En la foto de familia, en el recordatorio del podio final de O Gran Camiño, la vuelta gallega que festejó Alejandro Valverde, el hombre inagotable, lucía balbuceante la timidez de Igor Arrieta (Uharte Arakil, 8 de diciembre de 2002), como si el navarro, el mejor joven de la carrera, se sintiera ajeno al reparto de la postal. De algún modo le invadía esa idea tan atávica de qué hago yo aquí. Arrieta, ciclista del Kern Pharma, era un muchacho a una sorpresa pegado. "No creía que fuera a rendir tan bien, la verdad. Me sorprendí a mi mismo", dice el navarro, un novicio en el profesionalismo.
Vestía de blanco Arrieta, el color de la pureza y de la inocencia. El asombro de Arrieta, con apenas 19 años, contrastaba con Valverde, 133 triunfos en su hoja de servicios. Valverde tiene pose de campeón. El costumbrismo de la victoria. "No te das muy bien cuenta de lo qué haces ahí. Miraba a Valverde, que le veía en tele siendo chaval y me parecía alucinante", describe Arrieta, una de las sensaciones del comienzo de la campaña. El padre de Igor, José Luis, dirigió a Valverde durante una década. Ahora, Igor y Valverde posan juntos. "Me comentó que lo había hecho muy bien", apunta Arrieta. Valverde siempre fue una referencia, una figura perenne en su niñez.
El ciclista navarro completó una carrera fantástica en el intrincado paisaje de carreteras secundarias gallegas. No solo fue el mejor joven con apenas 19 años, también se asomó entre los más destacados en la tercera etapa, en la que logró la cuarta plaza, justo por detrás del trío compuesto por Valverde, Woods y Sosa.
El murciano alzó los brazos en la tercera jornada y conquistó finalmente O Gran Camiño. El canadiense, que fue segundo en la general, venció en la cima de Ézaro. "Una vez que estaba allí traté de hacerlo lo mejor posible", dice el ciclista, que superó a Mark Padun, Ion Izagirre y Rubén Fernández en el esprint de la etapa reina de la prueba gallega.
Arrieta demostró su enorme capacidad competitiva. No se dejó ir. "Hay que aprovechar cuando estás bien y me sentía más o menos cómodo dentro del sufrimiento", diserta Arrieta, que se declara un luchador. "Soy un inconformista".
Recuerda el joven navarro, una de las promesas del ciclismo, que ese día "se sintió cómodo. Claro que sufres, pero me veía bien. Hay que saber aguantar y tenía claro que iba a esprintar y conseguir el mejor puesto posible". A partir de ahí se situó en la zona noble de O Gran Camiño hasta lograr la séptima plaza en la general final.
HACERSE UN HUECO
Reconoce Arrieta que le costó arrancar y adaptarse al ritmo de competición del profesionalismo. Más teniendo en cuenta que su salto fue un doble mortal adelante. Se impulsó en el trampolín del Lizarte para acceder a al profesionalismo. Un viaje veloz. "En la Challenge de Mallorca me costó coger el ritmo. El salto es muy grande. Se iba muy rápido y tienes que asimilar ese salto, pero poco a poco me fui acostumbrando. Con el paso de las carreras me he visto cada vez mejor", desgrana Arrieta, que asume que "hay que ir con respeto en el pelotón, pero uno se tiene que ir haciendo un hueco".
Aprende rápido Arrieta, siempre atento, dispuesto a progresar en el profesionalismo. "Creo que tengo margen de mejoría, sobre todo en la montaña", agrega el navarro, al que su padre le aconseja que "vaya con calma, aprendiendo poco a poco, sin prisas". Ese es el mismo credo que le inculca Juanjo Oroz, su director, gratamente sorprendido por el rendimiento de la muchachada del Kern Pharma.
"SOY AMBICIOSO"
Antes de que se encaramara al podio de O Gran Camiño, Arrieta dejó constancia de su talento en la Clásica Jaén, la carrera que se disputó por caminos de tierra. Compartió fuga con otros corredores y cuando el resto cedió, el continuó abriéndose paso entre las arterías de los olivos. A esa capacidad de resistencia y aprendizaje, el ciclista navarro le suma personalidad y arrojo. Continuó pedaleando, refractario a acomodarse. Se vació.
"Me vi bien en carrera", agrega el navarro. "Soy ambicioso, me gusta el ciclismo de ataque", expone. Después de este gran inicio de curso, Arrieta acampará unos días en altura, en Sierra Nevada, para preparar las próximas citas del calendario. "Quiero preparar bien el Gran Premio Indurain y la Itzulia", avanza. Más adelante, el deseo de Arrieta es seguir progresando y "estar ahí delante". El camino para el asombro. El suyo y el de los demás.