Albina Stardust, drag queen nacida en Burlada, empezó a maquillarse en su casa a los 18 años, haciéndose “unos cuadros ordinarios” en la cara. Profesionalmente arrancó en 2018, cuando tenía 21 años, hasta llegar a convertirse en la voz de la diversidad del programa Biba Zuek de EiTB, donde cuenta con su propia sección. “Con el drag vas descubriéndote. Es un proceso en el que entran los cambios. Eso es lo bueno del drag, que nos permite experimentar, conocernos, y expresarnos como nos apetece en cada momento”. Por eso, siempre dice que “nadie se puede morir sin haber hecho drag alguna vez en la vida”. Porque “ayuda a descubrir qué nos gusta y qué no. ¿Cómo sabes que no te gusta ponerte un body o unos tacones si nunca lo has probado? Igual te sientes súper empoderada”. A pesar de lo que muchos podrían pensar, admite tardar cada vez menos en maquillarse. Por eso, no sabe si le dejaría maquillarla a otra persona: “Yo me creo mi cara de cero”. Así, consigue lo que le caracteriza: su “cara de niñata”. Cuando se define, dice “me gusta ser entre una muñequita de porcelana y un putón. Soy una moderna tiktoker. Cada una tiene su estética, su esencia”, explica.
Considera que desde sus inicios, se ha dado un cambio: “Cada vez somos más travestis, la gente ya nos conoce, va entendiendo más o menos lo que hacemos”. Para ella, “salir a la calle es un acto político, cada vez que salimos ya estamos enseñando algo, la gente está aprendiendo algo o por lo menos, se está preguntando algo”. “Si hacemos que el día de mañana la gente pueda explicar a su entornos qué es el drag y por qué existe, ya estamos creando el cambio”. Considera que “el cambio empieza en una misma. Cada una cambia lo que puede y esa gente a otra gente”.
Cuando sale a la calle maquillada siente las miradas y dudas de la gente. Confiesa, eso sí, que “casi nunca” han reaccionado mal. Lo que recibe son buenas críticas: “Sobre todo las mujeres que vienen y ‘¡Ay que guapa, es lo más!’”. Sin embargo, lo que más le gusta son “los niños y las niñas que preguntan a sus padres ‘¿Eso es un chico o una chica?’”. Ese instante de duda, afirma, “es el momento, ahí está el cambio”. Por eso, siempre responde: “Ninguna cariño, se puede ser más cosas”.
Siempre le preguntan lo mismo: “Qué es el drag, como empecé en esto, si Albina Stardust es un personaje… Pero entiendo que es lo que hay que explicar”. Cree que la curiosidad de la gente es buena, no considera que nazca del morbo: “Yo quiero ser positiva y quiero pensar que la gente quiere aprender, entender”. Y aunque es cierto que ese interés es cada vez más llamativo, parece que “a la gente hay que dárselo todo hecho”, comenta la artista drag. Hoy en día, los recursos para informarse son muchos: “Tenemos internet, tenemos libros, charlas, talleres… ”. Pero, añade, “la gente es muy vaga y vive muy cómoda en la ignorancia”. Precisamente para hacerle frente a la desinformación, considera importante crear espacios en los que se traten estos temas.
Ella se lo tomó al pie de la letra, pues es colaboradora del programa Biba Zuek desde el año pasado en el que trata diferentes temas dentro de la diversidad: “Hablamos desde el género o la sexualidad hasta el VIH. Me suele gustar dar voz a diferentes colectivos de todo tipo, gente que tenga algo que contar”. Considera, por otro lado, que lo que hace especial este proyecto es “tratar estos temas en euskera, porque muchas veces no se hace”. Además, al ser un programa de tarde con todo tipo de audiencia, “que gente mayor esté en su casa viendo Biba Zuek y de repente vea un vídeo sobre el género no binario, igual no hace que se convierta en un experto en género, pero quizás puede llegar a entenderlo”.
Como con las cámaras no tenía suficiente, también decidió meterse en la música. A día de hoy cuenta con Mírame, su primer single del que más tarde hizo una versión en euskera, y Tuli Tuli con Yogurinha Borova, que considera su “amatxi drag”. El título es un término que se creó en Pamplona en la década de los 80 para hablar de ligoteo entre marikas. “Digo marikita y maricón porque es lo que somos”, aclara. Define la colaboración como “un sueño”. La base la produjeron con Rubén G. Mateos: “Imagínate, dos travestis a cada cual más loca, diciéndole ‘queremos poner sonidos de zanpanzares’, la otra ‘yo quiero que suene electrónico chun chun…’”.
Participó también en Lumak, el festival travesti que se celebró en julio en Burlada: “Actuar en mi pueblo era un sueño. Lo dije en el escenario, para mí fue cerrar un ciclo. Volver a donde yo viví bullying, y ver cómo Burlada está cambiando y está evolucionando no me puede gustar más”.
ESPACIOS DIVERSOS
La presencia y visibilidad del arte drag crece sin cesar: “Somos un montón, y cada año más. Invito a la gente a que venga a los orgullos y ver cómo empezó Donatella Maní y en el último orgullo estuvimos 15 travestis”. Para ella, confiesa, el orgullo es “un estrés” porque “se ha vuelto la fashion week de las travestis, estamos meses preparando los looks”. Pero aún así, lo considera “un día mágico”. “A la gente le gusta lo que hacemos y pide shows travestis”, cuenta. Cada vez más txoznas y gaztetxes quieren contar con ellas: “Estamos hartas de los mismos grupos de heteros de siempre” que aunque, aclara, “son lo más”, reivindica que “tiene que haber espacio para todo el mundo”.