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El Athletic consigue en Getafe un empate que no llena

Pese a cobrar ventaja hasta en dos oportunidades, el Athletic se muestra incapaz de gobernar con la suficiente autoridad un partido donde el Getafe hizo valer su espíritu de lucha
El Getafe - Athletic, en imágenes

Nadie terminó contento en el Coliseum. En el trasfondo de una sensación más amarga que dulce, que compartirían Getafe y Athletic, el reparto de puntos. Seguro que se vieron ganadores, a ratos, por fases, pero ninguno fue capaz de imponer su ley. Y puestos a apurar, el Athletic albergaría más razones para la frustración, no en vano se adelantó dos veces, una en el inicio de cada tiempo, con lo que ello debería suponer, y careció de solidez para hacer buenos los goles de Iñaki Williams y Raúl García. Pese a que el choque discurrió bastante parejo, con sucesivas alternativas, a los de Ernesto Valverde les resultó imposible responder con la suficiencia requerida al empuje del cuadro local, que no solo equilibró el marcador, sino que incluso contó con tantas o más llegadas al área.

Lo peor del desenlace es que se antoja corto si se repara en el contexto de dos jornadas previas donde únicamente sumó uno de seis puntos. Ahora son dos de nueve, dato que frena definitivamente la inercia de dos meses presididos por el signo de la victoria. Pero cuando enfrente hay un rival que cumple con su parte, poco se cabe alegar. Conviene más bien reconocer que el rendimiento ofrecido no fue lo resolutivo que la competición reclama. Siendo verdad que el nivel general del Athletic fue más que correcto, se echó en falta mayor consistencia, recursos para subsanar el tipo de juego que plantea el Getafe, así como unas dosis de acierto arriba, porque hubo un montón de jugadas aprovechables que se marcharon al limbo, ni siquiera computables como ocasiones.

Ni Sánchez Flores ni Valverde sintieron la necesidad de diseñar un plan especial, ambos confiaron de salida en sus bloques habituales, persuadidos de que no había mejor opción que reeditar su confianza en lo ya conocido. Apenas uno o dos retoques para negociar una cita metida con calzador en el calendario, eso sí la primera de la temporada para Getafe y Athletic, a sabiendas de que les esperaba un reto muy físico. Por sus identidades el desgaste mutuo estaba garantizado y se perfilaba como clave, más allá de que desplieguen concepciones futbolísticas diametralmente opuestas. Uno no quiere la pelota y el otro sí; uno defiende metido en su campo y el otro lo hace invadiendo el ajeno; a uno le cuesta muchísimo generar situaciones de peligro y el otro logra acercarse al gol con frecuencia, aunque con desigual acierto.

Y el encuentro no defraudó en términos de intensidad y pelea, con disputas constantes, aunque discurrió con un guión imprevisto, pues el Athletic se adelantó en un abrir y cerrar de ojos. Primera llegada y gol: Herrera sirvió templado en perpendicular al área y los cinco defensas plantados en la frontal dejaron un resquicio para que Iñaki Williams, prácticamente en línea, controlase para superar por abajo a Soria en su salida. Escenario en teoría ideal para recuperar la senda del triunfo. Si algo desagrada al anfitrión y aflora sus limitaciones es verse urgido a empujar, a cargar con el peso. En efecto, tuvo que asumir riesgos que minimizó cargándose de tarjetas. Los Williams disponían de muchos metros para zapatear y tuvieron que ser frenados a la tremenda.

Pero de forma paulatina, el Getafe fue amasando posesión, sin parar de buscar a sus puntas, una pareja que se faja al máximo, feliz en el cuerpo a cuerpo, que con su actitud logró que el Athletic estuviese incómodo y reculase en exceso. La réplica de Vivian e Iñigo, que tampoco se achican en los contactos, no bastó para mantener a raya el ánimo de un conjunto que acabó hallando recompensa. El primer central vivió más agobiado, el segundo recuperó el vuelo que había extraviado. El Getafe no había provocado ni una sola situación comprometida para Simón hasta que un centro largo lo tocó con un hombro Ünal y el balón, en parábola, cayó en el área para que sin oposición Aleña, el más destacado de la noche, agarrase una volea imparable.

El local hizo de la insistencia virtud y hasta pareció que alcanzaba el descanso más entonado. No fue un espejismo, de hecho Valverde tuvo que reaccionar de inmediato con tres sustituciones, que se dejaron notar. De nuevo tomó las riendas el Athletic, tras un monumental susto en una chilena de Ünal que Simón palmeó a córner. Por fin pudo Nico Williams irse del pegajoso Iglesias y a su pase raso le dio continuidad Raúl García en el rol de ariete consumado: cayendo, impactó con el exterior de su zurda para desviar al segundo palo. Una acción brillante que tampoco esta vez aplacó al oponente. También Quique movió piezas, asumió un poco de riesgo con la entrada de Munir y retirando a un hombre de contención como Maksimovic. El refresco volvió a cundir, aunque fuese a raíz del infortunio de Lekue, cuyo resbalón favoreció una contra fulgurante a cargo de Aleñá para que Munir estableciese la igualada, que a la postre fue inamovible.

Antes, Simón incurrió en su segundo error grueso que enmendó al límite, como en el anterior un Iñigo atento a cada detalle. Ya no se registraron más sobresaltos para el Athletic, con más fuelle y fe para proyectarse en ataque. Protagonizó tres aproximaciones en el tiempo añadido, ninguna complicada para Soria. Se percibía que los rojiblancos estaban más enteros, pero su juego estuvo desprovisto de precisión, intercalando muchas pérdidas, puede que originadas por la nueva fisonomía del conjunto una vez agotado el cupo de relevos. Fue como si se estorbasen en buenas situaciones para progresar y además Iñaki Williams, como extremo, estuvo poco fino. Suyo fue el remate que cerró la noche, a las nubes cuando Raúl García se ofrecía en el punto de penalti para fusilar. Pues eso, que el Athletic se quedó corto.

19/10/2022