Se acabó el parón para los equipos de Asobal que recuperan la competición en el inicio de la segunda vuelta. Los dos conjuntos que se enfrentaban anoche en Artaleku añaden, además, la European League por lo que el mes de febrero se convierte en un maratón de encuentros. En el primero, los irundarras se llevaron los puntos tras superar al Benidorm (32-27) en un partido típico tras un largo periodo sin competir. Los cinco tantos de diferencia no recogen con fidelidad el tránsito del match.
Lo mejor del primer tiempo llegó en los minutos finales. En cuanto el Bidasoa apretó un poco la defensa, la opción de recuperar balones facilitaba las opciones ofensivas. Atacar con siete supone riesgos. El Benidorm lo hizo dejando la puerta vacía. Entre eso y la buena conexión de la primera línea con el pivote Aginagalde, así como el lanzamiento exterior de Azkue y Salinas, llevaron el partido a la ventaja más amplia del periodo inaugural (17-14). Los de Cuétara entraron muy espesos. No eran capaces de dominar en defensa, ni de ser eficaces en el ataque.
A los diez minutos, el tanteo marcaba un 3-6 que explicaba con claridad lo que sucedía sobre el parqué. El cuadro de Fernando Latorre no cuenta con jugadores de envergadura y busca en pases a la segunda línea, o en aclarados para la primera, las opciones de éxito en la meta contraria. No dependen de un jugador resolutivo, sino de la suma de las aportaciones de la mayoría (Lignieres, Vanstein, Iker Serrano, Barceló…). Ese tipo de equipos, y el propio juego que despliegan, suelen atragantarse bastantes veces al cuadro amarillo.
Todo arranque de una competición conlleva momentos brillantes con otros que lo son menos y que se traducen en irregularidad. Ningún equipo consigue imponerse con claridad. Por eso, en el segundo tiempo, sobre el cielo de Artaleku se alternaron los nubes y los claros. Los alicantinos siguieron a lo suyo, apurando al máximo sus opciones y apretando el marcador. Mediado el segundo tiempo (25-25), la incertidumbre se instaló en un pabellón que veía fallar más de lo acostumbrado a sus jugadores. En momentos en los que pudo decidir, gracias a la recuperación de balones por paradas de Skrzyniarz, bajo palos en el segundo tiempo, los bidasotarras no acertaron a definir en el área contraria.
A falta de diez minutos para el final, Jacobo Cuétara solicitó un tiempo muerto, quizás para tranquilizar a su gente. Se notaba demasiada precipitación y errores en situaciones muy claras, como un contraataque mano a mano que debió suponer un 28-25 que subió poco después al marcador gracias a una acción de Jon Azkue. Tocaba seguir remando entre las dificultades. La diferencia de plantillas y el valor individual jugaron su papel. El propio Azkue lideró con sus goles (9) el trabajo ofensivo de su equipo, bien secundado por Julen Aginagalde y Rodrigo Salinas, jugadores que se echan el equipo encima cuando las tablas son necesarias. Sucedía lo mismo en la bancada rival con Iker Serrano, muy eficaz en el pivote.