Por segundo año consecutivo la historia se está repitiendo en el Bilbao Athletic. Los cachorros han cerrado el año en puestos de descenso y en Lezama ha crecido de nuevo la preocupación. La temporada pasada ocurrió algo parecido y se tomó la decisión de apostar por Patxi Salinas, entonces técnico del Basconia, y la pócima surtió efecto. Este curso, sin embargo, la opción de Álex Pallarés, un técnico externo, no ha tenido el efecto deseado hasta el momento y solo queda esperar a una reacción fulgurante en la entrada de 2023.
Los relevos de Patxi Salinas con Imanol de la Sota y Álex Pallarés con Bingen Arostegi han sido muy diferentes. Salinas conocía la plantilla del filial rojiblanco y ascendió a su guardia pretoriana del Basconia: Gerenabarrena, Luis Bilbao y Adu Ares, también se incorporó a Rementeria (Mirandés) y Pascual (Sestao River). El técnico bilbaino llegó en la décimo sexta jornada, cuando el Bilbao Athletic era décimo octavo, a cuatro puntos de la salvación. Los resultados llegaron pronto y se logró la permanencia. Esta temporada empezó en el banquillo Bingen Arostegi, que no fue la primera opción en el proyecto de Jon Uriarte. Fue cesado antes aún que De la Sota. Se tomó la decisión en la décimo segunda jornada, con el equipo a dos puntos de la salvación, ocupando el puesto de colista. El entrenador catalán, que nunca escondió su desconocimiento sobre la plantilla bilbaina, fue el elegido para el cargo. Sus incorporaciones también están llegando desde el Basconia, aunque hasta el momento, con menos protagonismo: Iker Varela ha tenido sus minutos y Miguel Barandalla tan solo llegó a debutar.
Han tomado mayor protagonismo jugadores como Unai Gómez, Rego e incluso Pallarés ha decidido reemplazar en la portería a Alex Padilla, hasta hace unas jornadas insustituible, por Ibon Ispizua. También se espera la incorporación del extremo del Portugalete Quicala Bari para el retorno liguero. Y desde Lezama se está analizando el mercado para poder reforzar el equipo y encontrar el efecto deseado.
Inexperiencia
Lo que es evidente es que la recientemente creada Primera RFEF es muy exigente y obliga a pensar si ese nivel es tal que determinadas generaciones de jugadores rojiblancos puedan no tener el nivel suficiente para llegar a mantener la categoría. Lo que también es verdad es que la media de edad sigue bajando año a año y la inexperiencia y la juventud tienen un peaje obligado. Eso, por supuesto, no quiere decir que en esas camadas de jugadores no haya alguna perla que no tenga la calidad suficiente para jugar en el primer equipo.
Los hechos están ahí. Pero entonces aparece la eterna duda entre primar la competición sobre el aspecto formativo, y la discusión sobre si son compatibles en determinadas temporadas. Ahora la tarea parece que se centra en rescatar al Bilbao Athletic, priorizando la búsqueda de resultados y la competición sobre la formación, para estar más cerca de Primera División y que el salto sea menor. A la directiva de Jon Uriarte le ha nacido un problema deportivo en su conjunto filial. Y aunque no se consiga la permanencia, trabajar duro para intentar lograrla también genera un gen competitivo necesario para llegar al primer equipo.