas después el Anillo Verde, una de las grandes referencias de la Vitoria green, otea ya en el horizonte su cierre perimetral. Pero, llegado ese día en el que el proyecto de circunvalar la ciudad al completo de espacios verdes se remate por la zona sur con la regeneración del parque de Larragorri, todavía quedará trabajo por delante para seguir potenciando ese enorme espacio natural que rodea Gasteiz. No en vano, el Anillo fue un factor clave para su elección como capital verde europea y también es un ejemplo a nivel mundial de cómo recuperar entornos degradados y convertirlos en espacios bionaturales que se combinan con el ocio de los ciudadanos.
"El Anillo Verde ha sido y sigue siendo el buque insignia, no solo como elemento vertebrador en la recuperación de la biodiversidad y como exponente de cómo podemos transformar espacios degradados en un pulmón importante para la ciudad y para el ocio saludable. Es además un laboratorio en el que se han ido testando soluciones basadas en la naturaleza. Hay que ampliarlo, cerrarlo, y seguir potenciándolo con nuevas iniciativas", destacó el alcalde de Vitoria, Gorka Urtaran, en una entrevista en enero en las páginas de DIARIO DE NOTICIAS DE ÁLAVA.
Gran parte del perímetro está ya completado y los grandes parques se han interconectado entre sí a lo largo de los últimos años para componer 833 hectáreas continuadas de naturaleza accesible para la ciudadanía. El corredor verde une ya el Jardín Botánico de Olarizu y los parques de Las Neveras, Salburua, Zadorra, Zabalgana y Armentia y la única zona que queda para que el Anillo se cierre se encuentra en el sur de la ciudad, con el proyecto ya en marcha del parque de Larragorri. Una iniciativa que incluye la derivación de los ríos Abendaño y Zapardiel, la generación de una gran balsa que resolverá los problemas de inundabilidad de la zona, además de ofrecer un espacio para la biodiversidad acuática y posibles usos lúdicos, así como itinerarios peatonales y ciclistas. Y es que, además de la regeneración de espacios y su recuperación para la naturaleza, son los vitorianos los grandes beneficiados del crecimiento del Anillo Verde al contar con una zona excepcional para sus paseos y rutas ciclistas.
Pero la idea no es quedarse ahí, sino seguir creciendo. El ejemplo es el proyecto Mendebaldea, un gran corredor verde que se ha regenerado entre el polígono de Jundiz y la autovía A-1 al oeste de la ciudad y para el que ya se está valorando la posibilidad de conectarlo con los Montes de Vitoria y el parque de Armentia. O la idea de dotar de un mayor protagonismo a los ríos y arroyos del entorno de la urbe, para que los vitorianos puedan volver a disfrutar de estos caudales de agua durante años olvidados.
Dentro de la biodiversidad del Anillo, con muchas diferencias en cada hábitat dependiendo de las zonas, la joya de la corona es el Jardín Botánico de Olarizu, que, además de ser un parque público y reunir colecciones botánicas con vocación educativa y divulgativa, aspira a convertirse a medio plazo en una institución referente en nuestra eurorregión en investigación y conservación de especies, además de actuar como laboratorio in situ del impacto del cambio climático en la vegetación de los diferentes biomas europeos.
La excepcionalidad que supone contar con un proyecto que es referencia mundial a la hora de regenerar espacios degradados y convertirlos en entornos naturales accesibles no es la única apuesta verde de Vitoria. Su tradición de ciudad ajardinada y con grandes parques también es ejemplar y ahora se busca dar un paso más con la naturalización de algunas de sus calles. En ese sentido, en los últimos años se ha actuado en la Avenida Gasteiz y ya se perfila en el horizonte la renovación de Los Herrán, que se convertirá en un pulmón verde en esa céntrica zona de la ciudad. De la misma manera, se trabaja para que la zona más compleja de la ciudad en su asociación con la naturaleza, el Casco Viejo, cuente también con espacios verdes, para lo que se plantea la reforma de la plaza de Villa Suso, los jardines de Etxanobe y la incorporación de micropaisajes a lo largo de su trama urbana.
Y, mientras tanto, se mantiene al alza la apuesta por los huertos ecológicos urbanos para dotar de contenido parcelas sin uso dentro de la ciudad y que así los ciudadanos dispongan de espacios donde aprender y desarrollarse con la naturaleza. n