Raca, raca, raca. Raca, raca, raca. Dos señoras se abanican y charlan de manera distendida en la calle Ercilla, en Bilbao. Son cerca de las 15:00 del mediodía del jueves y el mercurio ya marca hasta 34 grados. Están, por supuesto, al abrigo de la sombra, pero por sus rostros, congestionados por el calor, se deslizan grandes surcos de sudor. "¡Luego, a la tarde, va a empezar a correr más brisa!", dice una de ellas. "¡Bah!", responde la otra, que no da mucha credibilidad a la predicción del tiempo del smartphone de su amiga.
Bilbao está ardiendo. Hace ya unos días, el Ayuntamiento decidió instalar 7 fuentes a pie de calle para combatir el sofocante calor que acompañará a Bizkaia durante los próximos días. Las temperaturas extremas, (que podrían alcanzar hasta 40 grados), están siendo provocadas por una bolsa de aire cálido que se ha desplazado hasta el territorio histórico desde el norte de África. Y aquí se quedará durante, al menos, los próximos tres días. Por todo esto, Euskalmet - la Agencia Vasca de Meteorología - ha decidido prolongar hasta el domingo la alerta naranja que activó ayer jueves, y que, en un primer momento, iba a decaer este mismo sábado.
La agencia también prevé que hoy, viernes 17, las temperaturas puedan llegar a rondar los 40 grados en las horas centrales del día en el interior de Bizkaia. En la costa, todo apunta que "tenderán a subir ligeramente" respecto a la jornada de hoy. El sábado seguirá haciendo calor. Y mucho. Euskalmet espera que, en el interior, las temperaturas máximas "rondarán los 38-40º". Asimismo, afirma que "el viento soplará del sur algo más intenso que en días anteriores". En definitiva, el calor irá in crescendo en lo que queda de semana y, con él, la desesperanza de los vizcainos y las vizcainas, a quienes está resultando difícil soportarlo.
TRABAJAR A 40 GRADOS
Javier Carreño regenta un kiosco en la Plaza de Indautxu, y r econoce que está gestionado "fatal" esta ola de calor. "Más aún aquí dentro", dice refiriéndose a su kiosko. "A mí tan solo hace una hora que me está dando sol" - confiesa - "A las 14 cierro y me voy. Hay gente que lo está pasando peor que yo", asegura. Carreño se refiere a todas aquellas personas que, como Javier Martínez, trabajan a pie de calle. Martínez reparte los productos de una frutería situada a apenas 50 metros del Kiosco de su tocayo. "Yo lo llevo bien porque soy de Bilbao", - bromea - "pero la verdad es que hace muchísimo calor y, encima, estoy todo el día con el carro". explica. Para tratar de mitigar los efectos de esta calima, Martínez trata de ir siempre por la sombra y, sobre todo, "no caminar muy rápido". De esta manera, según el repartidor, se ahorra energía.
EL ALIVIO DE LA TERRAZA
Otras personas, en cambio, pueden combatir el calor a golpe de terraza. Urko Dolbaran, Janire Alonso y Carlos Abajo se refugian de las altas temperaturas tomándose una cerveza fría. "Tomando algo, a la sombra, lo llevamos mejor", dicen.
CAMAREROS ASFIXIADOS
En muchas ocasiones, esas cervezas llegan a las mesas a través de un camarero. Estos, también están pasando unos días particularmente complicados. "Sudamos mucho, se nos cae - el sudor - en los ojos y no es agradable para atender al público". explica Daniel Bustamante, uno de los camareros de Gure Bar, en Ercilla. "Me refresco e intento mantenerme a la sombra todo lo que puedo", añade.
Además, también reconoce uniforme, negro, "no ayuda" porque concentra mucho calor. Los locales de hostelería, y sus profesionales, son uno de los colectivos que más expuesto está a las temperaturas extremas que esta ola de calor ha traído consigo.
En algunos, como en una pizzería situada en el corazón de Indautxu, sufren el calor todo el año. José Gregorio Granados, uno de sus trabajadores, afirma que "normalmente el horno está a 480º", dice. Con casi 40 grados a pie de calle, el calor del interior se acentúa "un poco más", según Granados. Trata de refrescarse a través del aire acondicionado de la pizzería que mitiga "un poco" la alta temperatura.
Para Roberto Cáceres, camarero de la pollería Rallye, el calor también forma parte de su día a día. Y no solo en verano. No obstante, la ola de calor no está pasando desapercibida para él. "La temperatura de la calle incrementa la del interior, algo que no ayuda a que nos mantengamos frescos", reconoce. Para evitar que ninguno de los trabajadores esté demasiado tiempo expuesto al calor de estos días, van rotándose entre ellos para vigilar la máquina en la que se asan los pollos. "Hacemos turnos de 15 minutos cada uno" afirma Cáceres.