No pudo ser en el WiZink Center. Ni el miércoles ni el viernes. Y el 2-0 en que está la serie obliga a Baskonia a invertir la tendencia en su llegada al Buesa Arena. De ganar el esta noche (20.30 horas) al Real Madrid, habrá la menos un cuarto partido, también en Zurbano, el viernes (21 h). En caso contrario, se acabará la singladura azulgrana de esta temporada por la Euroliga.
Lo visto hasta ahora ha dejado de manifiesto la clara superioridad de los blancos en esta eliminatoria, única de momento claramente decantada, ya que en los otros tres emparejamientos cada uno ya se ha llevado parte del botín. Baskonia está a cero, y tiene la necesidad de sumar ya su primer triunfo si no quiere despedirse de este Top8 por la vía rápida.
Dusko Ivanovic va a tener que variar en algo sus planes para derrotar por fin, como ya sucediera a comienzos de este mes de abril, a los de Chus Mateo, que ha tomado el relevo de Pablo Laso con todas las garantías. Continuar ruta en estos cuartos de final pasa por desactivar gran parte de las infinitas virtudes del coloso merengue que, de momento, han pasado por encima, muy por encima, de las intenciones y posibilidades baskonistas. La mejor versión de un grupo agotado física y mentalmente ha de coincidir, apoyado por toda su gente, para echar el resto ante un adversario que ha marcado notorias diferencias.
Para intentar ganar se hará imprescindible competir, algo que ha brillado más bien por su ausencia, porque, tanto en el 90-74 inicial, como en el 101-90 posterior, la emoción no ha estado presente en la cancha de la capital española. Howard necesita subir enteros acompañando a Miller-McIntyre en la dirección del juego. La tarea no es sencilla ante el gran estado de forma de Campazzo. Y en la pintura, Costello tendrá que fajarse y hacerse valer frente a moles como Tavares y un viejo conocido como Poirier. El francés también es una de esas piezas que conforman el engranaje de un equipo que encabeza el palmarés de la competición con once tíitulos y que pretende reverdecer laureles en Berlín tras alzar la última copa, en mayo pasado y en Kaunas, con aquel ajustado 79-78 sobre Olympiacos.
Ivanovic confía en las posibilidades de su grupo pese a la ausencia de Chima Moneke y en rebaja los 95 puntos en contra que últimamente se viene promediando. "En todos los partidos que hemos jugado, lo hemos hecho algo diferente. Vamos a ver si podemos mejorar con algún pequeño cambio en nuestra defensa". Además, el montenegrino se queda con "ese ambiente, es un gran día para Baskonia y para estar en la lucha para jugar la Final Four, y con nuestro público todo es posible", apelando a "concentración, agresividad y paciencia durante los cuarenta minutos".