El Surne Bilbao Basket tiró ayer martes por los suelos en Burgos la posibilidad de igualar su mejor racha de victorias en la ACB y de dejar la salvación prácticamente sellada. Imposible realizar más regalos que el conjunto de Álex Mumbrú, que tuvo el triunfo, el octavo seguido, a buen recaudo en numerosas ocasiones y lo dejó escapar a base de errores groseros, imperdonables. Tanto regalaron los hombres de negro, magníficos durante los primeros 34 minutos, horribles a partir de ahí, que pagaron con creces su desplome en un choque resuelto en la segunda prórroga en el que se dejaron hasta el average particular. Hasta quince tiros libres se dejó por el camino el equipo (sonrojante 42%), muchos de ellos en momentos de enorme trascendencia. Lo dicho, una calamidad.
Y es que el conjunto vizcaino mandaba por 15 puntos a 6:26 de la conclusión del tiempo reglamentario, pero se encargó él mismo de facilitar la remontada a un rival que parecía ya entregado con una sucesión de fallos en ataque y defensa. Pese a encajar un horrible parcial de 16-2, Andrew Goudelock tuvo un tiro liberado para ganar, pero falló. En la prórroga, con 88-89 y antideportiva a favor con solo diez segundos en juego, David Walker y el propio Goudelock fallaron sendos tiros libres y Marc García, de nueve metros pero solo, enchufó para fabricar el segundo tiempo extra. Y en él, dos triples para arrancar de Dani Díez y Tarik Phillip, este último tras fallo defensivo clamoroso, monumental bronca de Ángel Delgado que acabó fuera del partido y descalabro total para un Surne Bilbao Basket que acabó totalmente fuera de sí, como si los papeles estuvieran invertidos. Los de Paco Olmos, colistas y jugándose la vida, tuvieron más aplomo y sangre fría cuando fue necesario; los de Mumbrú, en racha ganadora, acabaron convertidos en un manojo de nervios, con prácticamente todas las muñecas encogidas. Ver para creer.
La contienda arrancó con los visitantes cargando el juego en su batería interior y gracias a dos mates de Withey y a otras dos canastas de Inglis fueron los de Mumbrú los que firmaron las primeras ventajas (4-9), aunque los de Olmos reaccionaron con rapidez (10-9). El problema para los hombres de negro fue que su suministro de canastas quedó limitado al ala-pívot francés, autor de 11 puntos en los seis minutos iniciales merced a su inmensa superioridad sobre Eddie y Salash, aunque la entrada en escena de Hakanson mantuvo el equilibrio en una contienda desatada, convertida por momentos en un correcalles. El empate a 20 puntos al término del primer cuarto dejaba claro el equilibrio gobernante y el intercambio de golpes se convirtió en la tónica habitual. Lo que Delgado facturaba en un aro lo devolvía Gamble, si Eddie enchufaba un triple Rousselle contestaba con la misma moneda. Sin embargo, en el momento en el que endureció sus resortes defensivos, el Surne Bilbao Basket pudo lanzar un buen demarraje hasta colocarse con un 25-34 a 4:24 del descanso. El Hereda San Pablo Burgos se agarró con uñas y dientes al partido gracias a las muñecas de Benite y Marc García. Goudelock, a base de canastones, trabajó a destajo para conseguir que los visitantes llegaran al ecuador de la contienda con un buen colchón y lo consiguió con la colaboración de Inglis y sus 16 puntos al descanso. El 37-44 era más que esperanzador.
En la reanudación, otra magnífica secuencia de acciones de Inglis (canasta, tapón a lanzamiento triple de Eddie y antideportiva provocada) y cinco puntos seguidos de Walker dispararon a los hombres de negro hasta el 39-54. Los de Olmos eran la viva imagen del quiero y no puedo. Un triple de Masiulis colocó la máxima renta en el luminoso (44-61) a cuatro minutos de la conclusión del tercer cuarto, pero los de Mumbrú no llegaron a matar el partido. Marc García mantuvo la verticalidad de los suyos y un triplazo de Benite sobre la bocina hizo que la contienda no llegara del todo definida al acto final (57-69). Entre Hakanson y Goudelock amagaron con fabricar una distancia de seguridad definitiva con el 61-76 a 6:26 del final, pero entonces llegó el desplome. El Surne Bilbao Basket perdió cualquier atisbo de compostura y regaló vida a un Burgos que parecía moribundo. Tres más uno de García, dos más uno de Gamble, falta en el rebote en tiros libres fallados por el rival, rebote concedido en la misma situación de juego... Un desastre. El parcial de 16-2 equilibró el marcador y Goudelock no acertó en la sentencia. Dos canastones del estadounidense en la primera prórroga parecían decisivos (86-89), pero los tiros libres fallados y el triplazo de García fabricaron la segunda, en la que el desastre de juego, rendimiento e imagen, fue ya total y absoluto. Muy mal colofón a unos meses magníficos antes del parón de la competición.