El foyer del Teatro Arriaga parecía una botella de agua de Bilbao agitada. Cada cual se sentía burbuja y quería saltar con el txupinazo. Descorcharse. Dos años sin Aste Nagusia son muchos días. Incluso Marijaia, en el centro de su púlpìto habilitado con grueso cordón forrado en terciopelo burdeos y sujeto mediante peanas de latón dorado, mostraba un aire impaciente. Y, a pesar de eso, se fotografió sonriente con las decenas de personas invitadas que quisieron retratarse bajo los brazos de la gran Sacerdotisa de la fiesta. La presentadora Adela González fue de las primeras. Y ya no hubo fin.
A partir de las 17.30 el número de asistentes empezó a crecer. En ese momento arranco a tocar la banda de txistularis; iban de gala, con bicornio y chaleco azul con botonadura plateada, Gorka Zabaleta, Idoia Kareaga, Peio Irigoien, Sabin Bikandi y Asier García. Se encontraban sobre la alfombra, al pie de la escalera que asciende al foyer. Representantes de comparsas y de la sociedad bilbaína aguardaban a las autoridades. En lo alto, Ángel Llácer, caracterizado de diva de La Jaula de las Locas, observaba con curiosidad, acompañado por Armando Pita, Raúl Martín, Xabi Nogales y Empar Estebe, tocados con sus plumas, como Marijaias sofisticadas.
Minutos más tarde hiceron acto de presencia el alcalde, Juan Mari Aburto, con buena parte de la corporación, caso de Amaia Arregi, Itziar Urtasun, Nekane Alonso, Koldo Narbaiza, Oihane Agirregoitia, Xabier Ochandiano, Yolanda Díez, Gabriel Rodrigo, Carlos García, Jone Goirizelaia o Alba Fatuarte.
Junto a las autoridades municipales, una importante representación del Gobierno vasco, con el vicelehendakari, Josu Erkoreka, los consejeros Bingen Zupiria, Gotzone Sagardui o Pedro Azpiazu. Entre las primeras autoridades se contaba también la diputada foral de Cultura, Lorea Bilbao.
Tras el aurresku de honor, que bailó Igor Zabala, la comitiva y resto de invitados subieron al foyer a paso ligero, donde tuvo lugar el traspaso de símbolos entre pregoneras y txupineras de 2019 y 2022, en un acto breve presentado por la programadora cultural Katrin Schegel, que contó con intérpetre de signos.
Después, Itziar Urtasun anudó el pañuelo azul al alcalde y este se lo puso a su concejala de fiestas. No se trataba de un momento cualquiera para Urtasun. En su último txupinazo como edil, estuvo acompañada por sus hermanas Amagoya y Leire Urtasun, y su marido, Jon Bañales, además de Itsaso Jubeto, Iván Ávalos, Beñat Urtasun, Javi Fernández, Balendin Estrada y Amaya García.
A la espera del pregón, a cargo de Itziar Lazkano, y del txupin que lanzaría Iratxe Palacios, hubo profusión de saludos, abrazos y apretones de manos. Entre ellos, el exalcalde Ibon Areso; la presidenta del Bizkaia Buru Batzar, Itxaso Atutxa; la directora de Parques Tecnológicos de Euskadi, Itziar Epalza; el director de Asilo e Inmigración del Gobierno vasco, Xabier Legarreta; el director general de Administración Pública de la Diputación, Josu Bergara; o el director de Fekoor, Juan Carlos Solé.
Asistieron, el diseñador del cartel de este año, Maximiliano Casatti; el presentador Kaudio Landa; el artista José Antonio Nielfa, las actrices Maribel Salas, Loli Astoreka, Gemma Martínez y Sol Maguna, los rockeros Mikel Bizar y Jon Zuazola, el pintor Jujo Ortiz o el presidente de la Asociación Artística Vizcaina, José Ramón López. Del músculo comercial de la Villa, el presidente de Bilbao Dendak, Rafael Gardeazabal, además de Julia Diéguez, Jorge Aio, Janire Torvisco, Xabier Olmo, Rosa Pardo o Susana Alaguero.
A las 19.05, cuando sonó el txupinazo, a todo el mundo reunido en el Arriaga se le iluminó el rostro con una sonrisa.
Y Marino Montero, se anudó al cuello un pañuelo de los que encargaron en 1978 a un empresario textil de Girona. Conserva dos.