Discreto ante el Tenerife pero mejorado ante el Fuenlabrada en un desquite que llegó con apenas ocho jugadores por la baja de Alec Peters. El Baskonia acabó el torneo de Getafe, al menos, con buenas sensaciones tras someter con cierta holgura (88-72) a un modesto de la ACB y ya solo dispondrá de dos últimas piedras de toque (Pau Orthez el miércoles 8 y el Bilbao Basket el domingo 12) para engrasar definitivamente la maquinaria antes del bautismo liguero en la Fonteta.
La pretemporada sigue quemando etapas y todavía no se pueden sacar excesivas conclusiones mientras los jugadores acumulan kilómetros en las piernas. Sin embargo, empieza a percibirse algún brote verde como el poderío en la zona del coloso Landry Nnoko o el notable estado físico de un Granger decidido a hacer borrón y cuenta nueva en su segunda etapa en Vitoria.
El Fuenlabrada no fue rival para un Baskonia con una buena cadencia anotadora y que mantuvo el ritmo pese a su escaso fondo de armario. Fue dominador de principio a fin un cuadro vitoriano más fiel al patrón de juego que desea su técnico y con el colmillo afilado para sumar tanto en transición como desde el 6,75.
La velada amaneció con la sorpresa desagradable de la baja por precaución de Peters, la cuarta del Baskonia para este nuevo amistoso en el sur de Madrid tras las ya conocidas de Baldwin, Costello y Raieste. El ala-pívot estadounidense quedó fuera de combate con un apósito en su rodilla derecha y la rotación en manos de Ivanovic se vio reducida a la mínima expresión dada la intrascendencia de los tres canteranos (Hanzlik, Savkov y Cissoko) incluso en esta clase de partidos de guante blanco.
Una de las consecuencias de este parte de guerra fue la minutada que un notable Sedekerskis se metió entre pecho y espalda durante la primera mitad. El joven lituano fue de lo mejorcito de un Baskonia mucho más suelto y dinámico en ataque que en la jornada precedente ante el Tenerife.
Ivanovic encontró variadas amenazas en la ofensiva, si bien fueron Nnoko y Giedraitis quienes llevaron la voz cantante con una álgida producción ofensiva. El camerunés se merendó a los livianos pívots fuenlabreños, mientras que al báltico también se le cayeron los puntos de los bolsillos con la facilidad que le caracteriza.
Todo lo contrario que un Fontecchio desaparecido en combate y cuya primera canasta llegó en el minuto 27. Como si estuviese siendo víctima del enorme desgaste de este verano con su selección, la joya transalpina todavía no ha afilado sus garras como integrante azulgrana. Desde luego, parece una cuestión de tiempo viendo sus descollantes actuaciones en el Preolímpico y en Tokio.
Entre las notas positivas ante un Fuenlabrada que tan solo metió el miedo en el cuerpo en los primeros compases de la mano del dúo Ristic-Meindl, hubo que ubicar del mismo modo al discutido Kurucs. El letón mejoró sus prestaciones al frente del timón y paseó una buena lectura del juego, mientras que Marinkovic y Enoch también protagonizaron algún fogonazo meritorio.
Aunque todavía a años luz de lo que se espera de él, fue un Baskonia más reconocible al que tocará exigirle de verdad cuando Ivanovic disponga de todos sus efectivos, el tono físico mejore y los imprescindibles automatismos se adquieran con el paso del tiempo.