Regreso a las malas costumbres. Los brotes verdes que se detectaron en el Bilbao Athletic tras enlazar dos jornadas consecutivas sin perder, en las que había sumado cuatro puntos y sin encajar gol alguno –UD Logroñés (3-0) y Nàstic (0-0)–, desaparecieron el domingo por arte de magia en el estadio Antonio Solana al encajar una dolorosa derrota ante el Intercity, uno de sus rivales directos por la permanencia y que se distancia en la tabla del filial rojiblanco a nueve puntos. Un enésimo varapalo para los cachorros, que vuelven a ocupar la última plaza del grupo II de Primera RFEF diez jornadas después, lo que acentúa las malas sensaciones de un equipo que no reacciona desde la llegada de Álex Pallarés al banquillo en sustitución de Bingen Arostegi. El catalán cogió a los cachorros tras la conclusión de la décimo segunda fecha, cuando el Bilbao Athletic se convirtió en colista al sucumbir en la visita al Barça Atlètic y que costó el cargo a Arostegi.
Diez partidos después, el Bilbao Athletic, con el empate del Calahorra de Carlos Pouso, asoma como colista, condición que había dejado con el punto sumado ante el Alcoyano en el segundo encuentro de Pallarés al mando de los rojiblancos. El técnico barcelonés no ha dado con la tecla para revertir la situación de un equipo que se complica la salvación a quince partidos vista del cierre de la liga regular, ya que durante su estancia solo ha sido capaz de sumar seis puntos de los 33 posibles, con una sola victoria y tres empates. Junto a ello, es el equipo más goleado del grupo, con 32 tantos encajados, y el segundo menos goleador, con solo 17 dianas a favor, una más que el Calahorra. Así las cosas, el Bilbao Athletic es consciente de que la credibilidad del objetivo de la permanencia pasa por vencer el sábado en Lezama al Barça Atlètic, el equipo que cerró la etapa de Bingen Arostegi.