Según va transcurriendo el tiempo con respecto a la derrota del sábado pasado ante el Coosur Betis que impidió la clasificación para el play-off, la puntual sensación de tristeza por la oportunidad perdida con la que bajó el telón del curso el Surne Bilbao Basket va dando paso al merecido reconocimiento por una temporada magnífica en su globalidad. Con un arranque en el que se enlazaron cinco derrotas consecutivas, el conjunto vizcaino se vio pronto en el fondo de la tabla pero supo activar los recursos necesarios para salir del pozo. Resurgió con siete victorias seguidas, llegó a ganar ocho partidos en cadena delante de su gente y en el tramo final del curso, tras un pequeño bajón de resultados, fue capaz de dar otro golpe de riñón ante rivales de notable entidad para acabar coqueteando con el play-off.
Tras la agónica campaña anterior, con salvación sobre la bocina, haber asistido como espectador desde la lejanía a la lucha por la supervivencia en el curso que acaba de terminar ha sonado a música celestial. Y piedras en el camino las ha habido, aunque se han resuelto con efectividad. Los cambios de jugadores por circunstancias ajenas a la voluntad del club no solo no afectaron sino que sirvieron de impulso y refuerzo y la marcha voluntaria de un referente ofensivo y el jugador más utilizado por Álex Mumbrú, Valentin Bigote, hizo daño en un principio, pero el cuerpo técnico supo solventar la situación a pesar de que su rol en el engranaje lo asumió un jugador, David Walker, de perfil diametralmente opuesto.
Mumbrú, fiel a sus principios, ha conseguido que ningún jugador fuera imprescindible sobre la cancha, pero que muchos fuesen, y se sintiesen, importantes. La fortaleza ha residido en el grupo. El hombre de negro con mayor carga de juego, Andrew Goudelock, no aparece hasta el puesto 34 del ranking con más minutos por partido, con 24. Ninguno más asoma en el top 44. Rivales de la zona media-baja de la tabla han tenido que exprimir más a sus jugadores. En el Río Breogán, el MVP Dzanan Musa y Trae Bell-Haynes han jugado 32 y 30 minutos por cita; Shannon Evans, killer del Betis como demostró el pasado sábado en Miribilla, ha llegado a 31; Obi Emegano y Kwen Cheatham han sumado 30 y 28 respectivamente en el Urbas Fuenlabrada€
Sin embargo, la decidida apuesta por las constantes rotaciones y el reparto de galones del entrenador catalán no ha impedido que varios de sus pupilos hayan encontrado un ecosistema propicio para brillar en las estadísticas individuales, con especial mención para Ángel Delgado. El pívot dominicano, al que ayer ya se citaba entre los jugadores apetecibles para reforzar al Unicaja, ha acabado la temporada como máximo reboteador de la Liga Endesa, con 8,5 capturas por cita, relevando en la cúspide de la lista a otro hombre de negro: Ondrej Balvin. Delgado ha sido segundo en rebotes defensivos, cuarto en capturas ofensivas, quinto en porcentaje de tiros de dos puntos y séptimo en valoración, batiendo en este epígrafe el récord de un jugador del Bilbao Basket en un encuentro de la Liga Endesa: 44 créditos en la victoria frente al Tenerife. En su debe, su horrible 36% en tiros libres.
Además, su guardaespaldas en la posición de pívot, Jeff Withey, ha acabado como quinto mejor taponador de la competición (1,2 por cita) y Goudelock, en una temporada que arrancó dubitativo, con su continuidad en el equipo incluso en duda, para acabar a gran nivel, ha sido décimo en anotación (14,3 puntos por encuentro) y octavo en porcentaje de tiros libres (88,7%). Llamativo ha sido el caso de Damien Inglis. Su importancia tras llegar con el curso en marcha ha trascendido de lo numérico al dotar al colectivo de un poderío físico, actividad defensiva y recursos ofensivos al poste de los que carecía. Sin embargo, sin haber salido de inicio en ninguna contienda y jugando solo 23 minutos por cita, se ha ido a los 13,5 créditos de valoración, 16º de la competición, gracias a sus 11,5 puntos, 5,7 rebotes (11º) y su 59,2% en tiros de dos puntos, notable al no limitarse a jugar a un palmo del aro.
El colectivo ha funcionado a las mil maravillas. Otros jugadores como Rafa Luz, líder dentro y fuera de la cancha y ejemplo con su entrega constante, Ludde Hakanson, con muy buen nivel en ataque asumiendo tiros importantes, y Jonathan Rouselle, agradecido revulsivo en el tramo final cuando el físico le ha acompañado, han tenido también fases de protagonismo pero siempre dentro del colectivo.