Si la pérdida de un ser querido ya supone un trance difícil de superar, el episodio sufrido estos días por una familia de Pamplona todavía añade un poco más de angustia y de incertidumbre a la situación.
No ha resultado sencillo para la familia Grau-Irigoyen relatar el episodio que les ha tocado vivir, cuando el miércoles acudieron al crematorio para recoger las cenizas de su madre, Antonina Irigoyen Aizpún, y depositarlas en el columbario del cementerio.
Cuando el operario les entregó la funda y la urna con las cenizas descubrieron que los nombres no coincidían, que las dos etiquetas identificativas eran diferentes.
Comprobaron que en la funda aparecía el nombre de su madre, pero no en la urna con las cenizas, donde estaba escrito el nombre de otra mujer (luego conocieron que esta fallecida había sido incinerada media hora antes que su madre).
Según relató Javier Grau a este periódico acompañado de dos de sus hermanas, el desconcierto entre los familiares y en el propio operario municipal fue total. “Era lo que faltaba en el momento de la última despedida” indicó una de las hijas.
El empleado cogió la urna y se trasladó a las oficinas del cementerio, de donde salió pocos minutos después con la misma urna, pero con el nombre de su madre en vez del que aparecía antes.
La explicación del cementerio: fue un error con las etiquetas
La explicación que recibieron fue que se había tratado de un error y que habían equivocado las etiquetas, pero les aseguraron que las cenizas se correspondían con las de su madre.
No les convencieron las explicaciones y solicitaron ver al responsable del cementerio para aclarar sus dudas.
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Su argumento fue el mismo: había existido un error con las etiquetas, pero no con las cenizas de la urna.
Ante esta situación y como persistían los interrogantes, la familia decidió acudir a los responsables municipales para preguntar si existía alguna manera de comprobar que los restos eran efectivamente los de Antonina.
Reunión con un técnico del Ayuntamiento
A tal efecto mantuvieron una conversación telefónica con el secretario técnico del área de Sanidad del Ayuntamiento, Carlos Eguizábal, que para entonces ya había sido informado del episodio.