El Cazoo Baskonia se encuentra sumegido de pleno ya en una de las temporadas más difíciles que se recuerdan y en la que, a priori, las expectativas no son tan elevadas como en años precedentes. Seguir codeándose al máximo nivel resulta cada vez más peliagudo para la entidad del Buesa Arena y en esta ocasión no será una excepción apreciados los movimientos estivales de este verano, tanto los suyos como los de los restantes transatlánticos continentales.
Pese a sufrir algún revés importante como la renovación fallida de Baldwin, que emigró a Tel Aviv, y la marcha inesperada de Fontecchio a la NBA cuando su continuidad se daba prácticamente por segura, sin obviar también que algunos objetos de deseo como Rolands Smits –un cupo de una valía incuestionable– o Ignas Brazdeikis se esfumaron ante la inesperada aparición del Zalgiris, el Baskonia no renuncia a seguir al pie del cañón. Eso sí, anida la sensación de que la desventaja con determinados oponentes se ha ensanchado más de la cuenta.
A las órdenes de Joan Peñarroya trabajan apuestas jóvenes sin experiencia en la Euroliga pero en los que existe cierta confianza a la hora de que crezcan y exploten todo su potencial en el Buesa Arena. Una situación que no es nueva pero que obliga, quizás, a rebajar algo las ambiciones de un club que sigue conservando su espacio entre la flor y nata continental.
Si hay un aspecto que inquieta sobremanera antes de que el balón se lance al aire es el latente desequilibrio númérico entre la plantilla del Cazoo Baskonia y las de sus grandes adversarios en la Liga ACB y la Euroliga. La deriva cada vez más física del baloncesto y el desgaste a todos los niveles al que este calendario infernal somete a todo el mundo obliga a intentar estirar al máximo los equipos. Un buen fondo de armario resulta indispensable en esa carrera de fondo en que se han convertido la fase regular de ambas competiciones, traducida en 34 jornadas por barba.
Se trata, en la medida de lo posible, de prevenir lesiones, ir dosificando –cuando se pueda– a los jugadores con más kilómetros en las piernas y alcanzar los momentos culminantes de la campaña con cierta frescura. Los hay que pueden hacer realidad este objetivo amparados en una chequera generosa; otros, por contra, se quedan a medio camino. Es la ley de la selva dentro de un mercado inflacionado donde clubes como el Baskonia difícilmente pueden acceder ya a los primeros espada y, por lo tanto, necesitan correr riesgos en cuanto al perfil de los fichajes.
Corto en el exterior
Pues bien, en este sentido hay cierta inquietud ante lo que puede dar de sí el proyecto de este remozado Baskonia, compuesto actualmente por solo doce jugadores. Peñarroya dispone de dos bases (Howard y Thompson), dos escoltas (Marinkovic y Kurucs), tres aleros (Giedraitis, Díez y Raieste), dos cuatros (Hommes y Sedekerskis) y tres cincos (Enoch, Costello y Kotsar). Tocará cruzar los dedos para evitar problemas físicos y lesiones porque se trata de un número muy justo para afrontar un calendario tan cargado con semanas de hasta tres compromisos.
Si bien la polivalencia es el punto fuerte de algunas piezas del técnico catalán, salta a la vista que algún soldado más en la cuerda exterior vendría de perlas para ampliar la profundidad de banquillo y dar nuevas variantes al grupo. Sobre todo, teniendo en cuenta que Thompson y Howard están predestinados a simultanear su presencia en la pista durante muchos minutos.
Salvo en contadas excepciones, el Baskonia nunca se ha distinguido en campañas anteriores por disponer de un roster de más de doce jugadores, algo que obligaría hacer convocatorias. Esos lujos están vetados para las arcas de la entidad azulgrana, que por ejemplo la pasada campaña tardó más de cuatro meses en suplir en suplir la baja de Landry Nnoko en la cuerda interior.
Ahora está por ver si con el paso de las semanas termina recalando algún jugador una vez Peñarroya se cerciore de las necesidades de la plantilla. En una entrevista concedida a este periódico a primeros de julio, el técnico catalán no descartó la posibilidad de que el Baskonia apostase finalmente por trece jugadores. Apreciado lo que le espera al Baskonia a partir del 30 de septiembre, fecha del primer compromiso oficial ante el Unicaja, casi debería ser una obligación la llegada de esa guinda para los puestos de uno-dos.
Rivales armadísimos
Porque, además, un simple repaso a otras plantillas produce escalofríos y dolor de cabeza. Quienes se llevan la palma en cuanto a longitud gracias a un presupuesto astronómico son, una vez más, el Real Madrid y el Barcelona. El club merengue, sin incluir a dos lesionados de larga duración como Alocén y Randolph, cuenta con catorce jugadores (Chacho, Williams-Goss, Abalde, Causeur, Llull, Rudy, Hanga, Hezonja, Musa, Deck, Yabusele, Cornelie, Poirier y Tavares).
El gigante culé, que todavía debe indemnizar a Oriola para romper su contrato, no se queda corto con otro roster interminable de catorce piezas que podrían ser dieciséis en función de lo que suceda con los canteranos Caicedo y Nnaji. Satoransky, Jokubaitis, Laprovittola, Higgins, Kuric, Kalinic, Abrines, Sergi Martínez, Paulí, Mirotic, Da Silva, Vesely, Sanli y Tobey componen el envidiable arsenal en manos de Jasikevicius.
El Valencia Basket también cuenta con un plantel más amplio que el baskonista en cuanto a número de efectivos, si bien Mumbrú no podrá recuperar a Hermannsson –lesionado de gravedad en la rodilla ante los vitorianos en el tercer partido del pasado play off de cuartos de la ACB– hasta dentro de unos meses. Esto ha sido posible gracias a la promoción de un canterano que apunta buenas maneras como Millán Jiménez, que se ha añadido a Jones, Van Rossom, Radebaugh, Prepelic, Puerto, López-Arostegui, Claver, Webb III, Rivero, Pradilla, Alexander y Dubljevic.
Entre 13 y 16 jugadores
Fuera de las fronteras, los rivales azulgranas en la Euroliga tampoco han escatimado a la hora de gastar y apostar por grupos muy profundos. Todos se mueven entre una horquilla mínima de 13 jugadores y máxima de 16. Incluso clubes que no emergen como firmes candidatos al Top 8 como el Zalgiris, el Alba Berlín, el Partizan, el Estrella Roja y el Panathinaikos se verán obligados a realizar convocatorias.
Acaso el Monaco sea el equipo con la plantilla más justa de efectivos, si bien un conjunto de miras cada vez más ambiciosas como el afincado en el Principado se ha convertido en uno de los grandes animadores del mercado estival. En primera instancia renovando a su gran estrella Mike James y Donta Hall y luego firmando a jugadores francamente cotizados como Elie Okobo, Jordan Loyd, Jaron Blossomgame y John Brown III.
La competencia por un puesto en la zona noble será máxima porque, al margen del consabido poderío económico de los clubes turcos, se añade la creciente ambición de los colosos italianos. El Armani Milan se irá hasta los 16 jugadores una vez concrete la llegada del exbaskonista Voigtmann procedente del CSKA. Una cifra idéntica al de una Virtus Bolonia que quiere hacer hueco en su roster a Shengelia una vez se recupere de su grave lesión de hombro sufrida recientemente con Georgia en las ventanas FIBA.
Entre los aspirantes a destronar al Efes también emerge el Maccabi, integrado por ocho norteamericanos. En definitiva, una carrera repleta de obstáculos con la sensación de que el Baskonia puede quedarse rezagado si no mueve ficha en próximas fechas. Desde la humildad, el club vitoriano aspira a ser una china en el zapato de los más poderosos. El problema radica en que el margen para las sorpresas se ha reducido a la mínima expresión en los últimos tiempos.