Después de mucho sufrimiento, de atravesar todo tipo de penurias en la temporada y pensar por momentos que ya era imposible, el Bilbao Basket se ha encontrado que mañana su futuro en la Liga Endesa depende de sí mismo. El Estudiantes perdió ayer ante el San Pablo Burgos y, como en la última jornada le toca descansar, verá desde la distancia que su futuro también estará en juego en Miribilla. Los hombres de negro tienen el match-ball en su mano, ante un rival, el Joventut, que no puede ver modificada su posición porque va a ser séptimo pase lo que pase. Precisamente, el conjunto burgalés le arrebató la posibilidad de ser sexto con su victoria de ayer en el Wizink Center.
Lo único malo es que el Bilbao Basket tendrá que jugar sin el respaldo de su público, al contrario de lo que ocurrió hace algo menos de dos años, el 2 de junio de 2019, cuando logró el ascenso ante el Palma con un pabellón repleto. El partido de mañana tendrá la misma trascendencia que aquel y que cualquiera que haya disputado el Bilbao Basket en la ACB. En su primera temporada, se salvó en la penúltima jornada con un triunfo en Tenerife. En la segunda, hubo que esperar hasta el último partido para ganar al Valencia y sellar la permanencia, aunque también ayudó la victoria del Forum ante el Breogán. Y hace tres años, el equipo bilbaino bajó con dos jornadas aún por delante con una derrota ante el Baskonia ante más de 9.000 espectadores. Nunca antes se había visto en un escenario semejante en el que su futuro depende exclusivamente de su resultado. Nada más va a influir. Es la quintaesencia del baloncesto, la emoción llevada a su máxima expresión.
Es de imaginar que los jugadores del Bilbao Basket pegarían ayer saltos de alegría. Aún no han conseguido su propósito, pero lo tienen en sus manos, algo que ni el más optimista de los seguidores del equipo esperaba cuando tuvieron que confinarse a finales del mes pasado por un brote de covid. Pero, pese a todo, han seguido peleando, han seguido resistiendo más allá de las palabas y el destino y el deporte les ha premiado con esta última oportunidad. El Estudiantes ha perdido nueve partidos seguidos para coronar una campaña también complicada para ellos, pero la pelea del equipo de Álex Mumbrú le permitió sacar dos victorias en este tramo final que pueden tener un valor incalculable. Ahora falta dar la brazada definitiva, la que permitirá ponerse a salvo en la orilla y hoy le tocará al técnico hacer un trabajo mental exquisito para controlar la ansiedad de quienes están a punto de conseguir algo que parecía imposible. Para ello, deberán sacar la dureza física y mental de la que han adolecido en muchos tramos de la temporada. Porque es ahora o nunca.
Toca esperar
En Madrid, los miembros del Estudiantes vivirán la misma situación que vivió ayer el Bilbao Basket. "No depende de nosotros y nos toca esperar lamentablemente a ver qué ocurre el domingo", comentó Jota Cuspinera, que se declaró el "máximo responsable" de que su club pueda caer por primera en su historia a la LEB. Los colegiales, el Real Madrid y, precisamente, el Joventut son los únicos que han estado siempre en la máxima categoría. "Hemos llegado al límite de nuestras fuerzas y al final había jugadores que no podían con la camiseta y el pantalón", añadió el técnico del Estudiantes en unas palabras de "reconocimiento" al trabajo de su equipo. "El vestuario está jodido, y yo también, como es evidente. No he sido capaz de dotar al equipo de armas necesarias para lograr la victoria hoy o en algún otro partido anterior y ahora tenemos que esperar", concluyó.