Más que una impresión es una realidad fácil de detectar que el Athletic se ha superado en los compromisos de la semana pasada. En los 270 minutos jugados contra Villarreal, Espanyol y Real Sociedad ha sido capaz de brindar un nivel sostenido y por encima del que venía ofreciendo desde el inicio del campeonato. De ahí que se haya hablado de salto cualitativo en su fútbol, de un avance en la forma de encarar los partidos al mostrar un perfil más afilado, una disposición más decidida en pos de la victoria. Era algo que se le venía reclamando y es que haciendo gala básicamente de su acreditada solidez defensiva, la mayoría de los partidos se le enredaban, pasaba por excesivos apuros y el equipo iba dejando una estela un tanto decepcionante.
La creencia de que la plantilla que dirige Marcelino está dotada para rendir al menos como lo ha hecho en estos tres partidos, no iba desencaminada. El propio técnico había solicitado un margen de confianza, insistía en que sería más adelante el momento de valorar su auténtica talla. Mencionó el primer tercio del calendario como fecha aproximada para proceder a la evaluación. Su postura confirmaba que también él suscribía la opinión de que el Athletic podía picar más alto y que los jugadores o el colectivo demostrarían que, en efecto, eran mejores de lo que venían enseñando.
Era obvio que el Athletic competía con fundadas probabilidades de sumar puntos en cada actuación, los marcadores acumulados son significativos a este respecto, no obstante faltaba dar ese paso que colmase el deseo compartido por todas las partes, la afición, el vestuario y el cuerpo técnico. Bueno, pues contra el Villarreal se vio a un equipo que ya no se centraba en desbaratar la propuesta rival mientras que en ataque se dedicaba a explotar el fallo ajeno, proyectarse a la contra o beneficiarse del balón parado. Con un enemigo de primer orden, ese día el Athletic exploró con criterio otras vías para llegar al gol, de hecho por fin anotó en una acción trenzada donde intervinieron hasta cuatro hombres. Es posible que la brillante combinación que le puso en ventaja muy pronto influyese en el ánimo, que disparase la autoestima del conjunto. Lo cierto es que firmó en San Mamés una victoria a la que no cabía poner una sola pega, salvo la derivada del resultado, a todas luces muy corto.
De goleada
Tres días más tarde, zarandeó al Espanyol. El técnico metió cinco caras nuevas en la alineación y fue como si no tocara nada. El funcionamiento coral en el RCDE Stadium dejó un agradable regusto, aunque fuese del tipo agridulce debido a que, para variar, falló la culminación. Haber fabricado a domicilio un número exagerado de oportunidades en ambos períodos no se tradujo en el desenlace buscado con brío y hubo que conformarse con un punto. No cabía señalar a nadie, sí un poco a todos si se quiere, pero cómo censurar a un bloque tan atrevido y vistoso. El rival marcó de penalti, a ese lance se redujo su balance rematador. Conclusión: la fiabilidad en la contención no se resintió pese a prodigarse generosamente en ataque.
Tras este par de ejemplos prácticos de hasta dónde puede crecer el Athletic, acudió al delicado, tenso, derbi de Anoeta. La imagen no fue la misma, el respeto que infunde la Real pudo condicionar el plan diseñado por Marcelino. Dio la sensación de que la prioridad era no dejarse sorprender y el equipo estuvo más contenido, que no quiere decir timorato. Simplemente, se inclinó por la prudencia a fin de desactivar al rival y con el paso de los minutos la fórmula se reveló acertada. A una amplia fase de impotencia de la Real, siguió el paulatino avance de líneas del Athletic, que le tomó el balón prestado. Otro penalti en contra rompió abruptamente la línea argumental del partido, pero no bastó para minar el ánimo de los rojiblancos. Tampoco la expulsión de Iñigo Martínez fue decisiva y el Athletic recibió el premio a su entereza poco antes de la conclusión.
lectura positiva
No cabe negar que esta serie de encuentros se ha saldado con un botín exiguo. Utilizar este término, que es sinónimo de escaso o insuficiente, cuando son cinco puntos de nueve, con dos citas a domicilio y adversarios tan reputados como Villarreal y el líder, la Real, puede hasta sonar improcedente. Sin embargo, va exento de toda carga de censura. Lo que pretende es dejar constancia de que, razonablemente, aquí sí que al Athletic le faltan puntos a los que se ha hecho acreedor.
Es posible que algún otro empate suelto que se registró antes podría tener cabida en el mismo saco, pero la gran diferencia en la apreciación sale del análisis del juego. El Athletic, con sus déficits, muy especialmente el conectado a la puntería, ha aspirado con legitimidad a una recompensa más suculenta esta última semana. En otro contexto se consideraría un éxito eludir la derrota y agregar cinco puntos al casillero, ahora en cambio sabe a poco. Ahora el lamento nace del inconformismo, de la comprobación de que el potencial del equipo invita a mirar el futuro inmediato con ilusión. El posibilismo que rezumaba el comportamiento del Athletic ha sido sustituido por la ambición, por una disposición que puede enganchar.
día de descanso
marcelino anula el entrenamiento
Hoy martes se regresa al trabajo. El entrenador del Athletic, Marcelino García Toral, decidió suspender el entrenamiento programado para ayer, lunes, en Lezama, el posterior al derbi vasco disputado ante la Real Sociedad en el Reale Arena, por lo que la plantilla rojiblanca disfrutó de una jornada de descanso. De este modo, el conjunto bilbaino empezará a preparar su próximo compromiso, el partido liguero de este viernes ante el Cádiz en San Mamés (21.00 horas) hoy, martes. Así, el técnico asturiano contará con tres sesiones de trabajo en Lezama: hoy, mañana y el jueves, todas ellas matinales (11.00 horas) y todas a puerta cerrada para los aficionados. Tras la sesión del jueves, Marcelino ofrecerá la rueda de prensa previa al choque correspondiente a la decimotercera jornada de LaLiga Santander, que dará paso al tercer parón liguero con motivo de los encuentros entre selecciones.