El pasado mes de noviembre, los rectores del Surne Bilbao Basket se encontraron con un problema que, con el tiempo, ha acabado convirtiéndose en la solución a una parte importante de los problemas estructurales del equipo. Regimantas Miniotas comunicó al cuerpo técnico su deseo de salir del equipo –acabó regresando a Lituania para enrolarse en el Zalgiris– y la Dirección Deportiva se movió con rapidez para fichar al ala-pívot francés Damien Inglis, que se encontraba sin equipo tras ganar la Eurocup el ejercicio anterior con el Mónaco. Pronto quedó comprobado que aquel movimiento fue una bendición. Inglis mejoró de inmediato al equipo en diversos aspectos del juego en los que flojeaba (defensa, físico, explosividad, referencia jugando al poste...) y tras trece partidos ya como hombre de negro su contratación entra con méritos propios en la relación de grandes aciertos del club en el mercado.
Decir que su incorporación fue la única razón del cambio de tendencia dentro de un colectivo que a su llegada solo había ganado tres de los diez partidos disputados sería faltar a la verdad, como también lo sería no subrayar su aportación como una de las razones principales de la metamorfosis de un grupo que con él en cancha luce un notable balance de ocho victorias y cinco derrotas. Sus promedios, saliendo casi siempre desde el banquillo, hablan a las claras de su importancia en los esquemas de Álex Mumbrú. Es el segundo mejor anotador del equipo tras Andrew Goudelock (12,3 puntos por partido) y en la faceta reboteadora solo Ángel Delgado captura más que él (6,2), mientras que sus 15,5 créditos de valoración le sitúan en la cima entre los jugadores de la escuadra vizcaina.
Desde su debut a las órdenes de Mumbrú en la cancha del Valencia Basket, quedó claro que Inglis va sobrado de fundamentos para sumar puntos con facilidad, pero en lo primero que impactó su juego fue en la parcela defensiva, con una efusividad, una entrega y una capacidad para cambiar en los bloqueos y defender con enorme solvencia a los exteriores que causó sensación en Miribilla. Con el paso de los encuentros, su aportación ofensiva ha ido creciendo por las propias necesidades del equipo. Solo en cuatro de sus trece partidos se ha quedado sin llegar a los dobles dígitos en anotación, pero es que en tres de los cuatro últimos ha alcanzado la veintena de puntos: 23 contra el Burgos, 22 en la visita al Breogán y 20 el pasado sábado en Andorra. Además, ha lucido fantásticos porcentajes en el tiro de dos puntos: 80% en estas tres citas, 67% en el global del ejercicio.
EFICIENCIA DEFENSIVA
Hay diversos valores numéricos que constatan no solo la importancia de Inglis dentro del engranaje del Surne Bilbao Basket, sino también su impacto en la Liga Endesa. El haber jugado solo trece partidos provoca que no figure en varios apartados de las estadísticas oficiales pero algunos de sus promedios son élite de la competición, como su cuarto puesto en porcentaje de tiros de dos puntos, el sexto en rebotes (tercero si solo se cuentan los defensivos) o su presencia de pleno derecho en el Top-10 en valoración.
Su importancia en funciones de retaguardia dentro del bloque de Mumbrú encuentra respaldo en la estadística avanzada. En el epígrafe de eficiencia defensiva, puntos recibidos por el equipo cada 100 posesiones, el Surne Bilbao Basket es una de las escuadras más flojas de la competición (15ª, 111,4), pero en la faceta individual –se tienen en cuenta los datos cuando el jugador está en cancha– hay un hombre de negro que figura entre la élite: Damien Inglis. El francés es 17º (de los que le preceden, cinco son jugadores del Real Madrid, cuatro del Barça, tres del Manresa y dos del Joventut, los cuatro primeros clasificados) con 100,3; el siguiente jugador del conjunto vizcaino no aparece hasta el puesto 105: Jeff Withey (108,8).