Raúl Sierra Pérez, la víctima del apuñalamiento mortal en el parque de los Enamorados de Pamplona, era un hombre reservado, tímido, introvertido, comedido, buen trabajador, que solía hacer bici y gimnasio y cuya vida giraba en torno al barrio de la Rochapea, según las personas que le conocían y los vecinos del portal del parque de los Enamorados.
Anteriormente, también había vivido en el domicilio familiar con sus padres en la cercana calle Joaquín Beunza y mantenía una fuerte vinculación con el Valle de la Ultzama, donde su familia tuvo mucha relación con la yeguada del valle.
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Con una hermana y un hermano, llevaba toda la vida trabajando en almacenes de frutas de Mercairuña y desde hace 15 años lo hacía en Iruña de Frutas y Verduras, que tiene doce empleados. Su responsable, Jesús Zudaire, se mostraba “en shock” al conocer este miércoles la noticia. “Nos vamos a tener que acostumbrar a estar sin él. Era un gran compañero. Es un palo muy gordo para todos, hay clientes que se me han echado a llorar por la relación que tenían con él. No tenemos palabras”.
La víctima había trabajado la noche del miércoles en su horario habitual, de 2.30 a 10.00 horas en el almacén mayorista, donde le recuerdan como un hombre "con mucha calma, con buen trato hacia todo el mundo y muy reservado. Apenas contaba cosas de su vida personal".