Al parecer, el auténtico chollo de un calendario que según se publicó fue catalogado de benévolo no estaba en San Mamés, donde el Athletic debía disputar cinco de sus siete primeros compromisos. En teoría se trataba de una gran oportunidad para tomar carrerilla en el campeonato, pero donde el conjunto de Ernesto Valverde ha podido tomar impulso es lejos de casa. En su salida anterior se dio un homenaje a costa de un Cádiz ruinoso y este domingo repitió experiencia machacando a un Elche en estado de descomposición. Lo del Nuevo Mirandilla se juzgó como algo excepcional, pues costaba imaginar que en la categoría militasen conjuntos tan flojos como el andaluz, pero el que comanda Francisco desmiente dicha impresión. Fue aún peor que el Cádiz porque protagonizó un suicidio en vivo y en directo ante unas gradas estupefactas, incrédulas ante el paseo que se dio el Athletic.
Cuatro goles marcaron la abismal diferencia entre los contendientes, aunque ni siquiera fue preciso que los rojiblancos bordasen su juego ante las increíbles facilidades que le brindó el anfitrión. En realidad, el interés o la incertidumbre duraron exactamente veinte minutos, lo que tardó el marcador en reflejar un 0-3 inapelable. A la goleada se llegó por pura inercia, bastó con aprovechar el monumental despiste del rival, que inauguró la tarde con un gol en propia puerta, luego concedió un penalti absolutamente evitable y para redondear el desaguisado, permitió que un saque de Unai Simón desde su área se convirtiese en una asistencia para que Berenguer, tras ponerse en evidencia los dos centrales, Bigas y Roco, elevase la cuenta para jolgorio de los cientos de aficionados que se acercaron a animar al Athletic.
“ El Elche fue aún peor que el Cádiz porque protagonizó un suicidio en vivo y en directo ante unas gradas estupefactas ”
La paliza se completó con una acción individual de Nico Williams, quien se fue decidido a burlar a su oponente y tras un par de amagos penetró en el área sin la más mínima oposición, con el margen suficiente para enganchar un zurdazo que entró por la escuadra opuesta. También aquí medió la flojera del Elche, pero es que los demás goles fueron regalos servidos en bandeja, con lazo y todo.
Por supuesto, se han de ponderar los méritos de los chicos de Valverde porque una cosa es que el contrario haga el ridículo y otra ganar un partido sin pegar un palo al agua. En el haber del Athletic es obligado anotar la seriedad con que se comportaron sus integrantes. De acuerdo que nunca se vieron demasiado exigidos y tampoco bordaron el fútbol, pero el orden, el ritmo y la intensidad, así como el afán por proyectarse en ataque a la mínima, compusieron una versión reconocible y muy eficaz. Hombres como Berenguer, quizá el más despierto y certero de los suyos, Nico Williams, que le amargó el debut al lateral argentino que se le emparejó, por decir algo, o Sancet, se desenvolvieron a sus anchas, aportando las dosis de brillantez que el resto canjeó por laboriosidad y tensión competitiva.
El dinamismo visitante contrastó con la desorientación de un Elche que no llegaba a tiempo a nada, ni para protegerse ni para proponer con la pelota. La paliza pudo perfectamente verse ampliada en el primer acto, donde se registraron dos aproximaciones ideales para ello. Iñaki Williams erró un remate sin oposición, solo ante Badía, tras servicio medido de su hermano en una contra eléctrica, y a Muniain le anularon un remate que acabó en la red por fuera de juego de Berenguer, que mal colocado tocó ligeramente el envío.
Lo que vino a continuación fue muy distinto. Por puro amor propio y después de unos retoques, el Elche modificó su actitud, se metió en la pelea, acumuló más posesión y pronto mandó algún aviso. Con la inactividad y el calor reinante, existía el riesgo de que a Simón le venciese el sopor, pero el partido le fue dando cancha y hasta recibió un disgusto. Quien se durmió fue Vivian, cuyo exceso de confianza propició el robo de Boyé, que cedió gentilmente dentro del área para que Ponce firmase el denominado gol de la honrilla. Aún pudo obtener más premio el desesperado desgaste de los alicantinos, de la misma manera que el Athletic contó con situaciones nítidas para prolongar la fiesta. En especial en un duro chut que Berenguer estrelló en el larguero gracias al milimetrado pase en profundidad de Iñaki Williams.
“ No es sencillo perseverar en el nivel de concentración y agresividad previo al descanso con un saco lleno de goles que garantiza al cien por cien la conquista de la victoria ”
Valverde quiso atajar la nueva tónica, un tanto descontrolada, con Raúl García, Zarraga y luego Vesga, que presumiblemente a causa de unas molestias cedió su plaza en el once titular a un Dani García, que disfrutó de una cita muy plácida para sumar una apreciable cuota de minutos. En parte, la culpa de que la pelea adquiriese otro cariz y el Elche pudiera asomar la cabeza estuvo en el comprensible relajo que afectó al Athletic. No es sencillo perseverar en el nivel de concentración y agresividad previo al descanso con un saco lleno de goles que garantiza al cien por cien la conquista de la victoria. Era pues previsible que sucediese, que las fuerzas se equilibrasen en cierta medida, aunque el Athletic continúo mandando y no atravesó por excesivos apuros.
El problema es que se abrieron unos espacios tremendos, el cansancio hacía mella y la mentada bajada de tensión le otorgó al Elche la posibilidad de explotar unos turnos que antes ni había olido. Fidel aportó sentido común, se asoció con criterio y así procuró que los empujones locales cobrasen algo de profundidad, a la vez que exigió una mayor aplicación entre los rojiblancos.
En fin, que los lógicos temores que siguieron a la derrota con el Espanyol se desvanecieron en un visto y no visto. El Athletic volvió a casa sin sufrir un rasguño, reforzado e instalado en el grupo de cabeza.